5.100 - MIRÉ TUS MANOS...



Miré tus manos

un tanto envejecidas

y abandonadas.


Años y arrugas

dictaban ese estado

inexorable.


La vida pasa,

nos hiere sin descanso

y continúa.


Ese tatuaje

nos marca fuertemente

y para siempre.


Días y meses,

de esfuerzos y trabajos

allí se esconden.


También conservan

el tacto irreverente

del cuerpo amado.


Recuerdo un día

que, a ellas, otras manos,

se compararon.


Eran de un niño,

el nieto tan querido

cual querubín.


Y vi las lágrimas

surgir de las pupilas

de aquel abuelo.


Rafael Sánchez Ortega ©

29/05/22


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