POR AQUELLAS FECHAS...
Por aquellas fechas
llevaba corbata,
camisa de cuello
y barba en la cara.
Era un jovencito
de pocas palabras,
pupilas brillantes
y alegre mirada.
Vivía la vida
con fe y esperanza,
sin miedo a la guerra
al hambre y las llamas.
Sumía sus días
detrás de una "caja",
tomando dineros
que otros sacaban.
A ratos perdidos
también estudiaba,
pulsando sus dedos
botones del alma.
Teclados sin nombre
con letras extrañas,
y así día a día
el tiempo pasaba.
De pronto, una tarde,
sintió la llamada,
el grito profundo
del mar y del agua.
Salió del trabajo,
marchó hacia la barra,
olió aquel salitre
y en él se embriagara...
Cambió su destino,
su ropa y su facha,
cambió la chaqueta
por ropa de pana.
Cambiaron sus dedos
de ser la quincalla,
retales sin nombre
a dar letras claras.
Surgieron los versos,
estrofas livianas,
a bellas sirenas
princesas y hadas.
Y así fue creciendo,
el joven sin barba,
quizás más curtido
buscando una "nana".
Buscando su mundo,
su tierra y su patria,
tal vez sin laureles,
también sin medallas.
Los versos nacían,
la fiebre aumentaba,
la prosa sublime
brotaba del alma.
De pronto otra tarde
se vio con sus canas,
mirando al espejo
que en él reflejaban.
Y entonces, se dijo,
"¿qué verso me falta,
qué estrofa no he escrito
al ser que me ama...?"
"...Por aquellas fechas,
sin duda lejanas,
un hombre nacía,
también suspiraba..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/05/16
llevaba corbata,
camisa de cuello
y barba en la cara.
Era un jovencito
de pocas palabras,
pupilas brillantes
y alegre mirada.
Vivía la vida
con fe y esperanza,
sin miedo a la guerra
al hambre y las llamas.
Sumía sus días
detrás de una "caja",
tomando dineros
que otros sacaban.
A ratos perdidos
también estudiaba,
pulsando sus dedos
botones del alma.
Teclados sin nombre
con letras extrañas,
y así día a día
el tiempo pasaba.
De pronto, una tarde,
sintió la llamada,
el grito profundo
del mar y del agua.
Salió del trabajo,
marchó hacia la barra,
olió aquel salitre
y en él se embriagara...
Cambió su destino,
su ropa y su facha,
cambió la chaqueta
por ropa de pana.
Cambiaron sus dedos
de ser la quincalla,
retales sin nombre
a dar letras claras.
Surgieron los versos,
estrofas livianas,
a bellas sirenas
princesas y hadas.
Y así fue creciendo,
el joven sin barba,
quizás más curtido
buscando una "nana".
Buscando su mundo,
su tierra y su patria,
tal vez sin laureles,
también sin medallas.
Los versos nacían,
la fiebre aumentaba,
la prosa sublime
brotaba del alma.
De pronto otra tarde
se vio con sus canas,
mirando al espejo
que en él reflejaban.
Y entonces, se dijo,
"¿qué verso me falta,
qué estrofa no he escrito
al ser que me ama...?"
"...Por aquellas fechas,
sin duda lejanas,
un hombre nacía,
también suspiraba..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/05/16
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario