CUANDO LA LUZ SE APAGA...



Cuando la luz se apaga en los trigales
comienza, sin saber, un nuevo día.
Comienza con la noche y con las sombras
y el alba lo convierte en maravilla.

Es una realidad incuestionable
que surge de las letras y las rimas,
así como transforma las praderas
la luna sobre el trigo y las gavillas.

Se extiende su reflejo, dulcemente,
y duermen, con candor, las golondrinas,
es fácil que hasta sueñen los poetas
y escriban, sin dudar, mil poesías.

La calma que se inicia en las solanas,
transmite a las callejas y buhardillas,
un halo de quietud y de hermosura
que llega, con su paz, a las pupilas.

Cuando la luz se apaga, con misterio,
emergen los susurros de la vida,
pequeñas candilejas del pasado,
recuerdos y fantasmas que suspiran.

Porque esa luz, cargada de secretos,
precisa del descanso y la vigilia,
quizás como los niños y los hombres,
cansados de los juegos y las cuitas.

Por eso con la noche, que oscurece,
comienza el corazón la sacudida,
llegando, con fervor, a sus latidos,
la sangre, impetuosa, que germina.

Se extiende, sin querer, una esperanza,
un cuadro del amor en la cuartilla,
imagen que en el alba se estremece
y extiende por el día su alegría.

"...Cuando la luz se apaga, en tantos ojos,
se busca al sembrador de margaritas,
al tierno jardinero de las almas,
que cambia las ortigas por caricias..."

Rafael Sánchez Ortega ©
26/01/16

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