4.327 - FRAGMENTO DE UN DIARIO - DÍA 67 - (Tarde)
Tarde
Fuimos una generación nueva
que buscaba en las tardes
los paseos con amigos
para charlar allí de las cosas
que ocurrían a nuestro alrededor.
Por ese unos éramos demócratas
y otros republicanos,
había creyentes, practicantes
y hasta agnósticos,
en una nación detenida y sin existir,
que vivía de recuerdos y nostalgias.
Admirábamos las películas americanas
y veíamos en ellas una cultura a copiar
y una sociedad para vivir
que no teníamos.
También notábamos ya las debilidades
de la misma,
y era feo saber de Hiroshima,
de Vietnam y de las organizaciones
mafiosas y sindicales de aquel gran país
que nos servía de referencia.
Pero se alegraban los ojos
con el ron y la cocacola,
con el coñac y el whisky
en las discotecas,
entre un baile de cuerpos y luces
mientras dejábamos la política
aparcada por unas horas.
De vez en cuando se miraba al cielo
con miedo,
y algunos marchaban a cursillos de cristiandad
para encontrar el equilibrio colectivo
de una moral que yacía abandonada
por las almas en los conventos.
Almas dormidas e inquietas
que empezaban a soñar
y que buscaban las páginas
de autores y poetas
como Bécquer, Unamuno, Diego,
Hierro y tantos otros,
desde Lorca a Machado,
siguiendo con Hernández, Alberti,
incluso con Darío y Benedetti.
Luego volvían las almas a los cuerpos
en una fusión intermitente
y empezaban a nacer las inquietudes,
brotaban los tempranos pensamientos
y vibraban los rescoldos
de una nueva primavera...
Así, sin darnos cuenta,
entrábamos en ella.
Y llegó, de pronto, y nos abrazó
aquel huracán desconocido,
aquella mezcla de un todo,
que abrasaba las entrañas
y quemaba los sentidos
con tanta libertad...
Y pasamos de vivir y de luchar
en una edad semi romántica,
a trotar en una senda que empujaba
y que invitaba a caminar
tras mil banderas diferentes
con eslóganes y frases
que surgían de la nada
y llevaban hasta un mundo diferente,
separado por mil puentes.
...Hoy revivo aquel momento de la historia.
Me detengo en un instante mientras miro
aquellas páginas, marchitas, de un pasado,
que no vuelve.
Hay sonrisas que se quedan congeladas
en los labios,
hay promesas que recuerdas y que guardas,
hay suspiros que recoges olvidados,
hay campanas que se escuchan con latidos,
hay momentos de ese tiempo
que quisieras repetirlos...
...Al final te consuelas, mientras piensas
que estás aquí, tras estas letras,
y que, para bien o para mal,
tienes suerte de contarlo.
(Unas lágrimas por ti y para ti,
con una sonrisa,
querido amigo y compañero,
que no pudiste conseguir
aquel mundo de ficción
y te quedaste en el camino.
Te veo allí, tras esas puertas
de un otoño señorial
confundido, como yo,
en tantos sueños
de una nueva primavera)
Rafael Sánchez Ortega ©
20/05/20
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