ES POSIBLE QUE CANTEN LAS ESTRELLAS
Es posible que canten las estrellas
al compás de los grillos y cigarras,
y la luna se estire caprichosa
en el lecho tranquilo de las aguas.
Sin embargo quisiera las canciones
que nos dejan las olas y las algas,
el rumor cantarino de la brisa
que acaricia los cuerpos y las almas.
Y quisiera ese grito que se ahoga,
el que queda silente en la garganta,
el que pide con lágrimas cautivas
esa luz que devuelva su mirada.
Es posible que canten las estrellas
y su canto se pierda en lontananza,
más allá de trigales y de campos
esperando la helada en la mañana.
Más quisiera ese canto soterrado,
el rumor de la nube que ahora pasa,
la cadencia de carros y carretas,
la tormenta que llega apresurada.
Y quisiera también, en esta hora,
esa voz que me hable sin palabras,
esa mano que venga hasta las mías,
y que roce mis sienes plateadas.
Es posible que canten las estrellas
en un canto de luz y de esperanza,
y que siembren la tierra de alegría,
y el amor se desborde por las casas.
Pero quiero ese canto tan sincero,
el que deja la alondra en la alborada,
el que grita mi pecho tan nervioso
el que deja en la noche las campanas.
Al final todo duerme en el silencio,
entre abrazos y besos que se cantan,
mientras siento a tu cuerpo entre mis brazos
y mis labios te besan y te aman.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/10
al compás de los grillos y cigarras,
y la luna se estire caprichosa
en el lecho tranquilo de las aguas.
Sin embargo quisiera las canciones
que nos dejan las olas y las algas,
el rumor cantarino de la brisa
que acaricia los cuerpos y las almas.
Y quisiera ese grito que se ahoga,
el que queda silente en la garganta,
el que pide con lágrimas cautivas
esa luz que devuelva su mirada.
Es posible que canten las estrellas
y su canto se pierda en lontananza,
más allá de trigales y de campos
esperando la helada en la mañana.
Más quisiera ese canto soterrado,
el rumor de la nube que ahora pasa,
la cadencia de carros y carretas,
la tormenta que llega apresurada.
Y quisiera también, en esta hora,
esa voz que me hable sin palabras,
esa mano que venga hasta las mías,
y que roce mis sienes plateadas.
Es posible que canten las estrellas
en un canto de luz y de esperanza,
y que siembren la tierra de alegría,
y el amor se desborde por las casas.
Pero quiero ese canto tan sincero,
el que deja la alondra en la alborada,
el que grita mi pecho tan nervioso
el que deja en la noche las campanas.
Al final todo duerme en el silencio,
entre abrazos y besos que se cantan,
mientras siento a tu cuerpo entre mis brazos
y mis labios te besan y te aman.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/10
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