5.881 - UNA TARDE DE OTOÑO...
Una tarde de otoño
me enseñaste unas letras
con tu sangre en la tinta
y me hablaste con ellas.
Me contaste mil cosas
en sus rimas inquietas,
y también me mostraste
la ternura que llevas.
Es tu alma, sin duda,
la que pulsa esas teclas,
la que hace y transforma
a la rima en poema.
Y nacieron suspiros
con sus alas traviesas,
y cerrando los ojos
yo sentí tu presencia.
Me invitaste a tu vuelo
y acepté sin reservas,
y dormí entre tus alas,
muy sutiles, de seda.
Y cruzamos los versos
evitando respuestas,
de preguntas capciosas
por amos al poema.
Y es que nunca lo hablamos,
pero amamos las letras,
y se amaron las almas
de una forma sincera.
Yo temblé, en el silencio,
con mis miedos y penas,
al sentir la penumbra
y temer que te fueras.
Más la luz de la vida
comprendió que el poema,
eran versos y tinta
de la sangre y las venas.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/24
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