4.512 - OIGO LA VOZ...



Oigo la voz

que surge del silencio,

y que me llama.


Dice mi nombre,

quizás, en un susurro,

pero profundo.


Y se estremecen

las fibras de mi alma

tan infantiles.


Hoy tengo miedo.

Los ojos se me cierran

y ya no veo.


Desde las sombras

me llegan las palabras

del sol y el viento.


Hablan y hablan,

en cháchara traviesa,

porque son libres.


Desde los sueños

recibo multitud

de sensaciones.


Pero la risa,

tu voz y las palabras

están calladas.


Yo las preciso,

las quiero y las ansío

igual que a ti.


Rafael Sánchez Ortega ©

16/11/20


Con un pequeño esfuerzo e imaginación creamos una imagen en esa soledad de cada alma. Así podemos escuchar la voz invisible nos envía el silencio y que susurra mi propio nombre de boca y labios de la persona amada que se oculta allí, tras la luz del silencio y en ese mundo de sombras y sorpresas. Luego se oyen voces, susurros, pero es una cháchara como si las cigarras estuvieran dando rienda suelta a un concierto en la noche. Se escucha y se imagina, se piensa y se duerme el alma, ¡se sueña, quizás, y no se quiere despertar!

***

Se han quedado vacíos los jardines y las flores marchitas se han dormido. Estamos a mitad del mes de noviembre y el año avanza rápido hacia ese final tan cercano donde la Navidad es el centro, (en otros años), y en este ni siquiera sabemos cómo será y si llegaremos a vivirla.

Surgen noticias en prensa y televisión anunciando la creación de vacunas que estarán muy pronto en el mercado y en los hospitales. Parece que el anuncio es inminente, (o eso parece), ya que la propaganda y las voces de personas interesadas así lo proclaman. 

Y mientras, nosotros, seguimos en ese compás de espera, en una especie de agonía y pérdida de tiempo en la vida, dejando correr los minutos y mirando atrás, para ver si es verdad lo que está sucediendo, y diciéndonos que no, que no puede ser, que debemos tener el reloj de la vida parado y que todo es una pesadilla.

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