LLEGÓ EL VIENTO...
Llegó el viento, invisible, con su aullido
azotando ventanas y las puertas,
y a la vez se quedaron boquiabiertas
las gaviotas con vuelo detenido.
Fue un momento fugaz, casi un latido,
un susurro de aceros y reyertas;
parecía que abrían las compuertas,
unas manos del cielo enfurecido.
Pero el viento surgido de esos labios
era un viento cruel y de leyenda
como parte genuina de un fragmento.
Era el cielo mandando sus agravios
como nota fugaz, y reprimenda,
para el hombre centrado en su momento.
"...Porque el tiempo que pasa, cada día,
no es real, sin robarle su alegría..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/09/17
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