TIERNAMENTE...



Tiernamente la vida parpadea
y nos trae, con el alba, su mirada,
ese tibio candor, la llamarada,
para el alma que vibra y que desea.

Amanece también otra marea
con rubor de resaca maltratada,
es el mar de la vida en su llegada
el que llega hasta el hombre en su pelea.

Con las horas la vida continúa,
unas veces de forma cristalina
y en las otras de forma capicúa.

Es por eso que el alma se ilumina,
y que avanza, en el día, en su falúa,
intentando encontrar su medicina.

Rafael Sánchez Ortega ©
15/01/18

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