PORQUE LA LLUVIA...
Porque la lluvia llega de repente
y viene sin claveles y con frío,
tendría que buscar esa cabaña
con el refugio y fuego tan amigo.
Pasemos de este símil a la vida,
veamos girasoles encendidos
en medio de tormentas y galernas
mordiendo los trigales amarillos.
Huyemos del avance pavoroso
al último rincón del paraíso,
y luego contengamos el aliento
tratando de pasar inadvertidos.
No sé si nuestros cuerpos juveniles
verán, en la quietud, a los mendigos,
y puede que en su avance, tembloroso,
no dejen la limosna en el platillo.
Es fácil que confundan a las olas
con notas escapadas de un vinilo,
igual que a las gaviotas de la playa
el cambio se produzca por pingüinos.
En este manantial, inagotable,
que baja desde el cielo como un río,
se funden y desbocan las pasiones
dejadas por los dioses del Olimpo.
Perpétuas francachelas siderales,
lecciones de juglares escondidos,
con miles de entelequias de los sabios
y versos de poetas no nacidos.
Se atascan, sin parar, alcantarillas,
los ramos con las rosas y los lirios
nos muestran la tristeza con su llanto
y luego se desnudan los vestidos.
"...Porque la lluvia llega, de repente,
escribo, sin saber, bien lo que escribo,
y entonces esos pétalos sagrados
me besan y señalan el camino..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/17
y viene sin claveles y con frío,
tendría que buscar esa cabaña
con el refugio y fuego tan amigo.
Pasemos de este símil a la vida,
veamos girasoles encendidos
en medio de tormentas y galernas
mordiendo los trigales amarillos.
Huyemos del avance pavoroso
al último rincón del paraíso,
y luego contengamos el aliento
tratando de pasar inadvertidos.
No sé si nuestros cuerpos juveniles
verán, en la quietud, a los mendigos,
y puede que en su avance, tembloroso,
no dejen la limosna en el platillo.
Es fácil que confundan a las olas
con notas escapadas de un vinilo,
igual que a las gaviotas de la playa
el cambio se produzca por pingüinos.
En este manantial, inagotable,
que baja desde el cielo como un río,
se funden y desbocan las pasiones
dejadas por los dioses del Olimpo.
Perpétuas francachelas siderales,
lecciones de juglares escondidos,
con miles de entelequias de los sabios
y versos de poetas no nacidos.
Se atascan, sin parar, alcantarillas,
los ramos con las rosas y los lirios
nos muestran la tristeza con su llanto
y luego se desnudan los vestidos.
"...Porque la lluvia llega, de repente,
escribo, sin saber, bien lo que escribo,
y entonces esos pétalos sagrados
me besan y señalan el camino..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/17
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