YO TAMBIÉN...
Yo también pienso en los sueños
y en dónde quedaron los mismos
ya que ahora no los veo,
no los siento,
y se me escapan, tantas veces,
que hasta dudo que existieran.
Aunque sé que soñar es de niños
y de locos,
que los hombres no sueñan
porque no tienen tiempo para ello.
Se dice que la vida es actividad y movimiento
y en ella no hay tiempo para los sueños
y sí para vivir, solamente, el presente.
Pero es entonces,
cuando pienso en ese momento mágico,
cuando me elevé con las golondrinas
en la primavera,
cuando me posé con la cigüeña
en el campanario de la iglesia,
cuando volé, como las gaviotas,
sorteando las olas
y me quedé balanceando en el aire
mirando a las resacas llegar,
para dormir en las playas
y estirarse por la arena.
Es entonces cuando bajo hasta el río,
cuando cruzo los montes,
cuando subo a las cumbres vacías,
cuando atravieso los valles,
cuando paseo por los pueblos olvidados,
cuando encuentro la libertad de la naturaleza
en los marjales
y hasta veo a los rebecos nadando entre los juncos.
Porque es ahí donde los sueños se desnudan,
donde se bañan a la luz del día que comienza,
donde se purifican de todos sus pecados,
donde muestran su inocencia,
porque solo tienen una cara,
donde sacan las palabras que no pueden decir,
y que se ahogan en su alma,
donde le preguntan a la luna
lo que otras personas no han podido decirles,
donde hablan con dios y hasta juegan con Él,
en ese duermevela de locura e inocencia...
...Me paro aquí y noto el sudor del "sueño".
El sudor que destila el alma,
el que se desprende de unas pupilas
que gotean un agua cristalina,
es el sudor de unos labios temblorosos
que musitan un nombre en el silencio,
y es la agitación de un pecho que quisiera gritar
lo que se guarda,
lo que oculta y no se atreve,
porque todo está en el sueño,
en esos sueños que se buscan,
que se escapan,
que he vivido y que he tenido
al alcance de la mano
y que, ahora, ya no sé dónde se han ido.
Al final, cuando despierto,
me digo que quizás el sueño ha terminado
hace tiempo, y que yo mismo,
sea solo ese rescoldo
de un sueño inacabado,
sin principio ni final.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/04/18
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