4.729 - TEMBLABA...
Temblaba el ciervo,
herido en la pradera,
por un disparo.
Me sorprendió
los ojos que pedían
una caricia.
No había sido
mi mano la causante
de esta desgracia.
Temblaba el mar
por culpa de los vientos
y la galerna.
Y ese temblor
cundía entre los barcos
a la deriva.
Eran juguetes
en manos del destino
y de los cielos.
Temblaba el junco
que estaba en la ribera
oyendo al río.
Tristes canciones
mandaban los meandros
hasta la orilla.
Y el alma, alegre,
del niño que soñaba
se estremecía.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/21
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