MIS MANOS EN TUS MANOS...
"Mis manos en tus manos
mis dedos con tus dedos",
la voz que así cantaba
decía sin recelo,
y todo en una tarde
marchita del invierno,
la luna sonreía
al niño tan inquieto,
afuera, en los jardines,
rompíase el silencio
por medio de los pasos
de jóvenes inquietos,
que rápidos marchaban
en busca de los besos,
y a cambio recibían
la brisa de los vientos
por eso se inquietaban
las almas y los pechos,
carentes de caricias
y hambrientos del deseo.
"Mis manos en tus manos,
mis dedos en tus dedos",
el canto proseguía
y no como un lamento,
pasiones desatadas,
cerezas de otro tiempo,
con dedos muy nerviosos
corriendo por el cuerpo,
y así, como hormiguitas,
volvían los recuerdos,
eternas filigranas
de locos y de cuerdos,
¡bendita la inocencia
del niño que en su seno,
buscaba el paraíso
en medio de los sueños!,
por eso son sagrados
los cánticos aquellos,
que ahora recordaba
un canto soñoliento.
"...Mis manos en tus manos,
mis dedos en tus dedos..."
...Y así, sin más palabras
se hacía corto el tiempo.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/18
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