VOLVIÓ LA LLUVIA...



Volvió la lluvia, de nuevo,
y se mojaron los campos,
aunque tus ojos preciosos
por la cellisca lloraron.

Fueron quizás unas gotas,
unos claveles dorados,
los que llegaron al suelo
pada dormir en los charcos.

¡Qué sensación tan sublime
ver esos círculos mágicos,
como se estiran y esfuman
en la quietud de este cuadro!

Porque la magia se asoma
cuando la lluvia hace acto,
y hasta los sueños se animan
y ya no piden descanso.

Siempre se añora la lluvia
cuando el calor hace daño,
y más si empieza el estío
y el sacrosanto verano.

Pero las nubes, tan sabias,
saben que fibra tocarnos,
para arrancar la sonrisa
del corazón alterado.

Saben llamar a los cielos,
decir la sed que hay abajo,
luego cargar sus alforjas
y con las mismas regarnos.

Porque la extraña simbiosis,
la comunión entre ambos,
hace del hombre y la lluvia
algo que cruza el espacio.

"...Volvió la lluvia, de nuevo,
para, por fin, alegrarnos,
ya que en las gotas divinas,
hasta sus besos dejaron..."

Rafael Sánchez Ortega ©
30/06/17

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