4.132 - LA PUERTA ABIERTA...



La puerta abierta
me enseña tu figura
tan delicada.

Estabas sola,
sentada en la ventana,
mirando al mar.

Sobre las olas
descansan las traineras
y las gaviotas.

Pasé a tu lado,
te dije, ¡buenas tardes!
y te besé.

Me sonreíste
y, luego, me invitaste
a estar contigo.

Así pasamos
un rato, en esa tarde,
inolvidable.

Cerré los ojos,
mis manos te buscaron,
y te abracé.

Noté tu cuerpo
temblando, y tus latidos,
y suspiré.

Tú me miraste
con ojos soñadores,
como los míos.

Rafael Sánchez Ortega ©
06/02/20

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