AQUÍ ESTAMOS, OTRA VEZ...
Aquí estamos otra vez, en esta fecha,
aunque no sé si tú la sigues y celebras.
En realidad es un día más del calendario
y tú y yo, creo,
que seguimos caminando
por senderos diferentes.
Ignoro dónde estás y dónde andas
y si hay algo que te impide saludarme,
pero supongo que estarás ocupada
en los mil y un quehaceres
que rodean tu existencia.
Por mi parte te diré que tengo
una costura en el alma
y que no encuentro la manera
de poner el remiendo adecuado
que devuelva la sonrisa a mis labios.
Pero supongo que es cosa de la temporada,
de este invierno
que se ha metido hasta los huesos,
y, ¡por qué no!, de los años
que van cargando las espaldas
de una manera preocupante.
Quedan días para la primavera
y soy consciente de que hay que pasar
el invierno que resta,
y con él una página más del calendario
personal de la vida.
Por eso no sé si será acertado
continuar con el remiendo del alma
o dejar este trabajo para otras manos
y otro tiempo,
cuando la primavera llegue,
cuando la ilusión vuelva al pecho,
cuando el corazón recobre la energía
y sus latidos sean gritos,
(¡bendita utopía!),
cuando los días tengan tantas horas
que la noche se encoja
y las sombras acaricien
y me hagan pensar que es la luna
y las estrellas quienes llegan
a mi lado.
Porque lo evidente es que los suspiros continúan,
a pesar de la ausencia de tu mano entre la mía,
de tus dedos, que extraño,
y que los míos, me reclaman en su espacio
y contacto,
de los besos robados de tu boca
y los otros que de una manera natural
llegaban a los míos de tus labios.
Por eso te decía que "aquí estamos otra vez
y en esta fecha",
tal vez con el recuerdo, y tu recuerdo,
porque cada día del año es una fecha
y, estoy seguro, de que se podría hacer
un relato y un diario,
si me apuras,
de aquella singladura en que consciente
o inconscientemente nos embarcamos, hace tiempo,
y creímos, (o creí),
tocar el cielo con las manos.
Pero vuelvo al remiendo del alma
y creo que lo mejor será seguir así,
ya que no quiero mendigar a nadie
para que cosa esta prenda,
para que hilvane unos versos
recorriendo un recinto sagrado
y forme ese poema soñado,
y tantas veces añorado,
ya que mis dedos no aciertan
y la vista se confunde.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/02/18
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