4.580 - ERA UNA TARDE...



Era una tarde

de invierno, la recuerdo,

fue en el paseo.


Te vi leyendo.

Estabas en un banco,

ajena al mundo.


Me sorprendió

el verte, concentrada,

con aquel libro.


Pensé mil cosas,

incluso en preguntarte

que qué leías.


Pero seguí,

andando en el silencio

y sin palabras.


Atrás quedaste

envuelta en el misterio

que me causaste.


Nacieron sueños,

encuentros de otras tardes

y hasta suspiros.


Pero las rosas,

lloraron, sorprendidas

al ver mi marcha.


Nunca entendieron

los pasos que yo daba

hacia la nada.


Rafael Sánchez Ortega ©

18/01/21


Es una de esas escenas que tantas veces habremos soñado y pasado del mundo de la novela y el relato, incluso del cine, a nuestra propia vida, para hacer una especie de figura central y romántica con aquellos guiones que tanto se llevaban en nuestra juventud. Eran sueños y fantasías para ansiar una vida nueva y diferente con unos personajes que también lo eran y lo deseaban, aunque fuera en sueños y cargados siempre con la utopía de entonces.

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