SOPLA EL VIENTO...
Sopla el viento y me abraza con sus besos
mientras suena la música encantada,
es de noche y no brillan las estrellas
y la lluvia se acerca y amenaza.
Hay sonido de puertas y cristales
y se mueven nerviosas las ventanas;
¡es el viento!, me digo en un suspiro,
la galerna que llega hasta la playa.
Hay galernas de vientos y tormentas
que derriban y azotan a las casas
pero hay otras de llantos y gemidos
que aniquilan los muros de las almas.
Y es en estas, que el beso se transforma,
y el abrazo se cambia por las lágrimas,
se entristecen sin más, los corazones,
y los ojos parecen dos fontanas.
Yo quisiera escuchar estos sonidos,
ese viento que llega y que reclama,
esa música dulce y ululante
con sus notas que embrujan sin palabras.
Más el alma temblando, está despierta,
no conoce a este viento que le llama,
ni conoce la voz y los latidos
de ese pecho furioso que le abraza.
¡Es el viento!, repito nuevamente,
la galerna de otoño está cercana,
son los gritos del cielo renovados
que desean la paz y la esperanza.
Una paz y una brisa duraderas
y una mar y unas olas con su calma,
donde llegue la luna por la noche
a bailar ese vals en la distancia.
Sonarán los violines con el viento,
mientras busca la luna plateada,
ese dulce reflejo que se estira
perezoso y coqueto por sus aguas.
"Sopla el viento y me abraza con sus besos",
y me quedo dormido con su nana,
en un sueño sin miedos ni temores,
con el alma, tranquila, que descansa.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/10/10
mientras suena la música encantada,
es de noche y no brillan las estrellas
y la lluvia se acerca y amenaza.
Hay sonido de puertas y cristales
y se mueven nerviosas las ventanas;
¡es el viento!, me digo en un suspiro,
la galerna que llega hasta la playa.
Hay galernas de vientos y tormentas
que derriban y azotan a las casas
pero hay otras de llantos y gemidos
que aniquilan los muros de las almas.
Y es en estas, que el beso se transforma,
y el abrazo se cambia por las lágrimas,
se entristecen sin más, los corazones,
y los ojos parecen dos fontanas.
Yo quisiera escuchar estos sonidos,
ese viento que llega y que reclama,
esa música dulce y ululante
con sus notas que embrujan sin palabras.
Más el alma temblando, está despierta,
no conoce a este viento que le llama,
ni conoce la voz y los latidos
de ese pecho furioso que le abraza.
¡Es el viento!, repito nuevamente,
la galerna de otoño está cercana,
son los gritos del cielo renovados
que desean la paz y la esperanza.
Una paz y una brisa duraderas
y una mar y unas olas con su calma,
donde llegue la luna por la noche
a bailar ese vals en la distancia.
Sonarán los violines con el viento,
mientras busca la luna plateada,
ese dulce reflejo que se estira
perezoso y coqueto por sus aguas.
"Sopla el viento y me abraza con sus besos",
y me quedo dormido con su nana,
en un sueño sin miedos ni temores,
con el alma, tranquila, que descansa.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/10/10
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