HOY HE VISTO TU ROSTRO CANSADO...
Hoy he visto tu rostro cansado
descansar dulcemente en el lecho,
a pesar de que el sol te llamaba
y rozaba con ansia tus senos.
Yo sentí la feroz agonía
que sin duda le embarga a los ciegos
cuando buscan el rostro añorado
que se encuentra, por cierto, muy lejos.
Pero luego volví a tu figura,
al lugar donde estaba tu cuerpo,
a ese sitio preciso y sublime
donde para el reloj un momento.
Porque tú dormitabas, ajena,
a este mundo de locos y necios,
donde presto la vida se inicia
y se cortan los lazos del cielo.
Hoy he visto tu rostro cansado
y besaron mis labios tu cuello,
para ver el temblor de tus hombros
y sentir un suspiro en mi pecho.
Y es así, corazón, lo que digo,
como es lo que escribo y te cuento,
porque tú, poesía sin nombre,
eres causa y motivo del verso.
Y este verso que sale en la tarde,
un otoño sutil y en comienzo,
es el verso que enlaza el poema
de mi dedo a tu pecho, latiendo.
Porque quiere decirte mil cosas
y entre ellas, también, que te quiero,
que te busco de noche y de día,
para darte, temblando, mis besos.
"...Hoy he visto tu rostro cansado
y no pude evitar recorrerlo,
con mis ojos que anuncian otoño
y los dedos de un niño travieso..."
Rafael Sánchez Ortega ©
03/10/15
descansar dulcemente en el lecho,
a pesar de que el sol te llamaba
y rozaba con ansia tus senos.
Yo sentí la feroz agonía
que sin duda le embarga a los ciegos
cuando buscan el rostro añorado
que se encuentra, por cierto, muy lejos.
Pero luego volví a tu figura,
al lugar donde estaba tu cuerpo,
a ese sitio preciso y sublime
donde para el reloj un momento.
Porque tú dormitabas, ajena,
a este mundo de locos y necios,
donde presto la vida se inicia
y se cortan los lazos del cielo.
Hoy he visto tu rostro cansado
y besaron mis labios tu cuello,
para ver el temblor de tus hombros
y sentir un suspiro en mi pecho.
Y es así, corazón, lo que digo,
como es lo que escribo y te cuento,
porque tú, poesía sin nombre,
eres causa y motivo del verso.
Y este verso que sale en la tarde,
un otoño sutil y en comienzo,
es el verso que enlaza el poema
de mi dedo a tu pecho, latiendo.
Porque quiere decirte mil cosas
y entre ellas, también, que te quiero,
que te busco de noche y de día,
para darte, temblando, mis besos.
"...Hoy he visto tu rostro cansado
y no pude evitar recorrerlo,
con mis ojos que anuncian otoño
y los dedos de un niño travieso..."
Rafael Sánchez Ortega ©
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