4.418 - BUSCA EL AMOR...
Busca el amor.
Quizás está más cerca
de lo que piensas.
En este sol
que viene en la mañana
con la alborada.
En el color
del cielo y de las nubes
con tantos sueños.
En la canción
que entonan los gorriones
en los jardines.
Y hasta en el mar
llegando por la costa
con las resacas.
En el rumor,
constante, de las olas,
viaja el amor.
Pero también
está en los semejantes,
hombres y niños:
"...mujeres tristes,
ancianos delicados,
ojos hambrientos.."
Y está muy cerca,
de ti y de donde vives...
¡Busca el amor!
Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/20
4.417 - LLOVIÓ EN LA TARDE...
Llovió en la tarde
y el suelo se mojó
con unas gotas.
Pequeños besos
mandados desde el cielo
para los hombres.
Labios sedientos,
con lágrimas furtivas,
de ojos llorosos.
Quizás los dioses
lloraron, sin saberlo
al ver la tierra.
Niños hambrientos,
personas olvidadas
pidiendo pan.
Y a todo esto
flamean las banderas
de los hipócritas.
La sociedad,
enferma y decadente,
perdió el amor.
Corta memoria
con sangre derramada,
en una entrega.
Y es que el Amor
no sabe de fronteras
ni de banderas.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/20
4.416 - UNA CANCIÓN...
Una canción
escapa de tus labios
a mis oídos.
Es muy hermosa.
Sencilla melodía
y tan sincera...
En ella vienen
la brisa de los mares
y hasta el salitre.
Hay ojos negros
que miran y que buscan
en la distancia.
Los hay castaños,
que son los más comunes,
y son preciosos.
Y los hay verdes,
azules y rasgados,
y todos sueñan.
Pero los tuyos
son ojos especiales
y están conmigo.
Van en mis ojos,
están en mis sentidos
y son mis guías.
Voy de tu mano,
escucho tus canciones
¡y soy feliz!
Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/20
4.415 - LAS CAMPANILLAS...
Las campanillas,
coquetas, se asomaban
a saludarte.
Y tú volabas,
pasabas sobre ellas,
acariciándolas.
Eran muy blancas,
quizás inmaculadas
y hasta inocentes.
¡Qué bella estampa
surgida de la mente
de algún poeta!
Quizás del Dios
que crea el universo
para los niños.
Y es que los sueños
se mezclan con la magia
y son eternos.
Pero tu encanto,
mi linda mariposa,
es especial.
Las campanillas,
los niños y los dioses
lo reconocen.
Y yo te miro,
te busco en la distancia
y te hago mía.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/20
4.414 - HOY HE DISFRUTADO...
Hoy he disfrutado, en el paseo,
con todo lo que iba apareciendo
ante mis ojos...
Unas campanillas blancas
que eran como estrellas
posadas en los matorrales,
el río con ese susurro
inconfundible y monótono,
las mariposas volando
y buscando compañeras
para jugar y amarse,
un banco solitario y en silencio
esperando que alguien le acompañara
en este rato de la mañana,
una paloma posada en un árbol
que alza el vuelo al acercarme,
dos nogales jóvenes
que pugnaban por seguir creciendo
y estirando sus ramas para tocar el cielo,
las peñas del monte cercano,
siempre vigilantes y rezando
para que el sol salga de entre las nubes
y les deje alguno de sus rayos...
...Y tú, conmigo y a mi lado.
Paseando, charlando,
caminando en silencio,
otras veces, mirando los detalles
que te señalan mis dedos...
Y mis ojos buscando los tuyos
para leer en ellos unos versos inmaculados,
llenos de alegría y candor,
que vas dictando a unos labios temblorosos,
que yo cierro con mis besos.
...Por todo esto, quizás tan infantil,
"hoy he disfrutado" en el paseo...
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/20
4.413 - LAS AMAPOLAS...
Las amapolas
esperan tu mirada
en las mañanas.
También las rosas
desean tus caricias
y el ¡buenos días!
Y mientras tanto,
yo espero que tú pases
por la alameda.
Unos paraguas
se abren a los cielos
buscando al sol.
Pero las nubes
impiden que se vea
el astro rey.
A cambio de ello,
nos dejan su tristeza
en unas lágrimas.
Busco tus ojos,
no quiero ver la lluvia
tras tus pestañas.
Busco tus labios
y en ellos las palabras
que espero ansiosas.
Te doy la mano,
te abrazo y te acaricio,
¡ya brilla el sol!
Rafael Sánchez Ortega ©
17/08/20
4.412 - ESCUCHA AL MAR...
Escucha al mar,
nos deja sus latidos
en las resacas.
No tiene sangre,
si acaso algo preciado
como el salitre.
En él se escuchan
leyendas y recuerdos
entre las algas.
Algunas veces
se ven, sobre las olas,
saltar los peces.
Es algo bello,
un guiño en el paisaje
del ancho mar.
Luego se ven
volar a las gaviotas
desde la playa.
Y allí te vi,
llevabas una rosa
que acariciabas.
Eran tus dedos,
en ellos me fijé,
con devoción.
Me enamoró
la magia de tus ojos
y su reflejo.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/20
4.411 - TE LO CONTARÉ ESTA NOCHE...
(Inspirado en un escrito de Luján Fraix)
"Te lo contaré esta noche", dijiste...
Y te esperé y esperé en vano mientras se pasaban las horas lentamente y mis pensamientos vagaban por un bosque irreal que guardaba los "antiguos secretos de la Navidad". Allí creí ver los árboles que surgían de entre la oscuridad y la bruma con sus ramas en forma de brazos que buscaban a la luna y las estrellas. A su lado, el murmullo del río se mezclaba con el rumor de la brisa que movía las hojas de los árboles en un coro inmortal de la naturaleza.
Sin darme cuenta empecé a caminar y me fui desplazando, dejando atrás el monte, hacia una Atalaya semiderruida, que, según cuenta la leyenda, sirvió de faro y referencia a los antiguos marineros que surcando los mares se acercaban a la costa para buscar el refugio de algún puerto. Las piedras de los muros tenían grabadas, entre el polvo, las leyendas de viajes y abordajes, que tantas veces había escuchado de los labios de mi abuelo mientras sacudía y montaba la pipa de tabaco, inconfundible, que siempre le acompañaba.
Una vez encendida, y mirando el humo, me desplazaba con su voz y la niebla del tabaco a un mundo infantil y encantador, a ese lugar donde los niños se hacen mayores y juegan a ser hombres a través de los sueños. Así recuperaba las figuras de aquellos marineros entre los que se encontraba mi padre, con cara juvenil e inocente y la de mi abuelo, con su mirada profunda, el rostro tostado por el sol, cubierto de arrugas, y aquellas manos, las manos que siempre admiré y rocé, tantas veces, curtidas y cubiertas de vida, que habían trabajado, sufrido y amado.
Desde la Atalaya se escuchaba el rumor del mar, con la resaca golpeando fuerte y rítmicamente en la costa cercana. El sonido parecía escapado de una imagen navideña y, con un poco de imaginación, incluso podía parecer que un villancico subía a mis oídos desde los labios del mar enfurecido, como queriendo, también, saludar a la vida y a los hombres.
Mis labios temblaban por el frío mientras te seguía esperando, en una "espera" larga, donde el silencio del campo y las cigarras se unían a la mudez del lago cercano y a ese reflejo de una luna de plata que se bañaba en las aguas para ocultar sus lágrimas.
Yo también me enjugué unas lágrimas porque la "espera" se me hacía eterna y, quizás adivinaba, que sería algo inútil, y solo un juego de palabras que me habías dicho para mantener la ilusión, en esta fecha, unos minutos más, quizás unas horas, y no hacerme ver la realidad que me rodeaba.
Bajé de la Atalaya aterido de frío y buscando un sitio y un lugar donde poder abrigarme y recuperar un poco el calor perdido. Pensaba en la cantidad de personas que no tendrían un techo y un hogar donde pasar la noche. Seguí pensando en aquellas caras con nombre, que tan bien conocí y conocía. Ojos inocentes que habían tenido la mala fortuna de tener y estar en un hogar roto por la desgracia familiar, por la tragedia, por la pobreza y, también, por la división del amor y un reparto inapropiado de papeles, en el teatro de la vida, como si aquellos niños fueran un intercambio de objetos sin corazón y sin alma, ante una sociedad hipócrita, enferma y decadente.
Pero estaba seguro de que los niños eran inocentes y su culpa no podría confundirse con la pobreza, ni con la inocencia y que para ellos también habría regalos y caricias, y calor de hogar en estas fechas.
Volví a pensar en mi abuelo, en mi padre. En ese mundo maravilloso que guardaba en los recuerdos y quise rescatarlo y traerlo a mi lado, en ese momento, en ese instante, para que la "espera" no se hiciera tan larga, para que pudiera ser una realidad y para que nadie se quedara sin recibir esas "migajas de amor" en esta noche mágica.
El frío intenso me hacía estremecer y los pensamientos surgían unos detrás de otros, como queriendo llegar y no perderse la entrega de aquella casita donde había tantos niños "esperando" en una reunión de caras sucias y alegres, de voces infantiles y luces multicolores, y en el fondo un Belén con unos personajes inconfundibles y aquel Niño, especial y diferente que tanta paz dejaba en su cara y en sus ojos y que invitaba a que todos siguiéramos a su lado en ese momento y a que no quisiéramos dejar de ser niños a pesar de las promesas y las palabras de los mayores.
Por un instante la niebla me dejó ver a mi abuelo que seguía hablando y narrando sus leyendas inmortales, de playas y ballenas, de cormoranes y gaviotas, de islas abandonadas y de corales con una belleza indescriptible y que, tal vez, él, no había visto nunca.
Y pude distinguir la mesa puesta a través de la ventana de la casita. Una mesa con muchos comestibles y con turrones y pasteles, con velas encendidas, con globos de colores, con un mundo de risas y alegría y donde el llanto quedaba arrinconado y a los pies de otro Niño, que estaba en una cuna dorada.
"Te lo contaré esta noche, dijiste..."
Y me quedé esperando a tu historia incompleta, inconclusa y nunca comenzada, ya que tus ojos, tan alegres y llenos de vida, se apagaron en aquella Noche singular mientras los cencerros de las vacas seguían enmudecidos ante la luz de un cometa que pasaba por el cielo.
Alguien cruzó a mi lado y sentí un roce en mis piernas que me hizo estremecer. Me agaché y pude sentir las caricias de un gatito que haciendo acto de presencia quería decirme algo para animarme, para que no abandonara, para que siguiera buscando el pulso a las estrellas y esa voz, tu voz amada, y "sin palabras", que en la noche, y con tanta magia, cantaba a la Navidad desde el cielo tan lejano
Rafael Sánchez Ortega ©
24/12/20
4.410 - DICE LA BRISA...
Dice la brisa
palabras y susurros
que no se entienden.
Vienen de lejos,
cruzando los océanos
y las montañas.
Buscan oídos
que esperan presurosos
esas caricias.
El alma tiembla
queriendo descifrar
estas palabras.
Siente la brisa,
ansía los susurros,
se vuelve loca.
Y es que muy dentro
se encoge y se estremece
un corazón.
Y sorprendido
contempla este espectáculo
un gran silencio.
Brisa y palabras,
susurros, con caricias
apasionadas.
¡Qué sinfonía
de música sin nombre
nos deja el viento!
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/20
4.409 - TIEMBLA EL ABETO...
Tiembla el abeto
en la noche que llega
con mucho frío.
Unas montañas
nos ofrecen su nieve
recién caída.
Cantan los ríos,
se animan con la nieve
y la crecida.
Tiembla la anciana
que sube hasta la iglesia
para rezar.
Unas farolas
se encienden en las calles
ante la noche.
Suenan los pasos,
se mezclan con el viento
y sus gemidos.
Tiemblan las almas
pensando en el mañana
que es tan incierto.
Pero la luna
se muestra desde el cielo
aunque temblando.
No tiene miedo.
Nos dice que adelante,
la vida sigue.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/20
4.408 - ROMPE EL SILENCIO...
Rompe el silencio
la ráfaga del viento,
sobre las ramas.
El árbol viejo,
la sombra y las tinieblas,
¡qué tentador!
Pero la voz
que llama en la distancia
ofrece vida.
No te detengas,
espíritu sin nombre,
pasa de largo.
Deja que el viento
se sacie y se lamente
entre las ramas.
Que él acompañe
la soga y a la sombra
y que la acune.
Pero tú sigue,
prosigue tu camino,
no te detengas.
Deja los miedos,
ocultos y en silencio,
en el pasado.
Abre los ojos,
abrázate al futuro
que es quien te llama.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/20
4.407 - PASA LA NIÑA...
Pasa la niña
despacio, coquetona,
por la alameda.
Todos la miran,
incluso los gorriones,
cantan altivos.
El viento silba,
quizás admirativo,
por su presencia.
Y va la brisa,
despacio, hasta su lado
con un abrazo.
Una caricia,
un beso silencioso,
es el mensaje.
El que prosiga
sus pasos y camino,
sin hacer caso.
Y es que la vida
se vive sin envidias
y así se ama.
Es un regalo
que viene a nuestro lado
como esos pasos.
Pasos de niña,
de adultos y de ancianos.
¡Pasos con vida!
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/20
4.406 - ATRÉVETE A DECIRME...
Atrévete a decirme
aquello que te guardas
y déjame el encanto
que tienen tus palabras,
no esperes que haga gestos
de enfado y de resacas
prometo estar atento
y oír lo que te salga,
quizás me digas "ven,
vayamos a la playa,
busquemos unas dunas
de arenas encantadas,
tomemos nuestras manos,
restemos la distancia
y unamos, en un beso,
las voces y las almas..."
Atrévete a buscarme
y no me digas nada,
juntemos nuestros pasos
de sueños y de hadas,
escucha los latidos,
arrítmicos, sin pausa,
marchando en un galope
al mar y a las resacas;
escucha, bien te digo,
la voz que a ti te llama,
diciendo "que te quiere
un alma enamorada,
buscando en tus pupilas
el verso que reclaman
la luna y las estrellas
en noches ya lejanas..."
"...Atrévete a seguirme,
no ocultes tu mirada,
iremos, mariposa,
al cielo, con tus alas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/08/20
4.405 - LA FORJA VIVA...
La forja viva,
dormía, incontrolada,
sin pesadillas.
Eran recuerdos,
retales del pasado,
polvo y cenizas.
Pero las brasas
con lava incandescente,
querían vida.
Algunos cuerpos
querían la lascivia
en el presente.
Algunas almas
buscaban en los versos
la propia vida.
La poesía,
al cuerpo y al espíritu,
une su voz.
Gritos ahogados,
suspiros silenciosos,
pasión oculta.
Y en esos versos
se fijan las miradas
de tantos niños.
Niños y hombres,
sedientos y ambiciosos
quieren amar.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/20
4.404 - ROSAS QUE SANGRAN...
Rosas que sangran
con lágrimas amargas
al ser cortadas.
Tú las prefieres
sentirlas como tiemblan
en los jardines.
Porque en tus dedos
se mueren, lentamente,
ante tus ojos.
¡Bellas las rosas
que cargan con las culpas
de los mortales!
Y con los sueños
que arrancan mil suspiros
del corazón.
Ellas son flores,
livianas y ligeras
como la brisa.
Pero las rosas
cautivan y seducen
sin darnos cuenta.
Son como estrellas
que surgen en la vida
de las personas.
Son los latidos
y el tiempo, congelado,
de los amantes.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/20
4.403 - BUSCO PALABRAS...
Busco palabras
que tengan tu perfume
y tu inocencia.
Entre la niebla
que avanza con la noche
sigo buscando.
Pero el silencio
responde con la bruma
y me estremezco.
Busco la voz
que avive mis recuerdos
y sentimientos.
Está dormida,
me dicen los gorriones,
y muy cansada.
Pero su canto
sublime y melodioso,
no se me olvida.
Busco tus ojos
y en ellos el poema
que me escribiste.
En tus pupilas
brotaron unos versos
para mi alma.
Y ahora que busco
la luz que me llamaba
está muy lejos.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/20
4.402 - NUBES OSCURAS...
Nubes oscuras,
preludio de tormenta
que ya se acerca.
Suena, a lo lejos,
el juego de los bolos
allá en el cielo.
¿Serán los ángeles
que juegan con las nubes
en sus emboques?
No estoy seguro.
Se escucha muy constante,
mucho más cerca.
Se pone oscuro
y el agua y el granizo
bajan a tierra.
Son escupidos
del vientre de las nubes.
¡No pueden más!
Su indigestión,
unida a la tormenta
es un presente.
El hombre ríe,
el niño se estremece
se esconde el gato.
Pero suspiras.
Descarga la tormenta
y vuelve el sol.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/08/20
4.401 - SE ME PERDIÓ...
Se me perdió
el sol de la mañana
que describí.
¿Adónde fue
y dónde se me esconde?
...¡Yo no lo sé!
Puedo pensar
que esté en algún invierno
como esperando.
O visitando
las playas y montañas
de veraneo
Pero quizás
el sol está en tus ojos
y no lo veo.
Aunque, también,
es fácil y es posible
que esté durmiendo.
Quiero que vengas,
me enseñes tus pupilas
y verme en ellas.
Quiero ese beso
que asoma y que me ofrecen
tus lindos labios.
Quiero que sientas
lo mismo que yo siento
buscando al sol.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/20
4.400 - TÚ ME ENSEÑASTE...
Tú me enseñaste,
lo bello de la vida
con tus palabras.
Y me llevaste
a ver tanta hermosura
día tras día.
Fueron etapas
vividas hace tiempo
con inocencia.
Y nos quisimos
sin prisas y sin pausas
de mil maneras.
Hubo silencios
y risas, compartidas,
en muchos ratos.
Y nos amamos
igual que los amantes
de aquel poema.
¡Cuántos recuerdos
hoy vuelan de tus ojos
a mis pupilas!
¡Cuántos segundos
vividos y gozados
intensamente!
Pero guardados,
están en nuestras almas
con devoción.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/08/20
4.399 - VEO LA LUZ...
Veo la luz
que asoma en tu ventana,
y que vacila.
Su parpadeo
indica que una vela
está encendida.
Con timidez
indica que me acerque
y pase dentro.
Que tú me esperas
y quieres, esta noche,
dormir conmigo.
Que estemos juntos,
hablando de mil cosas
y hasta en silencio.
Que nos amemos
sin prisas, sin palabras,
que no hacen falta.
Quizás nos sobre
la luz que ahora me indica
que vaya a ti..
Porque en las sombras
hay magia y fantasía,
que nos esperan.
La beberemos,
perdiendo los sentidos
con su embriaguez.
Y volaremos
a un mundo diferente
con nuestros sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/20
4.398 - DESNUDA EL ALMA...
Desnuda el alma.
La noche está silente
y te confiesas.
¡Qué pequeñez
de ser, desamparado,
y poca cosa!
Ante tus ojos
el mundo inabarcable
de las estrellas.
¿Habrá planetas,
y vida inteligente,
por esos cielos?
De siempre, el hombre,
se hizo estas preguntas
hasta el presente.
Escucha al viento,
te dicen las estrellas,
en un susurro.
Escucha al mar,
te ofrecen las resacas,
en un suspiro.
Pero no temas,
no quiero emborracharte
con entelequias.
Quiero tu cuerpo,
y el alma tan hermosa
que has desnudado.
Quiero tus ojos
y el beso de tus labios.
¡Te quiero a ti!
Rafael Sánchez Ortega ©
04/08/20
4.397 - NI EL CIELO NI EL INFIERNO...
Ni el cielo ni el infierno te detienen,
poeta, con tu estilo peculiar,
pues trenzas una rima de seglar
con rasgos que en el cielo se sostienen.
No buscas el aplauso que contienen
los ojos ya cansados de buscar
ni aquellos de marinos, que en el mar,
soportan las galernas que les vienen.
El cielo y el infierno van contigo,
pequeña mariposa de cristal,
y ofreces unos versos al amigo.
De forma cristalina y natural
le cambias la limosna al buen mendigo
a cambio de una rosa muy sensual.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/20
4.396 - ESTOY CANSADO...
Estoy cansado,
decía un viejo roble
desde el silencio.
¿Cómo es posible,
que escuche sus palabras
y hasta me lleguen?
¡Qué gran misterio,
dejaba con sus ramas
el roble anciano!
Él me contaba,
de tiempos y de edades,
muchas historias.
Algunas tardes
de otoño y primavera
con los amantes.
Algunos días
de invierno y de verano
en soledad.
Y bajo el sol,
el viento y el granizo,
y con la nieve.
Días y meses,
con años y personas
inolvidables.
Y este cansancio
es fruto del silencio
y ancianidad.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/08/20
4.395 - CUANDO TE MARCHES...
(In memoriam de Jesús...)
Cuando te marches
permite que me aguante
y no te llore.
Me lo pediste,
"no quiero ver tus lágrimas
ni tus reproches"
Y te marchaste,
después de haber dormido
durante un tiempo.
Yo te extrañaba,
igual que los gorriones
de la alameda.
En el café
también los camareros
notan tu ausencia.
Hoy los cipreses
se inclinan, como siempre,
hacia la tierra.
Y a ella vas,
amigo y compañero,
sin una lágrima.
Dejas la tinta,
tu vida y tus cuartillas
en tantas letras
Porque supiste
ser libre y muy sencillo
en tus escritos.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/08/20