4.247 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 22
Día 22
Ha pasado este día y también el domingo.
En la mañana me di cuenta
de que era Domingo de Ramos.
¡Viejos recuerdos de rezos e iglesias!,
en una juventud que se aleja y ha pasado de largo.
Hoy es una fecha en el calendario
que ha sido recordada por haber visto
unas letras de alguien o un mensaje en el móvil.
Atrás quedaron otras fechas, ya lejanas.
Atrás dejé también muchos sueños,
durmiendo una larga siesta.
Quizás es hora de renovar,
antes de que sea tarde.
Quizás es el tiempo de abrir las ventanas del alma,
de sacudir alfombras y de limpiar rincones.
Que entre la luz,
que pase el sol, cuando salga en el cielo,
que penetre la brisa y que el viento del nordeste
traiga el salitre y el yodo del mar
a estas habitaciones donde vivo.
Hace falta un revulsivo,
quitar esas comas o paréntesis
que la vida va poniendo en nuestros corazones.
Hace falta, como ahora,
no tener la libertad
para valorarla y ver lo necesaria que nos es,
aunque no la usemos todo lo que debiéramos.
Precisamos de las alas invisibles
que nos permitan volar
por los rincones más insospechados del planeta.
Tenemos que poder cerrar los ojos,
cuando nos venga en gana,
y saber que la barca que nos lleva
sigue el rumbo correcto
y que cuando volvamos a abrir los ojos,
estemos en el puerto deseado.
Debemos valorar el latido de la vida,
los suspiros angustiosos que nos manda
cuando ve que nos equivocamos
o que erramos el camino.
Necesitamos imperiosamente
que el cristal de los sueños se recomponga
y nos devuelva la imagen exacta de nuestra alma,
para que sepamos ver, en su imagen,
todo aquello que precisa
y necesita ser mejorado.
...Si algún día despertamos de esta pesadilla,
deberemos pararnos y dar gracias
por todo lo que tenemos
y por poder participar
de estos momentos de dolor y de agonía,
con los otros agridulces de cariño y de esperanza.
Es preciso que busquemos, como hombres,
ese llanto de los niños que escondemos,
que venzamos a los miedos,
que miremos cara a cara al enemigo
y vivamos los segundos de la vida, intensamente,
cada día.
******
Tarde...
Han pasado ya las horas de la tarde.
Es de noche nuevamente y unas nubes
han venido con su lluvia.
He llegado hasta tu lado con mis letras.
Me detengo y reflexiono sobre ellas.
Al final cierro los ojos y me digo que sí,
que tenían su razón aquellas gentes
que adoraban a los dioses del Olimpo
y escribían los poemas.
Larga lista de esos griegos y romanos
que algún día releeré con atención.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/04/20
4.246 - AMANECIÓ...
Amaneció
de nuevo otra mañana.
Ya queda menos.
Eso me digo,
quizás para animarme
y estar tranquilo.
Pero seguro
que lloran los cristales
y no por lluvia.
Será la brisa
que llega con arena
desde la playa.
Serán las alas
de alguna mariposa
dejando sueños.
Serán mis ojos
que ven las chiribitas
y candilejas.
Todo es teatro
con miedos y sonrisas
desde el vacío.
Lloran las almas
y vemos a las sombras
como se agitan.
Desde el silencio,
seguimos resistiendo
un día más.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/04/20
4.245- EN AQUEL LIBRO...
En aquel libro
estaban las leyendas
que un día vi.
Cuentos sublimes
de plumas y escritores
de muchos sitios.
Hoy los recuerdo,
me llevan a la infancia
sin darme cuenta.
Campos extenso
con firmes caballeros
y con princesas.
Mares oscuros
con barcos de cristianos
y de piratas.
Y en medio yo,
lector de poca monta,
barbilampiño.
Hoy me estremecen
recuerdos y momentos
inolvidables.
Fui caballero
luchando por mil causas
y mil amores.
Y fui aquel niño,
del que hoy me enorgullezco
y tanto añoro.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/04/20
4.244 - PRECIOSOS VERSOS...
Preciosos versos
que alegran la mañana.
¡Es primavera!
Dejan las huellas
de rimas y luciérnagas
en el cuaderno.
En estas letras
hay sueños y suspiros
del corazón.
Y son tus sueños,
unidos a los míos
muy revoltosos.
Piden respuestas
a un mundo de preguntas
que no las tienen.
Piden miradas
en ojos que no miran
donde miramos.
Y mientras tanto
unimos nuestros labios
en oración.
Pedimos fuerzas,
en medio del silencio
que nos acosa.
Pedimos poco,
tan solo que se acabe
la pesadilla.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/04/20
4.243 - DÍA ESPECIAL...
Día especial
detrás de las ventanas
y muy cansado.
Ya se hace largo.
El tiempo se detiene
y nunca avanza
Pero paciencia.
No queda otro remedio,
así es la lucha.
Esta batalla
no sabe de banderas
ni de individuos.
Ataca a todos,
mayores y pequeños,
y es un cobarde.
Hay que agotarle.
Hacer que se evapore
y marche lejos.
Con gran paciencia,
(nos dicen los que entienden)
lo lograremos.
Y en eso estamos.
Rogando porque pase
la cuarentena.
Y venceremos,
si Dios así lo quiere,
para ser libres.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/04/20
4.242 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 18
Tengo que abrir las ventanas del alma.
Debo dejar que entre la luz y el aire.
No puedo seguir entre el silencio y la oscuridad
de un pasado que me agobia,
que trata de llevarme a donde no quiero estar.
...Pero primero hay que serenarse.
Trata de calmar el alma.
Haz que tu corazón respire.
Escucha esa canción hoy tan de monda: "Resistiré".
¡Tienes que resistir, Rafa!,
ya que eso es lo que pretenden tus recuerdos y tus miedos,
que te hundas,
que caigas,
que digas adiós a todo.
Pero debes de luchar, como venías haciendo,
debes buscar la luz y sonreír a los cielos,
a los que te rodean,
incluso a la gatita, que también te lo agradecerá.
Busca los versos y encontrarás el poema de la vida.
Toma la mano que te ofrecen
y siente su candor y su afecto.
Mira luego, a la luna.
Salúdala y dile que te ayude.
Seguro que también las estrellas querrán acudir a tu lado.
Sentirán envidia del mar que tienes tan cerca
y querrán ellas acariciarte con sus guiños.
Escucha los cencerros de las vacas cercanas.
Oye el intercambio de mensajes que hacen
intentando copiar a las cigarras.
Luego cierra los ojos, no pienses.
Deja que el corazón desgrane sus latidos.
Escucha los mensajes que te dicta.
Quizás entre ellos hay uno diferente que viene de lejos.
Pero escúchale. ¿Le oyes?...
Es como una brisa con cantos de sirenas.
Quizás son las resacas,
tal vez sean unas rimas olvidadas, ¿recuerdas?...
"Volverán las oscuras golondrinas..."
¡Anda, sonríe. Sigue soñando...!
Rafael Sánchez Ortega ©
01/04/20
4.241 - SUS ALAS ROTAS...
Sus alas rotas
hicieron que llorara
mi corazón.
Viejos recuerdos
con lágrimas saladas
y alguna rosa.
Vuelven los miedos,
las brumas y el destino
están muy cerca.
El corazón
no quiere los barrotes
que le aprisionan.
Quiere la brisa,
la rosa y el rocío,
¡quiere latir!.
Quiere la vida,
la eterna primavera,
las mariposas.
Hay telarañas
que aprietan y que ahogan,
quebrando el alma.,
Duros recuerdos
que brotan del silencio
con sus puñales.
No quiero sogas
que ahoguen a mi cuello...
¡quiero vivir!.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/04/20
4.240 - UNA ESPERANZA...
Una esperanza
estaba bajo un tilo
como soñando.
¿Y qué buscaba?...
¿quizás nuestros latidos
de enamorados?
Quizás los pasos
que dejan los ancianos
que van a verlos.
Llegó el otoño
y el tilo y la esperanza
envejecieron.
Atrás dejaron
momentos compartidos
con otras gentes.
Besos y abrazos
de jóvenes y amantes
con mil suspiros.
Y en el invierno,
nosotros regresamos
a los jardines...
Con nuestros sueños
dejados en las ramas
de un viejo tilo.
Y la esperanza
tatuada en ese tronco
de nuestras almas.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/20
4.239 - HOY QUIERO...
Hoy quiero que sonría el alma
y extender sus alas, nuevamente,
por el mundo y por las gentes.
Hoy quiero volver a vivir
y a sentir, a la tierna primavera
que ha llegado hace unos días.
Hoy quiero avanzar y moverme
para dejar de ser una sombra,
solitaria,
en el silencio de la casa.
Hoy quiero olvidarme del hoy,
del presente,
y olvidar las preguntas,
sin respuesta,
de un futuro tan incierto.
Hoy quiero brindar por la vida,
que se esconde con sus quiebros,
que hace fintas y me esquiva
en un juego sin retorno.
Hoy quiero apreciar los latidos de la tierra,
de la vida,
de los hombres,
para sentir el tesoro que se esconde,
y que no aprecio,
en sus entrañas.
Hoy luce el sol y es primavera,
aunque sopla un frío viento
del nordeste.
Hoy quiero abrazar a este sol
y colgarme de sus rayos,
quiero a este frío nordeste
y a la brisa de los mares.
Hoy quiero soñar para ti
y dejar en tus pupilas
el encanto de las flores,
la canción de las cigarras,
la alegría de la lluvia,
la emoción de los amantes
y ese verso, inacabado,
del poema que te escribo.
Hoy quiero vibrar bajo un tilo
con tu mano entre mi mano
mientras vemos los flamencos
que se posan en el lago.
Hoy quiero aspirar el perfume
que te robo de los labios
en un beso interminable
de algún sueño compartido.
"...Hoy quiero que sonría el alma,
para ver la primavera,
y quiero que te sonría la vida,
mi esperanza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/20
4.238 - ERA UN GORRIÓN...
Era un gorrión,
alegre y solitario,
en el jardín.
Allí escarbaba,
su pico, entre la yerba
y los granizos.
El prado verde,
de blanco moteado,
por la tormenta.
Yo le miraba,
atento y en silencio,
por la ventana.
Él era libre,
sin nadie que privara
su libertad.
Y yo mirando,
detrás de unos barrotes
casi invisibles.
...Ya volaré,
le susurré al gorrión,
iré contigo.
Iremos lejos
a ver otras praderas
y otros gorriones.
Y allí serás
el príncipe encantado,
mientras yo sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/03/20
4.237 - PASÓ EL DOMINGO...
Pasó el domingo.
Entró la primavera,
aunque hace días.
Volvió la lluvia
y el sol se adormiló
entre las nubes.
Dan muy mal tiempo
de vientos y de nieve
a baja altura.
Vamos a ver
como lo soportamos
sin pasar frío.
Frío en el cuerpo
que curte y estremece
si no te abrigas.
Frío en el alma
a causa de los miedos
del corazón.
Aguantaremos
que pase la borrasca
y vuelva el sol.
Y si es posible
disfrutaremos algo
la primavera.
Pero seguro
que el tiempo, como el miedo
se pasará.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/20
4.236 -FRAGMENTOS DE UN DIARIO - DÍA 15
El día quince fue domingo.
Sí, hablo en pasado.
Fue un día bastante tonto, muy triste,
con mucho miedo,
diríamos que pánico o terror.
Miedo hacia la respuesta mía,
la de mi cuerpo ante todo lo que estaba pasando,
ante mis miedos.
No sé, y no sé por qué se produce,
o quizás sí lo sé,
lo que ocurre es que no soy capaz
de vencer esos miedos,
no soy capaz de dominarlos, mejor dicho.
Me abrazan, me aprisionan,
me aturden y confunden,
me ponen malo
y sucesos normales se convierten
en algo extraordinario en mi vida.
Es como si viera la muerte que está llegando,
que me está acechando.
Es un auténtico pánico.
Así pasó el domingo
y así se fue, diluyendo, también,
ese miedo con el paso de las horas,
mejor en la tarde-noche,
pero así transcurrió el domingo,
viendo películas y más películas.
En resumen:
"Día quince,
encerrado a la fuerza
con miedo y sin humor."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/20
4.235 - FRAGMENTOS DE UN DIARIO - DÍA 14
Hay que animar el alma y animarse.
Encontrar esa palabra de aliento,
esa mirada que brille,
ese labio que musite una canción,
ese oído que escuche a la naturaleza
y al jilguero del vecino.
Por todo esto y mucho más
hay que animar el alma para que viva,
los labios para que hablen y charlen,
los ojos para que vean y busquen
más allá de las ventanas,
los oídos para que dejen de elaborar cera
y afinen las notas y voces que mandan las estrellas.
Hay que animarse y decir "que adelante",
que la vida prosigue,
que no se para,
que debo mirar con otros ojos lo que me rodea
y lo que nos rodea.
Que esto que pasa es un paréntesis,
un antes y un después, que es el presente,
pero éste presente, ahora ya es pasado
y luego será futuro,
y así sucesivamente.
Así que ¡ánimo chaval!, no tengas miedo y tú sonríe,
¿no ves que el miedo no existe?,
¿qué es producto de los nervios?...
Pues entonces a dejar los nervios en la nevera,
que se congelen y si no es suficiente
los pasamos luego por el microondas
para que tengan una doble ración.
...Pero hablando en serio.
Esto va a pasar y pasaremos, ya lo verás.
Hablo en primera persona, (como debe de ser),
y luego en segunda contigo. (Hay que ser egoísta),
Y cuando esto pase nos veremos,
no sé cuándo ni donde, pero nos veremos.
Daremos ese paseo soñado y cientos de ellos más,
aunque no me preguntes por qué sitios
ya que dejaremos que la barca vaya sin timón
a cualquier parte.
Veremos ríos,
subiremos montañas,
bajaremos barrancos,
caminaremos por ciudades,
recorreremos aldeas,
entraremos en iglesias
y luego, al atardecer de algún día,
nos sentaremos al borde de la cañada real
para ver pasar a las ovejas.
Y cuando pasen,
cuando se vayan alejando de nosotros,
te abrazaré en silencio,
tomaré tu cara con mis manos
y buscaré tus labios con mis labios para besarte,
y mientras, te sentiré estremecer,
cuando leas el poema que guardo en mis pupilas
y que dice que te quiero.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/20
4.234 - DEJA...
Deja que mire
la luz de la mañana
por la ventana.
Deja que vea
las olas en la playa
con las resacas.
Deja que aspire
el yodo de las algas
que da el nordeste.
Deja que busquen
mis ojos a la ardilla
que está en el parque.
Deja que nade,
y sueñe, con el cisne
en el estanque.
Deja que beba,
el agua, de la fuente
tan cantarina.
Deja que mire
de noche a las estrellas
para dormirme.
Deja que sienta
tus labios, en mis labios,
robarme un beso.
...Y si me dejas
gozar de estos detalles
seré feliz.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/20
4.233 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 13 (TARDE)
He visto llegar a la paloma y he sonreído.
Sí, en su patita venía...
Venían besos,
venían caricias y venía un abrazo.
Seguí sonriendo.
No hacía falta que me dijera nada.
Lo dejó en la ventana y yo me acerqué a tomarlos,
a recibirlos, a darles el "buenos días",
a sentirlos en mi cara, en mi cuerpo.
Era una prolongación de los rayos del sol
que hoy me saludaban,
era un saludo en la mañana.
La paloma se movía inquieta en el alfeizar,
quizás esperaba una respuesta.
Volví a sonreír y sí, si tenía respuesta.
Cerré los ojos.
Entonces empecé a soñar...
Era un paseo.
Largo, con muchos árboles,
por la orilla de un río.
No sabría decir donde,
pero había lugares con sombra.
Lugares de luz, con muchos...
muchos jardines también
y una gran diversidad de árboles.
Y allí, estaba, paseando.
Y allí te vi.
Estabas sentada en un banco.
Leías un libro.
Me acerqué.
Me miraste.
Sin decir nada me senté a tu lado.
Tú continuaste leyendo.
Entonces algo nos llamó la atención, a los dos,
y nos levantamos de pronto del asiento.
¡Ah, pero qué tontos!, había sido un ruido.
Nos volvimos a sentar.
Yo sabía que algo pasaba,
que algo estaba sucediendo y quería hablarte,
quería decirte "Hola, ¿qué estás leyendo?",
pero no me atrevía.
Tú levantaste la cabeza del libro,
miraste al río y me miraste a mí.
Sonreías.
Bajé la cabeza.
Entonces oí tu voz:
-Bueno, me vas a preguntar ¿qué estoy leyendo?
Me eché a reír.
-Sí, es cierto. Eso estaba pensando. Quería preguntártelo pero no sabía cómo.
-Pues no era tan difícil. Solamente tenías que decirlo.
Suspiré profundamente.
Habías sido tú, quien rompiera el hielo,
quien abriera esa puerta,
quien diera alas y esperanzas a mis sueños.
Iniciamos una conversación
acerca de lo que estabas leyendo, de ese libro.
Dijiste que, bueno,
que era un libro de poemas,
concretamente las "Rimas" de Bécquer.
-Uff... Las Rimas de Bécquer... ¡Muy romántico!
Sonreíste.
-Estaría bien dar una vuelta. ¿Quieres acompañarme?
-¡Pero bueno!, si ni siquiera sé tu nombre.
-¿Importan los nombres en este momento?
-Bueno, de alguna manera tendré que dirigirme a ti, o tendré que llamarte, o no sé...
-Entonces, si precisamos de nombres, yo te llamaré Esperanza.
-¿Esperanza?
Sonreíste.
-Bueno, ¿y tú?.
-No sé.
-Te puedo llamar don Juan.
-Oh, eso te parezco, ¿un don Juan?
-Es broma, no me hagas caso. Puede ser la influencia de las rimas que estoy leyendo.
-No tiene importancia.
-Pero ¿continúas aún con ganas de dar ese paseo?
-Sí, sí, ¿por qué no?, me encantaría, además.
-Pues venga, vamos a dar una vuelta. Vamos hasta el molino que está un poquito más abajo.
-No sabía yo que había un molino ahí.
-Sí, si, hay un molino, ya verás, bueno, mejor dicho, fue un molino, ahora ya solo quedan las cuatro paredes de piedra y el cauce por donde bajaba el agua.
-Pues vamos a verlo.
Empezamos a caminar río abajo
buscando ese lugar donde, presumiblemente,
debían estar los restos del molino.
Y comenzamos a hablar.
Intercambiamos frases y palabras,
atendiendo a lo que nos decíamos.
Que sí, que sí. Nos emborrachamos,
nos embriagamos y llegamos hasta el molino,
sin darnos cuenta.
-Esto es muy bonito, tiene hasta una especie de represa.
-Sí, ya te lo había dicho.
-No me imaginaba nada igual.
-Bueno, pues otra cosa que has visto, y que has conocido.
-Sí, si, por supuesto. Lo que menos esperaba yo, hoy, era algo parecido, bajar y encontrarme a alguien que me prestara atención.
-Y ¿por qué no?
-Normalmente, no suele suceder eso. Si hablas la gente se asusta. Te mira con desconfianza y es lógico. Vivimos en unos momentos y en una situación que se presta a ello.
-Pero también pueden suceder otras cosas, como ésta. Y es que te encuentras a alguien que te conteste, que te diga que sí, que eres más que una sombra que va a tu lado, que sigue tus pasos y tus huellas, que va contigo a todas partes, que piensa lo que tú piensas, que siente lo que tú sientes, que lée la misma novela o las mismas rimas que tú estás leyendo, porque formo parte de ti. Soy tu sombra y tu esperanza. Soy tú y estás en mí, sin que tú lo sepas, sin que te des cuenta. Por eso te quiero, sin decírtelo nunca. Te quiero desde mi silencio. Te amo con un... con sencillez, con respeto, de esa manera invisible y casi imperceptible, como puede hacerlo una sombra. ¡Así soy!
Entonces te miré.
Miré tus ojos y vi que estaban llorando.
Miré tus labios y me di cuenta
de que estaban temblando,
y, entonces, simplemente te besé.
Fundí mi sombra en tus labios
y sentí el candor intenso de ese beso.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/03/20
4.232 - CAMINA UN POCO...
Camina un poco,
pequeño saltamontes,
sigue adelante.
Hace buen día,
ya cantan las cigarras,
pacen las vacas.
Sal de paseo,
embriágate del día,
es primavera.
También, la alondra,
planea con sus alas
por los jardines.
Habrá gorriones
y alguna golondrina
te escoltará.
Que vuestro canto
nos traiga la alegría
en la mañana
Y para ti,
ardilla juguetona,
corre en el parque.
Sube a los robles,
desplázate en sus ramas,
salta por ellas.
"...Así, los sueños,
que ansían tantos niños
verán la vida..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/03/20
4.231 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 13
Me gustaría poder cerrar los ojos
y hacer realidad algún sueño
de los muchos que pasan por mi cabeza.
Me gustaría poder llevarte a esa montaña
que describía la otra tarde.
Caminar por la playa,
ir hasta el faro,
asomarnos a la balconada de la barra,
sentarnos junto a las rocas
para escuchar el murmullo del mar,
aspirar el olor del salitre e impregnar el cuerpo
con el yodo de la orilla,
volver paseando y entrar en la capilla
a rezar una Salve a la Virgen,
mirar el pueblo, a lo lejos,
y contemplar como sus luces
parecen diminutas luciérnagas
que se estiran por las aguas,
caminar y escuchar nuestros pasos
mientras las manos se buscan
y se unen para llevar el compás de nuestros corazones.
...Me gustaría repetir ese paseo
y volver a revivirlo una y mil veces más,
hasta que el sueño se hiciera realidad,
y los sentidos sintieran el trasplante
y los corazones volvieran a latir
para salir de la oscuridad y el silencio de ahora,
para volver a ese mundo de la infancia y la inocencia,
tan añorado...
Me gustaría volver a amar,
sentir erizarse la piel al notar tu presencia,
buscar tu mirada en las letras
y los versos que has escrito,
vibrar, el corazón, en un escalofrío
al llegarme tus palabras
envueltas en esos versos de plata
escanciados desde lejos.
Me gustaría escuchar el latido de tu alma
y limpiar una lágrima de alegría, en tus ojos,
con un beso de mis labios.
¡Me gustaría...!
Rafael Sánchez Ortega ©
27/03/20
4.230 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 12
Ahora vamos tú y yo.
Somos dos y nos miramos de vez en cuando.
Sonreímos y unas veces hablamos
y otras no decimos nada.
Son momentos en que sobran las palabras.
Quizás nos preocupamos más de respirar bien,
que no nos falte el aire.
Y así, cuando subimos un pequeño repecho,
hacemos alguna parada para coger fuerzas,
para tomar aire, para no cansarnos
y, también, para mandar con nuestros labios
un soplo de brisa a la cara que tenemos cerca,
y así, abrir una sonrisa en sus labios.
Pero ya queda poco.
Estamos casi llegando.
Merece la pena el esfuerzo, ya lo verás.
Con suerte, vamos a llegar antes de atardecer
y así podremos ver como se marcha el sol
y como se despide,
dejándonos sus últimos rayos en las rocas de la montaña.
Es un espectáculo maravilloso.
Yo le conozco.
Le he visto y le he vivido,
pero tú lo vas a ver por primera vez.
Igual que luego,
una vez que el sol se ha marchado y despedido
podrás ver y contemplar como salen las estrellas,
como el cielo se puebla de infinitas luces pequeñitas
que mandan mensajes,
que se hablan entre ellas
y seguro que te vas a quedar mirándolas
y hasta hablándolas,
pidiéndolas que te digan algo
y que te confíen sus secretos.
Entonces buscarás mi mano
y yo tomaré la tuya.
Viviremos ese momento y ese instante,
intensamente.
Sentiré como te estremeces,
y tú sentirás mi sangre acelerada
mientras acaricio tu mano,
mientras te miro,
mientras veo a través de tus pupilas,
a ese cielo y a las estrellas.
¡Mientras te beso!
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/20
4.229 - CON GRAN SILENCIO...
Con gran silencio,
llegaste primavera
y estás callada.
No nos molestas,
tampoco nos agobias
con tu ternura.
Aunque extrañamos
el bello colorido
de las praderas.
La flor que nace,
en árboles y arbustos,
y en las macetas.
Las recordamos,
afuera, por las plazas
y los caminos.
Y mientras tanto
prosigue en un invierno
esta añoranza.
La de mirarte,
sentirte en los latidos
del corazón.
En el saludo
y el canto de las aves
por los jardines.
Y en ese baile
que ansían los sentidos,
de la pasión.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/20
4.228 - VEO LOS PÁJAROS...
Veo los pájaros
volar en la alameda,
y voy con ellos.
Sigo su vuelo,
contigo de la mano,
cierro los ojos.
En un instante
subimos a los cielos
a descansar.
Allí miramos,
la tierra y las estrellas
que nos rodean.
Luego buscamos
la sombra de la luna
con su candor.
Y le pedimos
un beso y un abrazo
para seguir.
Y proseguimos
un viaje inolvidable
por un poema.
Letra tras letras,
los versos se componen
y cobran vida.
Es nuestra vida,
llegando hasta el cuaderno,
lo que se escribe.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/03/20
4.227 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 11
Día 11 por la tarde.
Hoy quiero salir de paseo
y para ello nada mejor que cerrar los ojos.
Cerrar los ojos y dejar volar la imaginación.
Decirte "que si te animas",
"que si quieres venir a dar ese paseo y una vuelta".
Mira, podemos ir hasta "la península",
sí, aquella península, con los pinos,
por la que tantas veces hemos paseado.
Bueno, tampoco fueron muchas, quizás unas poquitas,
pero se han quedado muy grabadas, ¿verdad que sí?.
Recuerdo una vez que fuimos y,
andando por los caminos que tiene,
por aquellas sendas,
encontramos un rincón,
un rincón apartado allí,
junto a los acantilados.
Había una senda de pescadores que bajaba abajo,
a las rocas desde donde pescaban,
bien con cañas o, algunos,
incluso hasta percebes.
Pues nos sentamos allí, en un rinconcito.
No molestábamos a nadie,
aunque también nadie nos molestaba a nosotros.
Podíamos hablar de nuestras cosas,
podíamos quedarnos en silencio,
podíamos mirar el mar que, en la distancia,
se mostraba firme, magestuoso, sereno,
con ese azul que parecía un manto
y quería cubrirnos de paz.
También veíamos los barcos.
Barquitos que salían.
Barcos grandes.
Petroleros algunos, incluso hasta de pasaje.
Podíamos ver, también, la playa,
las grandes playas con gente, paseando,
tomando el sol, caminando por la orilla del agua.
Y tal vez lo hacíamos desde esa complicidad que teníamos,
en esa charla sin palabras,
ese mirarse nuestros ojos, de vez en cuando,
en ese acercarse nuestras manos
de modo tímido, pero buscándose,
llevando la caricia,
hablando, de vez en cuando, de alguna cosa
que nos había sucedido,
por la que mostrábamos interés.
Preguntándonos y, sobre todo,
sintiéndonos tan cerca.
Es verdad, ¡sobraban las palabras!
Y eso lo hacía la unión.
Estábamos libres.
Libres, iba a decir como ahora, pero no,
ahora no estamos libres,
ahora estamos volando en un sueño
largo y profundo.
...Y recuerdo que aquellas veces,
que nos encontrábamos así,
también soñábamos y también volábamos
con nuestros sueños
porque unas veces nos trasladábamos a las montañas,
otras a los ríos,
incluso aquella cueva donde nos metimos alguna vez.
Parecíamos aventureros,
pero quizás era la edad.
Tampoco medíamos el riesgo.
No éramos espeleólogos, por supuesto,
ni siquiera montañeros.
Teníamos ganas, quizás de...
correr una aventura y eso hicimos.
Nos metimos en ella. Salió bien.
También nos jugamos la vida
y así me lo dijiste alguna vez,
pero bueno...
Al final hoy lo contamos,
también, lo recordamos,
incluso con la sonrisa en los labios.
...Sí, aquella tarde fue muy bonita
y en aquella península
era toda la vida para nosotros.
No sé si era otoño o era invierno,
¡no, no lo sé!,
sé que apenas había gente. Paseamos por ella.
Sí, luego nos levantamos de aquel rincón
que antes describí.
Fuimos a dar una vuelta entre los pinares
y por allí nos sentamos,
no sé si fue en unas escaleras que había,
bajando, o en otro rincón.
Hacíamos muchas pausas,
quizás queríamos llenarnos
de aquellos momentos
para inmortalizarlos en el alma,
para que quedaran allí grabados para siempre
y para que pasara lo que pasara, en el futuro,
nadie los pudiera romper ni mancillar.
Hoy quiero volver allí pero sin nostalgia.
Quiero volver con la misma sonrisa de entonces.
Quiero que vengas conmigo,
quiero enseñarte todo aquello,
quiero reír con tu risa,
quiero mirar con tus ojos,
quiero estar contigo y estar en ti,
quiero que estés en mi corazón
y yo quiero estar en el tuyo.
¡Volemos entonces,
no lo dejemos para mañana!
¡Hagámoslo hoy...!
Rafael Sánchez Ortega ©
25/03/20
4.226 - SI CIERRAS LOS SENTIDOS...
Si cierras los sentidos,
no olvides un consejo,
mantén abierta el alma
precisa de los cielos,
los rayos que le envían
el sol y los luceros,
son fuerza y son latidos,
de barca con sus remos,
que marcha por la vida
en medio del silencio,
y arriba está la luna
mirando todo esto,
el día que amanece,
las calles en silencio,
los hombres encerrados
en casas y conventos...
No encierres los sentidos,
el alma está con ellos,
precisa de caricias
y el roce de unos dedos,
el labio sinuoso
que lleve a ti unos besos,
haciendo que suspires
y vuelvas a los sueños,
la sangre de la infancia
corriendo sin recuerdos,
haciendo que palpiten
campanas en tu pecho,
igual que mariposas
que surgen, con su vuelo,
quizás de las entrañas
de un mundo que ya ha muerto...
"...Si cierras las ventanas
no olvides que está dentro,
un hombre con el alma
cargado con sus miedos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/20
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