HE MIRADO LAS MANOS...
He mirado las manos manchadas
del obrero que vuelve del campo,
y he notado sus ojos serenos
admirando camino y sembrados.
Yo quisiera ser hoja liviana
y hasta brisa que roce sus manos,
y ser fuente, con voz cantarina
para dar y ofrecerle un buen trago.
Pero debo mirar en silencio
a ese hombre que pasa despacio,
que susurra, quizás, unas letras
de un bolero de tiempos pasados.
Ya se marchan al nido las aves
y se vuelve a su risco el milano,
con la luna que sale en el cielo
para el sol que despide sus rayos.
Y es el hombre, sutil paradoja,
el que surge del lodo y el barro,
el esclavo del mar y la tierra
y tomar ese pan tan ansiado.
Porque todo el que nace se muere,
aunque deba vivir muchos años,
con la cruz e ilusión en su frente
de vivir con sudor el trabajo.
Mas no debe perder la sonrisa,
aunque líe con prisa el tabaco,
y se fume el cigarro maligno
que le anuncian también los ancianos.
Es la vida, tal vez, lo que importa,
un suspiro y un grito a lo alto,
es la eterna canción del olvido
mientras vas al trabajo cantando.
"...He mirado las manos manchadas
y en las mismas he visto un retrato:
era Dios caminando sin prisa,
por oscuras veredas y atajos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/12/16
del obrero que vuelve del campo,
y he notado sus ojos serenos
admirando camino y sembrados.
Yo quisiera ser hoja liviana
y hasta brisa que roce sus manos,
y ser fuente, con voz cantarina
para dar y ofrecerle un buen trago.
Pero debo mirar en silencio
a ese hombre que pasa despacio,
que susurra, quizás, unas letras
de un bolero de tiempos pasados.
Ya se marchan al nido las aves
y se vuelve a su risco el milano,
con la luna que sale en el cielo
para el sol que despide sus rayos.
Y es el hombre, sutil paradoja,
el que surge del lodo y el barro,
el esclavo del mar y la tierra
y tomar ese pan tan ansiado.
Porque todo el que nace se muere,
aunque deba vivir muchos años,
con la cruz e ilusión en su frente
de vivir con sudor el trabajo.
Mas no debe perder la sonrisa,
aunque líe con prisa el tabaco,
y se fume el cigarro maligno
que le anuncian también los ancianos.
Es la vida, tal vez, lo que importa,
un suspiro y un grito a lo alto,
es la eterna canción del olvido
mientras vas al trabajo cantando.
"...He mirado las manos manchadas
y en las mismas he visto un retrato:
era Dios caminando sin prisa,
por oscuras veredas y atajos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/12/16
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