DEBO RECONOCER...
III
Debo reconocer, y sin protesta,
que anclado me quedé, con mi pecado,
pensando que era un ser abandonado,
en medio de una vida y de su fiesta.
Más tengo que seguir, fue mi respuesta,
no quiero la derrota del soldado,
si acaso la del niño que ha soñado
con arpas y violines de una orquesta.
Mi vida es hoy, la tentación humana,
aquella que se escuda con el viento
y esconde entre sus pliegues lo que siento.
La eterna realidad de una ventana,
el vaho, en el cristal, el dulce aliento,
y el alma, corazón, ya tan anciana.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/05/16
que anclado me quedé, con mi pecado,
pensando que era un ser abandonado,
en medio de una vida y de su fiesta.
Más tengo que seguir, fue mi respuesta,
no quiero la derrota del soldado,
si acaso la del niño que ha soñado
con arpas y violines de una orquesta.
Mi vida es hoy, la tentación humana,
aquella que se escuda con el viento
y esconde entre sus pliegues lo que siento.
La eterna realidad de una ventana,
el vaho, en el cristal, el dulce aliento,
y el alma, corazón, ya tan anciana.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/05/16
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