HAY DOS BARCAS...


Hay dos barcas con sus remos esperando
en un lago cristalino y transparente.
Son hermosas sus figuras tan lozanas
sobre el agua, silenciosa, que las mece.

Pero el cuadro tan precioso que presentan
está lleno de partículas que tienen
los pigmentos sonrosados de la aurora
con la imagen invisible del nordeste.

Hay fragmentos que se posan en el aire
como notas discordantes y muy breves,
impacientes mariposas del verano
con sus alas extraídas de un sainete.

Unas nubes oscurecen la alborada
con el manto, un tanto gris y sugerente,
sobre el árbol que se asoma en la ribera
y perfila su floresta sobre el muelle.

Hay dos barcas esperando tu saludo
y también, en la mañana, que te acerques,
para ver el contenido de sus bancos
y esos remos que se cortejan al tolete.

Ellos forman la canción de los marinos,
impulsados por sus manos, y sin fuelle,
de un piano y una orquesta, que en silencio,
va dejando melodías en las frentes.

No se asustan las gaviotas y alcatraces
con el canto y el jolgorio que se ofrece
ya que son acompañantes de este cuadro
con los viejos capitanes y grumetes.

Unas olas les saludan a su paso
y atrás quedan las montañas y la nieve,
con los ojos familiares que les siguen
y el susurro, suplicando, que regresen.

"...Hay dos barcas amarradas a la orilla,
y con ellas hoy renace y permanece,
el cariño y pentagrama de dos almas
que se aman, que suspiran y se quieren..."

Rafael Sánchez Ortega ©
10/07/16

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