SE DEJAN LAS TINIEBLAS Y EL PASADO...
"...A veces las tinieblas son densas telarañas..."
Se dejan las tinieblas y el pasado
varadas en un banco de la playa,
se olvida que las mismas son cortinas
de un pozo de profundas telarañas.
Los hombres suspiramos recordando
el trozo de ese tiempo que nos falta,
las sombras y tinieblas tan espesas
vividas anteayer, en nuestra infancia.
Crecemos entre sueños y quimeras
buscando la alegría tan lejana,
la linda primavera de los cuentos,
la rosa del jardín tan delicada.
Buscamos en los campos y campiñas
la flor de primaveras ya lozanas,
y vemos como llegan las tinieblas
y acaban con la búsqueda soñada.
Entonces unos hilos pegajosos
envuelven a los sueños y esperanzas,
los mezclan con las dudas y los miedos,
haciendo que se ahoguen en las almas.
Se apagan los rescoldos de la hoguera
y mueren las sonrisas de las brasas,
las llamas de los pechos languidecen
y parten por la vida hacia la nada.
Por eso las tinieblas nos enredan,
buscamos ese labio y las palabras
que vengan a los nuestros, susurrando,
un poco de salitre entre sus aguas.
Las aguas de los mares cristalinas
bien saben de pasiones y venganzas,
y saben de deseos y promesas
con risas y con lágrimas saladas.
Dejamos las tinieblas y el pasado
ocultas tras el fiel de la balanza,
y vamos sin dudar hacia el destino,
rasgando las crueles telarañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/11
Se dejan las tinieblas y el pasado
varadas en un banco de la playa,
se olvida que las mismas son cortinas
de un pozo de profundas telarañas.
Los hombres suspiramos recordando
el trozo de ese tiempo que nos falta,
las sombras y tinieblas tan espesas
vividas anteayer, en nuestra infancia.
Crecemos entre sueños y quimeras
buscando la alegría tan lejana,
la linda primavera de los cuentos,
la rosa del jardín tan delicada.
Buscamos en los campos y campiñas
la flor de primaveras ya lozanas,
y vemos como llegan las tinieblas
y acaban con la búsqueda soñada.
Entonces unos hilos pegajosos
envuelven a los sueños y esperanzas,
los mezclan con las dudas y los miedos,
haciendo que se ahoguen en las almas.
Se apagan los rescoldos de la hoguera
y mueren las sonrisas de las brasas,
las llamas de los pechos languidecen
y parten por la vida hacia la nada.
Por eso las tinieblas nos enredan,
buscamos ese labio y las palabras
que vengan a los nuestros, susurrando,
un poco de salitre entre sus aguas.
Las aguas de los mares cristalinas
bien saben de pasiones y venganzas,
y saben de deseos y promesas
con risas y con lágrimas saladas.
Dejamos las tinieblas y el pasado
ocultas tras el fiel de la balanza,
y vamos sin dudar hacia el destino,
rasgando las crueles telarañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/11
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