BENDITA LOCURA AQUELLA...



Bendita locura aquella
la de soñar con tus manos,
la de sentir a tus dedos
venir a mí, sin reparo.

Porque los sueños son sueños,
pero soñar es acaso,
la tentación del poeta
en su cuaderno encantado.

Es la ilusión de los niños,
la de los padres y ancianos,
la de las madres ansiosas
con su canción en los labios.

Pero soñar es aquello
que nos transporta al espacio,
que nos embriaga sin vino
pero nos deja extasiados.

Bendita locura aquella
la que me diste en un rato,
cuando cambiamos los cromos
y te cogí de la mano.

Eran dos sueños de niño
y entre los dos los tomamos,
para vivirlos de cerca
y en su grandeza escaparnos.

Porque seguimos los sueños
durante meses y años,
mientras pasaba la vida
con primavera y veranos.

Hasta que un día, los sueños,
fueron cristales rayados,
porque la vida y los hombres
en su raíz marchitaron.

Bendita locura aquella,
(digo en los versos que canto),
porque sentí, que tu cuerpo,
era un suspiro en mis brazos.

Era pasión y alegría,
era deseo dorado,
y era la gracia sublime
de tus pezones temblando.

Era un jardín y una fuente,
donde buscamos un banco,
era un abrazo en el tiempo
y un minutero parado.

Era tu cuerpo divino
junto a mi cuerpo, en un lazo,
y eran tus labios nerviosos
los que mis labios buscaron.

"...Bendita locura aquella
la que vivimos amando
y compartieron sin miedo
nuestros relojes parados..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/03/15

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