HE TENIDO LA FORTUNA...
He tenido la fortuna
de nacer en la ribera,
de vivir intensamente
tantos restos de leyendas.
Los tesoros escondidos
esperándome en la iglesia,
los suspiros del pasado
en los muros y las piedras.
Siempre quise tiernamente
a esta Villa marinera,
la de padres y de abuelos,
toda llena de sorpresas.
Pero un día, lo recuerdo,
me acerqué hasta La Barquera,
a esa linda capillita
penetrando por su puerta.
Y en el fondo, el camerino,
con la imagen tan señera,
esa Reina de los Cielos
y patrona de mi tierra.
Y recé como rezaron
mis ancestros sin reservas,
esos hombres tan curtidos
y a su lado mis abuelas.
Una Salve a la Señora,
una Salve a las estrellas,
las que van en su vestido
colgaditas como perlas.
Me volví para la Villa,
retorné para mi puebla,
a buscar entre sus calles
el origen de mi esencia.
Y encontré lo que buscaba
persiguiendo muchas huellas,
callejones olvidados
y murallas ya muy viejas.
Esas piedras murmuraban,
rezumaban a sal muera,
y me daban una a una
los secretos que ellas llevan.
He nacido de unos padres
y de gente marinera,
me he criado en San Vicente
entre barcas y entre pesca.
Quien no sepa lo que es esto
yo le invito a que aquí venga,
se emborrache de esta Villa
y que beba de su néctar.
Aquí tiene lo que busca,
una Villa siempre atenta,
servicial y acogedora
con la gente forastera.
Pero sólo en San Vicente
hay Folía como fiesta,
panderetas y canciones
a esa Virgen que es tan nuestra.
Tiembla el cielo con los cantos,
las banderas ya se ondean,
mientras rugen los motores
de las barcas que se aprestan.
Más no es sólo la Folía,
el motivo de estas letras,
es la brisa y el nordeste
que nos llega de Bederna.
Cruza el Puente de La Maza,
va subiendo a La Barrera,
se detiene en El Castillo
y en su torre de defensa.
Hay un halo que subyuga
esta imagen que nos deja,
y te invito, buen amigo,
a que vengas y la veas.
A que bebas en el cáliz
que bebieron los poetas,
y que sientas el suspiro
de resacas y mareas.
Así es mi San Vicente,
sólo quiero que lo sepas,
pues si buscas algo eterno
lo verás entre sus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/10
de nacer en la ribera,
de vivir intensamente
tantos restos de leyendas.
Los tesoros escondidos
esperándome en la iglesia,
los suspiros del pasado
en los muros y las piedras.
Siempre quise tiernamente
a esta Villa marinera,
la de padres y de abuelos,
toda llena de sorpresas.
Pero un día, lo recuerdo,
me acerqué hasta La Barquera,
a esa linda capillita
penetrando por su puerta.
Y en el fondo, el camerino,
con la imagen tan señera,
esa Reina de los Cielos
y patrona de mi tierra.
Y recé como rezaron
mis ancestros sin reservas,
esos hombres tan curtidos
y a su lado mis abuelas.
Una Salve a la Señora,
una Salve a las estrellas,
las que van en su vestido
colgaditas como perlas.
Me volví para la Villa,
retorné para mi puebla,
a buscar entre sus calles
el origen de mi esencia.
Y encontré lo que buscaba
persiguiendo muchas huellas,
callejones olvidados
y murallas ya muy viejas.
Esas piedras murmuraban,
rezumaban a sal muera,
y me daban una a una
los secretos que ellas llevan.
He nacido de unos padres
y de gente marinera,
me he criado en San Vicente
entre barcas y entre pesca.
Quien no sepa lo que es esto
yo le invito a que aquí venga,
se emborrache de esta Villa
y que beba de su néctar.
Aquí tiene lo que busca,
una Villa siempre atenta,
servicial y acogedora
con la gente forastera.
Pero sólo en San Vicente
hay Folía como fiesta,
panderetas y canciones
a esa Virgen que es tan nuestra.
Tiembla el cielo con los cantos,
las banderas ya se ondean,
mientras rugen los motores
de las barcas que se aprestan.
Más no es sólo la Folía,
el motivo de estas letras,
es la brisa y el nordeste
que nos llega de Bederna.
Cruza el Puente de La Maza,
va subiendo a La Barrera,
se detiene en El Castillo
y en su torre de defensa.
Hay un halo que subyuga
esta imagen que nos deja,
y te invito, buen amigo,
a que vengas y la veas.
A que bebas en el cáliz
que bebieron los poetas,
y que sientas el suspiro
de resacas y mareas.
Así es mi San Vicente,
sólo quiero que lo sepas,
pues si buscas algo eterno
lo verás entre sus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/05/10
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