HOY TE HE VISTO, MI ROBLE ENVEJECIDO...
Hoy te he visto, mi roble envejecido,
desprovisto de ropas, sobre el agua,
tenías la actitud del moribundo
y elevabas al cielo tu plegaria.
La base y las raíces sumergidas,
el tronco oscurecido se apagaba,
las nubes con la noche paso a paso
miraban tu figura ensimismadas.
Yo estaba cual testigo silencioso
mirando y remirando aquella estampa,
tu vida, viejo roble tan anciano,
y el paso de la misma por mi alma.
Pensaba en los destinos de la vida,
en los cruces que marca la distancia,
en los sueños vividos hace tiempo
y en otoños con hojas tan doradas.
Pensaba en la tragedia de los hombres
buscando soñolientos los fantasmas,
aquellos que dejaron siendo niños,
olvidados, por culpa de su infancia.
Pero entonces hablaban los susurros
escapados del bosque y de las hadas,
mientras tú, viejo roble de mis sueños,
con tu sombra paciente me abrazabas.
Era un niño, sin más, que ya quería
solamente el tic-tac de una mirada,
el latido de un pecho desbocado
y la voz de una mano, sin palabras.
Y quería vivir, así mi sueño,
acudiendo a tu sombra, siempre grata,
a contarte mis penas y alegrías
con la brisa secándome las lágrimas.
Porque tú viejo roble silencioso
tenías esa paz que deseaba,
tenías la caricia de los dioses
y el amor que sentía en tus entrañas.
Pero ahora te veo moribundo,
con las ramas desnudas marchitadas,
con el agua subiendo por tu cuerpo
sin que nadie suplique por tu causa.
Y yo rezo por ti, por ese Gólgota,
por tu linda sonrisa desplegada,
porque sé que el amor que me has dejado
vivirá aunque mueras en las aguas.
"...Hoy te he visto mi roble envejecido,
con tus ramas al cielo desplegadas,
querías de mis labios ese beso
y tus labios colmaron su alianza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
02/02/12
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