LAS HOJAS DE LOS ÁRBOLES YA VUELAN
Las hojas de los árboles ya vuelan
y bajan lentamente hasta los suelos,
se cubren las baldosas con la alfombra
y tiemblan los gorriones muy perplejos.
Septiembre se nos marcha en un suspiros,
se va con las gaviotas de los puertos
en busca de otras tierras y otros mares,
con vientos del oeste más bien frescos.
Se quedan nuestras almas con tristeza
cubiertas con las sombras y el misterio,
Octubre ya se acerca presuroso
cargado de tinieblas y recuerdos.
Las tardes van menguando lentamente,
el alba ronronea por los cielos,
sonando en las tranquilas madrugadas
campanas que nos llaman a los rezos.
Es tiempo de oración y de plegarias,
y tiempo de rezar por nuestros deudos,
los seres tan queridos que han pasado
volviendo hacia nosotros con el eco.
Entonces recordamos sus figuras,
sus caras, sus sonrisas y sus gestos,
y vemos la injusticia de la vida
en algo que supera y no entendemos.
La vida es esa eterna interrogante,
el soplo subrayado y sin acento
haciendo que otros hombres nazcan libres
y vengan a la tierra para vernos.
Entonces compartimos sus minutos,
vivimos muchos ratos y momentos
soñando con los globos de colores
y lindas mariposas por los cielos.
Más todo se evapora en un segundo,
septiembre ya se marcha y yo lo siento,
Octubre le reemplaza sin dudarlo
tomando su testigo y su relevo.
Entonces me rebelo más si cabe,
me digo que la vida no la entiendo;
no entiendo que se acabe la alegría
y acabe todo ello en sufrimiento.
Septiembre se despide en la distancia
y ondea con la brisa su pañuelo,
dos lágrimas recorren mis mejillas
y bajan temblorosas a mi pecho.
Me quedo con la angustia de mi alma,
me quedo entristecido y en silencio
y miro, sin mirar, al horizonte,
absorto y embobado con mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/09/10
y bajan lentamente hasta los suelos,
se cubren las baldosas con la alfombra
y tiemblan los gorriones muy perplejos.
Septiembre se nos marcha en un suspiros,
se va con las gaviotas de los puertos
en busca de otras tierras y otros mares,
con vientos del oeste más bien frescos.
Se quedan nuestras almas con tristeza
cubiertas con las sombras y el misterio,
Octubre ya se acerca presuroso
cargado de tinieblas y recuerdos.
Las tardes van menguando lentamente,
el alba ronronea por los cielos,
sonando en las tranquilas madrugadas
campanas que nos llaman a los rezos.
Es tiempo de oración y de plegarias,
y tiempo de rezar por nuestros deudos,
los seres tan queridos que han pasado
volviendo hacia nosotros con el eco.
Entonces recordamos sus figuras,
sus caras, sus sonrisas y sus gestos,
y vemos la injusticia de la vida
en algo que supera y no entendemos.
La vida es esa eterna interrogante,
el soplo subrayado y sin acento
haciendo que otros hombres nazcan libres
y vengan a la tierra para vernos.
Entonces compartimos sus minutos,
vivimos muchos ratos y momentos
soñando con los globos de colores
y lindas mariposas por los cielos.
Más todo se evapora en un segundo,
septiembre ya se marcha y yo lo siento,
Octubre le reemplaza sin dudarlo
tomando su testigo y su relevo.
Entonces me rebelo más si cabe,
me digo que la vida no la entiendo;
no entiendo que se acabe la alegría
y acabe todo ello en sufrimiento.
Septiembre se despide en la distancia
y ondea con la brisa su pañuelo,
dos lágrimas recorren mis mejillas
y bajan temblorosas a mi pecho.
Me quedo con la angustia de mi alma,
me quedo entristecido y en silencio
y miro, sin mirar, al horizonte,
absorto y embobado con mis sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/09/10
LOS VERSOS DE UN POEMA INACABADO
Los versos de un poema inacabado
renacen uno a uno, poco a poco,
se ofrecen como un algo inanimado,
producto de la mente de algún loco.
Locura de un latir apresurado,
que oscila entre la prisa y el sofoco,
pues sale de ese pecho enamorado
con aires de romántico y barroco.
¡Ay versos bien nacidos para Helena!,
surgisteis en Esparta una mañana
por Paris seductor y buen guerrero.
De Troya recordad aquella arena,
el beso compartido y la manzana,
y luego aquel abrazo tan sincero.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
renacen uno a uno, poco a poco,
se ofrecen como un algo inanimado,
producto de la mente de algún loco.
Locura de un latir apresurado,
que oscila entre la prisa y el sofoco,
pues sale de ese pecho enamorado
con aires de romántico y barroco.
¡Ay versos bien nacidos para Helena!,
surgisteis en Esparta una mañana
por Paris seductor y buen guerrero.
De Troya recordad aquella arena,
el beso compartido y la manzana,
y luego aquel abrazo tan sincero.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
PODRÍA ESTAR ALLÍ, SI TE CREYERA
Podría estar allí, si te creyera,
muy cerca y ofreciéndote mi mano...
Más soy sombra que pasa por la acera
y brisa soñolienta de un verano...
Podría ser el agua en la albufera,
la nota que se escapa del piano...
Más soy valla que marca la frontera
y el eco que se pierde en el secano.
En ti podría ser, querida mía,
el hombre afortunado de la tierra,
sintiendo tu latido en mi costado.
Más soy el indigente, día a día,
el hombre que se enfada y que se encierra,
culpable, por estar enamorado.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
muy cerca y ofreciéndote mi mano...
Más soy sombra que pasa por la acera
y brisa soñolienta de un verano...
Podría ser el agua en la albufera,
la nota que se escapa del piano...
Más soy valla que marca la frontera
y el eco que se pierde en el secano.
En ti podría ser, querida mía,
el hombre afortunado de la tierra,
sintiendo tu latido en mi costado.
Más soy el indigente, día a día,
el hombre que se enfada y que se encierra,
culpable, por estar enamorado.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/10
LA MENTIRA DE SEPTIEMBRE
Son sesenta y dos años de mi vida
caminando y renaciendo día a día,
resurgiendo de la nada
y volando al infinito,
entre sueños y esperanzas,
entre globos de colores
y cometas de la infancia,
entre lindas mariposas
que venían a mi encuentro.
Es un tiempo del pasado de mi vida,
con sus luces y sus sombras,
con sonrisas y con llantos,
con amores y con odios,
con promesas y palabras
recogidas por el eco,
con el miedo hacia lo eterno
y otro miedo renaciente y siempre vivo
hacia mi mismo.
Uno a uno se pasaron estos años,
este tiempo interminable de la infancia
en que soñaba con ser hombre,
ese otro más cercano,
en que rompiendo los esquemas,
fui un joven muchos años,
un muchacho simplemente
con el alma de un poeta,
un osado aventurero de la pluma
y la palabra,
un extraño entre los míos
persiguiendo Dulcineas que no existen,
enfrascado en las leyendas,
(y también en mi cuaderno),
a través de los poemas.
Fueron años de locura y de delirio
persiguiendo las miradas misteriosas
y las voces susurrantes
de personas sin un nombre
y sin un rostro
que ofrecían mil promesas,
entre risas y entre llantos
y enjuagando muchas lágrimas.
Año a año yo he sentido esos latidos,
ese canto de mi sangre,
ese grito de mi alma,
ese eterno escalofrío y su llamada
deseando ver la vida,
disfrutarla intensamente
sin temor ni restricciones
mientras pasan los septiembres lentamente,
uno a uno,
como cuentas de un rosario
entre los dedos de un creyente.
...Casi acaba este septiembre,
este último latido que me ofrece
ahora el destino,
esta fecha señalada que me indica
tantas cosas;
por ejemplo,
que he cumplido ya otro otoño,
que la suma de los mismos
pesa mucho en las espaldas
mientras siento en la mañana
como el sol ya se despierta,
como manda nuevamente
sus caricias con el alba,
entre el humo de las fábricas
y la niebla en las montañas.
Muchos años, en efecto, los vividos,
recibidos y aceptados
entre miedos, alegrías
y con llantos muy fugaces
de esta suma de septiembres,
que hacen ya sesenta y dos,
en que busco una esperanza,
que se escapa,
que resiste,
que me dice que otro año,
que otro otoño,
he de vivir para lograrla y conseguirla.
...Y me miente este septiembre
y lo creo y me resigno.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 28/09/10
caminando y renaciendo día a día,
resurgiendo de la nada
y volando al infinito,
entre sueños y esperanzas,
entre globos de colores
y cometas de la infancia,
entre lindas mariposas
que venían a mi encuentro.
Es un tiempo del pasado de mi vida,
con sus luces y sus sombras,
con sonrisas y con llantos,
con amores y con odios,
con promesas y palabras
recogidas por el eco,
con el miedo hacia lo eterno
y otro miedo renaciente y siempre vivo
hacia mi mismo.
Uno a uno se pasaron estos años,
este tiempo interminable de la infancia
en que soñaba con ser hombre,
ese otro más cercano,
en que rompiendo los esquemas,
fui un joven muchos años,
un muchacho simplemente
con el alma de un poeta,
un osado aventurero de la pluma
y la palabra,
un extraño entre los míos
persiguiendo Dulcineas que no existen,
enfrascado en las leyendas,
(y también en mi cuaderno),
a través de los poemas.
Fueron años de locura y de delirio
persiguiendo las miradas misteriosas
y las voces susurrantes
de personas sin un nombre
y sin un rostro
que ofrecían mil promesas,
entre risas y entre llantos
y enjuagando muchas lágrimas.
Año a año yo he sentido esos latidos,
ese canto de mi sangre,
ese grito de mi alma,
ese eterno escalofrío y su llamada
deseando ver la vida,
disfrutarla intensamente
sin temor ni restricciones
mientras pasan los septiembres lentamente,
uno a uno,
como cuentas de un rosario
entre los dedos de un creyente.
...Casi acaba este septiembre,
este último latido que me ofrece
ahora el destino,
esta fecha señalada que me indica
tantas cosas;
por ejemplo,
que he cumplido ya otro otoño,
que la suma de los mismos
pesa mucho en las espaldas
mientras siento en la mañana
como el sol ya se despierta,
como manda nuevamente
sus caricias con el alba,
entre el humo de las fábricas
y la niebla en las montañas.
Muchos años, en efecto, los vividos,
recibidos y aceptados
entre miedos, alegrías
y con llantos muy fugaces
de esta suma de septiembres,
que hacen ya sesenta y dos,
en que busco una esperanza,
que se escapa,
que resiste,
que me dice que otro año,
que otro otoño,
he de vivir para lograrla y conseguirla.
...Y me miente este septiembre
y lo creo y me resigno.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 28/09/10
DETRÁS DE CADA ROSA HAY UNA ESPINA
Detrás de cada rosa hay una espina
oculta tras los pétalos de nieve,
se marcha ya septiembre y se termina
el mes del calendario que es el nueve.
Si tomas una rosa cristalina
ve al fondo de su tallo, hasta el relieve,
y mira que no hay clavo ni esclavina
y sólo el beso amado que te debe.
No tientes a la rosa ni al pecado,
y menos a la espina que se esconde
oculta por el pétalo y dormida.
Ya sé que buscas hoy el rostro amado
más buscas sin saber cómo ni donde
la flor de la esperanza y de la vida.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/10
oculta tras los pétalos de nieve,
se marcha ya septiembre y se termina
el mes del calendario que es el nueve.
Si tomas una rosa cristalina
ve al fondo de su tallo, hasta el relieve,
y mira que no hay clavo ni esclavina
y sólo el beso amado que te debe.
No tientes a la rosa ni al pecado,
y menos a la espina que se esconde
oculta por el pétalo y dormida.
Ya sé que buscas hoy el rostro amado
más buscas sin saber cómo ni donde
la flor de la esperanza y de la vida.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/10
LA DALIA Y LA ROSA
Yo convertí la dalia en una rosa
y la dejé en el fondo de mi sueño,
era bonita, alegre y primorosa,
el contrapunto amable de tu ceño.
Y vi volar también la mariposa,
trazando con sus alas un diseño,
venía tan feliz y candorosa
en busca de la flor de aquel pequeño.
Pero la flor fue un sueño, y es pasado,
sus pétalos rozaron mi sandalia,
y quedaron sin vida en el paseo.
Hoy, que me voy, me siento afortunado,
quiero cambiar la rosa por la dalia
para cumplir al fin, con mi deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/10
y la dejé en el fondo de mi sueño,
era bonita, alegre y primorosa,
el contrapunto amable de tu ceño.
Y vi volar también la mariposa,
trazando con sus alas un diseño,
venía tan feliz y candorosa
en busca de la flor de aquel pequeño.
Pero la flor fue un sueño, y es pasado,
sus pétalos rozaron mi sandalia,
y quedaron sin vida en el paseo.
Hoy, que me voy, me siento afortunado,
quiero cambiar la rosa por la dalia
para cumplir al fin, con mi deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/09/10
NO SIENTO EL CORAZÓN, AL QUE VENERO...
No siento el corazón, al que venero,
y pierde la mirada su viveza,
ya siento el frío hielo del acero,
que llega y que acuchilla con presteza.
Hoy huyo del amor, y no lo quiero,
me aparto de su trono y su maleza,
me marcho de su lado porque muero
y acabo con el llanto y la tristeza.
No quiero ya sufrir, quiero mis sueños,
los globos de cristal de mil colores,
que llegan y, que abrazan las doncellas.
Quizás deba morir, como los leños,
en fuego singular, por mis amores
y luego descansar con las estrellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/09/10
y pierde la mirada su viveza,
ya siento el frío hielo del acero,
que llega y que acuchilla con presteza.
Hoy huyo del amor, y no lo quiero,
me aparto de su trono y su maleza,
me marcho de su lado porque muero
y acabo con el llanto y la tristeza.
No quiero ya sufrir, quiero mis sueños,
los globos de cristal de mil colores,
que llegan y, que abrazan las doncellas.
Quizás deba morir, como los leños,
en fuego singular, por mis amores
y luego descansar con las estrellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/09/10
CON LAS MANOS MANCHADAS
Con las manos manchadas del trabajo
regresas para casa en una tarde,
te vuelves muy cansado y cabizbajo
sin nadie que te espere ni retarde.
No tomas ya siquiera aquel atajo
ni vuelves con firmeza y con alarde,
olvidas tu alegría y desparpajo
y llegas con la cara de un cobarde.
Hay algo que te quema y que te inflama,
el fuego de tu pecho moribundo
que alienta los rescoldos de la hoguera.
Te marchas paso a paso hacia la cama,
en busca de la nada de este mundo
al sueño y el silencio que te espera.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/09/10
regresas para casa en una tarde,
te vuelves muy cansado y cabizbajo
sin nadie que te espere ni retarde.
No tomas ya siquiera aquel atajo
ni vuelves con firmeza y con alarde,
olvidas tu alegría y desparpajo
y llegas con la cara de un cobarde.
Hay algo que te quema y que te inflama,
el fuego de tu pecho moribundo
que alienta los rescoldos de la hoguera.
Te marchas paso a paso hacia la cama,
en busca de la nada de este mundo
al sueño y el silencio que te espera.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/09/10
TRAS TUS PASOS
Quizás entre las sombras
del septiembre que se marcha
están tus huellas...
Por eso me refugio en tu recuerdo
y trato de seguirte.
Persigo paso a paso
los susurros de la brisa,
el viento que me llega del verano
ya pasado,
la luz inmaculada de un estío
que perdura en las pupilas,
la gracia y la ternura de las rosas
perfumadas con las gotas del rocío,
el vuelo señorial de las gaviotas,
por encima de las olas,
impulsadas por el viento...
¡Es septiembre, yo me digo!
...Y repito como un eco estas palabras
mientras miro hacia adelante,
aunque siento las raíces que me atan
a tu lado,
que me unen a la tierra
en que he nacido,
a la mar y a la ribera
en que he crecido,
a la iglesia que en lo alto
fue guardiana de mis sueños,
a las algas y al salitre
de este mar de mis ancestros,
a sus barcos descansando
junto al muelle,
con sus mallas y aparejos
que con mimo repasaban su rederas...
Y la voz inconfundible de la sangre
que me llama,
me despierta renovando
mis sentidos día a día,
ofreciendo a mi mirada
este mundo con sus gentes,
con sus lujos y miserias,
con sus prisas matinales,
con la jungla en que convierte
los paseos y las playas.
...Así veo y te descubro nuevamente,
con tu cara picaresca,
con los ojos que rezuman de alegría,
con el alma enamorada de tus letras
que se escapan, que me embriagan,
que me llenan y seducen,
que me abrazan, simplemente,
en un acto irreflexivo y expontáneo.
Tengo frío y amanece.
Atrás queda otra noche de septiembre,
con mis letras al cuaderno,
con el rítmo acompasado de tus labios,
con el beso que mis dedos
han llevado hasta el cuaderno
mientras veo, poco a poco,
como duerme tu sonrisa,
como avanza y se consume
esa llama de tu vela,
de tu vida y de tu alma...
Es septiembre, y es otoño,
y yo sigo tras tus pasos y tus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 24/09/10
del septiembre que se marcha
están tus huellas...
Por eso me refugio en tu recuerdo
y trato de seguirte.
Persigo paso a paso
los susurros de la brisa,
el viento que me llega del verano
ya pasado,
la luz inmaculada de un estío
que perdura en las pupilas,
la gracia y la ternura de las rosas
perfumadas con las gotas del rocío,
el vuelo señorial de las gaviotas,
por encima de las olas,
impulsadas por el viento...
¡Es septiembre, yo me digo!
...Y repito como un eco estas palabras
mientras miro hacia adelante,
aunque siento las raíces que me atan
a tu lado,
que me unen a la tierra
en que he nacido,
a la mar y a la ribera
en que he crecido,
a la iglesia que en lo alto
fue guardiana de mis sueños,
a las algas y al salitre
de este mar de mis ancestros,
a sus barcos descansando
junto al muelle,
con sus mallas y aparejos
que con mimo repasaban su rederas...
Y la voz inconfundible de la sangre
que me llama,
me despierta renovando
mis sentidos día a día,
ofreciendo a mi mirada
este mundo con sus gentes,
con sus lujos y miserias,
con sus prisas matinales,
con la jungla en que convierte
los paseos y las playas.
...Así veo y te descubro nuevamente,
con tu cara picaresca,
con los ojos que rezuman de alegría,
con el alma enamorada de tus letras
que se escapan, que me embriagan,
que me llenan y seducen,
que me abrazan, simplemente,
en un acto irreflexivo y expontáneo.
Tengo frío y amanece.
Atrás queda otra noche de septiembre,
con mis letras al cuaderno,
con el rítmo acompasado de tus labios,
con el beso que mis dedos
han llevado hasta el cuaderno
mientras veo, poco a poco,
como duerme tu sonrisa,
como avanza y se consume
esa llama de tu vela,
de tu vida y de tu alma...
Es septiembre, y es otoño,
y yo sigo tras tus pasos y tus huellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana 24/09/10
SE QUEDARON LAS ALMAS MUY CALLADAS
Se quedaron las almas muy calladas
y los hombres temblaron como niños,
las palabras y frases tan amadas
se cubrieron de sombras y de guiños.
Un silencio de formas acusadas
distanció los abrazos y cariños,
comprendiendo las almas destrozadas
esa ausencia de besos y de aliños.
Por mis venas corrió un escalofrío,
tuve miedo y temblé como un cobarde
y lloré muchas lágrimas sin nombre.
Al final desperté del desvarío,
contemplando al otoño en esta tarde
que llegaba despacio, como un hombre.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/09/10
y los hombres temblaron como niños,
las palabras y frases tan amadas
se cubrieron de sombras y de guiños.
Un silencio de formas acusadas
distanció los abrazos y cariños,
comprendiendo las almas destrozadas
esa ausencia de besos y de aliños.
Por mis venas corrió un escalofrío,
tuve miedo y temblé como un cobarde
y lloré muchas lágrimas sin nombre.
Al final desperté del desvarío,
contemplando al otoño en esta tarde
que llegaba despacio, como un hombre.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/09/10
SE DURMIERON DE PRONTO LAS ESTRELLAS
Se durmieron de pronto las estrellas
y salí tembloroso a contemplarlas,
eran lindas, preciosas y hasta bellas
y creí oportuno el cortejarlas.
Parecían latidos de doncellas
descansando de amores y de charlas,
sin embargo la sombra de sus huellas
aumentaba el deseo de tocarlas.
Admiré los reflejos verde rojos,
que el espejo del lago reflejaba,
y sentí un temblor entre mis huesos.
¡Cuánta nota dormía entre sus ojos!,
¡cuánta sangre en su pecho descansaba!,
¡Cuánto amor en sus labios y sus besos!...
Rafael Sánchez Ortega ©
22/09/10
y salí tembloroso a contemplarlas,
eran lindas, preciosas y hasta bellas
y creí oportuno el cortejarlas.
Parecían latidos de doncellas
descansando de amores y de charlas,
sin embargo la sombra de sus huellas
aumentaba el deseo de tocarlas.
Admiré los reflejos verde rojos,
que el espejo del lago reflejaba,
y sentí un temblor entre mis huesos.
¡Cuánta nota dormía entre sus ojos!,
¡cuánta sangre en su pecho descansaba!,
¡Cuánto amor en sus labios y sus besos!...
Rafael Sánchez Ortega ©
22/09/10
ME QUEDÉ SOLITARIO Y EN SILENCIO...
Me quedé solitario y en silencio,
esperando tu voz y tu palabra,
pero nada llegó hasta mis oídos
salvo el viento besándome la cara.
Era el viento de otoño simplemente,
ese ser invisible que llegaba,
y movía las hojas de los árboles
en un baile de música y de ramas.
Más el viento de otoño no traía
esa voz tan ansiosa que esperaba,
y dejaba mi pecho malherido
entre el fuego sagrado de las llamas.
Una hoguera consume los segundos,
los minutos que corren y que pasan,
y el volcán de pasiones cobra vida
y se altera y rebosa con su lava.
Me quedé contemplando el horizonte
en la tarde de otoño soleada,
una nota con tintes de tristeza
invadió con sus sones a mi alma.
No llegaba la voz que yo quería,
ni tampoco ese eco de esperanzas,
el rumor tan ansiado de las olas,
de los Elfos, los Gnomos y las Hadas.
Yo quería mi mundo incomprensible,
y en el mismo la voz que tanto ansiaba,
esa brisa que llega y estremece,
el nordeste de playas y resacas.
Pero no, el silencio era completo,
el vacío me cubre con sus garras,
y me muero mirando el infinito
en la espera que lleva hacia la nada.
Me quedé contemplando hacia el vacío
y sentí en mis ojos unas lágrimas,
pues sabía que nada llegaría
en la espera tan larga y solitaria.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/09/10
esperando tu voz y tu palabra,
pero nada llegó hasta mis oídos
salvo el viento besándome la cara.
Era el viento de otoño simplemente,
ese ser invisible que llegaba,
y movía las hojas de los árboles
en un baile de música y de ramas.
Más el viento de otoño no traía
esa voz tan ansiosa que esperaba,
y dejaba mi pecho malherido
entre el fuego sagrado de las llamas.
Una hoguera consume los segundos,
los minutos que corren y que pasan,
y el volcán de pasiones cobra vida
y se altera y rebosa con su lava.
Me quedé contemplando el horizonte
en la tarde de otoño soleada,
una nota con tintes de tristeza
invadió con sus sones a mi alma.
No llegaba la voz que yo quería,
ni tampoco ese eco de esperanzas,
el rumor tan ansiado de las olas,
de los Elfos, los Gnomos y las Hadas.
Yo quería mi mundo incomprensible,
y en el mismo la voz que tanto ansiaba,
esa brisa que llega y estremece,
el nordeste de playas y resacas.
Pero no, el silencio era completo,
el vacío me cubre con sus garras,
y me muero mirando el infinito
en la espera que lleva hacia la nada.
Me quedé contemplando hacia el vacío
y sentí en mis ojos unas lágrimas,
pues sabía que nada llegaría
en la espera tan larga y solitaria.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/09/10
"ABRACADABRA"
Un día me miraste fijamente
percibiendo en tus ojos la bonanza,
el cabello caía por tu frente
en un signo de paz y de templanza.
Un suspiro en mi pecho, tenuemente,
escapó a buscar una esperanza,
era un beso fugaz, intermitente,
que enviaba a tus labios mi alianza.
Fue un instante fugaz, ahora un recuerdo,
musitaste sin más, "abracadabra",
y quedamos ausentes y embebidos.
Aquel día sellamos un acuerdo,
sin decirnos siquiera una palabra,
porque hablaron de amor nuestros latidos.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/09/10
percibiendo en tus ojos la bonanza,
el cabello caía por tu frente
en un signo de paz y de templanza.
Un suspiro en mi pecho, tenuemente,
escapó a buscar una esperanza,
era un beso fugaz, intermitente,
que enviaba a tus labios mi alianza.
Fue un instante fugaz, ahora un recuerdo,
musitaste sin más, "abracadabra",
y quedamos ausentes y embebidos.
Aquel día sellamos un acuerdo,
sin decirnos siquiera una palabra,
porque hablaron de amor nuestros latidos.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/09/10
¿CÓMO LE DIGO A MI CORAZÓN...?
¿Cómo le digo a mi corazón, en un septiembre,
que antes de rendirse ha de luchar,
ha de buscar la luz,
y en ella el vuelo indiferente de la alondra,
en esas tardes con sus flecos de oro
que destila el sol cuando se esconde?
¿Cómo le digo al alma que prosiga,
que camine, a pesar de la agonía,
a pesar de que la sangre no circule
por las venas y destilen por las mismas
sólo el hielo y la amargura?
¿Cómo le digo al pecho que no sufra,
que no busque los latidos que precisa,
ni los ojos y mirada de su amada,
ni los labios temblorosos y esa voz,
que al escucharla,
le transporta hasta el Olimpo?
¿Cómo engañarte a ti, dulce septiembre,
haciendo que la hoja tan sagrada,
con tus días,
siga y siga cada mes en ese sitio,
hasta tu vuelta en otro año?
...Mil preguntas que me hago y que te digo
porque sabes mis secretos,
porque sabes de mi vida,
en esos ratos de la infancia
con mis juegos y oraciones,
de la larga juventud, que ahora es pasado,
con mis sueños de princesas
y castillos encantados,
de tertulias prolongadas
a la sombra de la luna
y mirando a las estrellas.
No hay respuesta a las preguntas sin sentido,
a momentos ya gastados y vividos,
a los sueños que quedaron en el arca
por los miedos y las dudas,
a la eterna fantasía por el baile
no bailado,
al abrazo, tan ansiado, de aquel cuerpo
que silente me llamaba,
a los besos de los labios
que dejaban un suspiro,
y aquel pelo que recuerdo,
que tomaba entre mis dedos
y paciente acariciaba...
Eran sueños de septiembre,
sólo sueños,
era un tiempo del pasado
que ahora vuelve y me golpea,
que reclama que lo mire frente a frente,
que no huya ni me esconda,
que no dude y que no tiemble,
pues septiembre fue el principio,
fue el inicio y fue la llama
entre un alma y la materia.
...Me despierto sudoroso y te contemplo;
no te has ido de mi lado y aún me sigues,
me acompañas y confortas,
me acaricias con el soplo de la brisa
del nordeste,
con el mar y la resaca que me hablan,
que me dicen y susurran,
que me animan a que vuelva,
a que mire hacia el futuro con presteza,
a que busque entre las zarzas ese rayo
que se esfuma y que se pierde
en el ocaso.
¡Es septiembre, y me estremezco...!
Rafael Sánchez Ortega ©
20/09/10
que antes de rendirse ha de luchar,
ha de buscar la luz,
y en ella el vuelo indiferente de la alondra,
en esas tardes con sus flecos de oro
que destila el sol cuando se esconde?
¿Cómo le digo al alma que prosiga,
que camine, a pesar de la agonía,
a pesar de que la sangre no circule
por las venas y destilen por las mismas
sólo el hielo y la amargura?
¿Cómo le digo al pecho que no sufra,
que no busque los latidos que precisa,
ni los ojos y mirada de su amada,
ni los labios temblorosos y esa voz,
que al escucharla,
le transporta hasta el Olimpo?
¿Cómo engañarte a ti, dulce septiembre,
haciendo que la hoja tan sagrada,
con tus días,
siga y siga cada mes en ese sitio,
hasta tu vuelta en otro año?
...Mil preguntas que me hago y que te digo
porque sabes mis secretos,
porque sabes de mi vida,
en esos ratos de la infancia
con mis juegos y oraciones,
de la larga juventud, que ahora es pasado,
con mis sueños de princesas
y castillos encantados,
de tertulias prolongadas
a la sombra de la luna
y mirando a las estrellas.
No hay respuesta a las preguntas sin sentido,
a momentos ya gastados y vividos,
a los sueños que quedaron en el arca
por los miedos y las dudas,
a la eterna fantasía por el baile
no bailado,
al abrazo, tan ansiado, de aquel cuerpo
que silente me llamaba,
a los besos de los labios
que dejaban un suspiro,
y aquel pelo que recuerdo,
que tomaba entre mis dedos
y paciente acariciaba...
Eran sueños de septiembre,
sólo sueños,
era un tiempo del pasado
que ahora vuelve y me golpea,
que reclama que lo mire frente a frente,
que no huya ni me esconda,
que no dude y que no tiemble,
pues septiembre fue el principio,
fue el inicio y fue la llama
entre un alma y la materia.
...Me despierto sudoroso y te contemplo;
no te has ido de mi lado y aún me sigues,
me acompañas y confortas,
me acaricias con el soplo de la brisa
del nordeste,
con el mar y la resaca que me hablan,
que me dicen y susurran,
que me animan a que vuelva,
a que mire hacia el futuro con presteza,
a que busque entre las zarzas ese rayo
que se esfuma y que se pierde
en el ocaso.
¡Es septiembre, y me estremezco...!
Rafael Sánchez Ortega ©
20/09/10
TUVO QUE SER EN SEPTIEMBRE
Tuvo que ser en septiembre
y en un día especial y diferente
cuando todo sucediera.
Quizás porque septiembre fue el principio,
quizás también, porque marcó la despedida
del verano recibiendo la llegada del otoño,
quizás, porque ahora, en un día tan concreto,
desde el vacío surgió la vida,
crecieron unos sueños,
vibraron cientos de ilusiones,
y se inflamaron las pupilas mirando al infinito
en una espera interminable.
Pero también este septiembre fue el final
de una larga etapa,
de otra vida,
de un absurdo incomprensible
al que en un tiempo idealicé,
en la figura y la persona ahora ausente.
Cuando pienso en ese tiempo me rebelo,
y me digo muchas veces que no es justo
que las sombras eclipsaran a la luz,
que las formas sinuosas de los sueños
me impidieran ver las manos que venían
a las mías,
y también, que mi mirada, cautivada,
no se diera cuenta, hasta otro septiembre,
de que había una persona que existía,
que gritaba y que pedía
ese trozo de cariño de mi alma,
ese vaso que yo puse entre sus labios,
esas manos temblorosas que tomé entre las mías,
esos ojos que buscaban lo que tanto deseaban,
esos labios susurrando, sin descanso
solamente un nombre que existía,
que vivía y que lloraba
no atreviéndose a venir hasta su lado
y negando aquel deseo tan postrero.
Ahora estamos en septiembre,
en un tiempo de descuento,
de paréntesis díria,
entre flores y oraciones,
casi estamos en otoño,
ya han pasado nueve meses de este año,
atrás quedan otros meses transcurridos,
otras sendas y caminos, otros pasos y personas,
otras gentes.
Sin embargo es un paréntesis,
una raya que divide
un pasado y un futuro que se alejan,
un presente día a día
desde hoy hasta la nada,
desde ayer hasta mañana,
y así pasan los segundos,
los minutos y las horas.
Ya no sé donde te escondes, mi septiembre,
aunque sé que estás muy cerca,
porque siempre lo has estado,
para bien o para mal,
desde el día de mi infancia,
hasta el día que llevaste de mi lado
a los seres más queridos.
Así eres tú, septiembre,
con las luces y las sombras,
con la música de fondo que
desgranan las cigarras en la noche,
y esa otra que se callan las guitarras
embobadas y cansadas que ya duermen.
Es septiembre, simplemente.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/09/10
y en un día especial y diferente
cuando todo sucediera.
Quizás porque septiembre fue el principio,
quizás también, porque marcó la despedida
del verano recibiendo la llegada del otoño,
quizás, porque ahora, en un día tan concreto,
desde el vacío surgió la vida,
crecieron unos sueños,
vibraron cientos de ilusiones,
y se inflamaron las pupilas mirando al infinito
en una espera interminable.
Pero también este septiembre fue el final
de una larga etapa,
de otra vida,
de un absurdo incomprensible
al que en un tiempo idealicé,
en la figura y la persona ahora ausente.
Cuando pienso en ese tiempo me rebelo,
y me digo muchas veces que no es justo
que las sombras eclipsaran a la luz,
que las formas sinuosas de los sueños
me impidieran ver las manos que venían
a las mías,
y también, que mi mirada, cautivada,
no se diera cuenta, hasta otro septiembre,
de que había una persona que existía,
que gritaba y que pedía
ese trozo de cariño de mi alma,
ese vaso que yo puse entre sus labios,
esas manos temblorosas que tomé entre las mías,
esos ojos que buscaban lo que tanto deseaban,
esos labios susurrando, sin descanso
solamente un nombre que existía,
que vivía y que lloraba
no atreviéndose a venir hasta su lado
y negando aquel deseo tan postrero.
Ahora estamos en septiembre,
en un tiempo de descuento,
de paréntesis díria,
entre flores y oraciones,
casi estamos en otoño,
ya han pasado nueve meses de este año,
atrás quedan otros meses transcurridos,
otras sendas y caminos, otros pasos y personas,
otras gentes.
Sin embargo es un paréntesis,
una raya que divide
un pasado y un futuro que se alejan,
un presente día a día
desde hoy hasta la nada,
desde ayer hasta mañana,
y así pasan los segundos,
los minutos y las horas.
Ya no sé donde te escondes, mi septiembre,
aunque sé que estás muy cerca,
porque siempre lo has estado,
para bien o para mal,
desde el día de mi infancia,
hasta el día que llevaste de mi lado
a los seres más queridos.
Así eres tú, septiembre,
con las luces y las sombras,
con la música de fondo que
desgranan las cigarras en la noche,
y esa otra que se callan las guitarras
embobadas y cansadas que ya duermen.
Es septiembre, simplemente.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/09/10
BAJAR DESDE LOS CIELOS A LA TIERRA...
Bajar desde los cielos a la tierra,
notar como se queda el infinito
atrás, a muchas leguas de distancia,
en paz y en la inocencia de los niños.
...Así me encuentro ahora, cuando pienso,
en esos días de calor y frío,
en plena comunión con la montaña,
mirando girasoles amarillos.
Andando por caminos y senderos,
trepando por las rocas a los riscos,
besando aquellas cruces en las cimas
en medio del abrazo del amigo.
Muy lejos me quedaba mi cantábrico,
el mar de mis ancestros tan querido,
y lejos se quedaban tantas cosas
ahogadas de murmullos y sonidos.
El tiempo se pasaba lentamente
en medio de los valles y los pinos,
rodeado de aquel mundo diferente
tan lleno de silencio y de suspiros.
Suspiros por momentos del pasado,
suspiros por instantes retenidos,
ajenos a tormentas y galernas
sacadas de la página de un libro.
Por eso fui feliz en esos días,
ajeno en un lejano paraíso,
un mundo solitario y diferente
en medio de la niebla y el granizo.
Y ahora que me encuentro ya en mi casa
recuerdo todo aquello tan distinto,
el tiempo que volaba sin saberlo,
y un pecho conteniendo sus latidos.
Latidos que surgían de muy hondo
en medio del Tirol y de Brunico,
latidos que salían desde el alma
subiendo hasta los cielos tan queridos.
¡Oh tierno corazón cierra los ojos!,
aspira ese perfume con sigilo,
el tiempo que viviste ya es pasado
y guárdalo muy dentro con cariño.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/09/10
notar como se queda el infinito
atrás, a muchas leguas de distancia,
en paz y en la inocencia de los niños.
...Así me encuentro ahora, cuando pienso,
en esos días de calor y frío,
en plena comunión con la montaña,
mirando girasoles amarillos.
Andando por caminos y senderos,
trepando por las rocas a los riscos,
besando aquellas cruces en las cimas
en medio del abrazo del amigo.
Muy lejos me quedaba mi cantábrico,
el mar de mis ancestros tan querido,
y lejos se quedaban tantas cosas
ahogadas de murmullos y sonidos.
El tiempo se pasaba lentamente
en medio de los valles y los pinos,
rodeado de aquel mundo diferente
tan lleno de silencio y de suspiros.
Suspiros por momentos del pasado,
suspiros por instantes retenidos,
ajenos a tormentas y galernas
sacadas de la página de un libro.
Por eso fui feliz en esos días,
ajeno en un lejano paraíso,
un mundo solitario y diferente
en medio de la niebla y el granizo.
Y ahora que me encuentro ya en mi casa
recuerdo todo aquello tan distinto,
el tiempo que volaba sin saberlo,
y un pecho conteniendo sus latidos.
Latidos que surgían de muy hondo
en medio del Tirol y de Brunico,
latidos que salían desde el alma
subiendo hasta los cielos tan queridos.
¡Oh tierno corazón cierra los ojos!,
aspira ese perfume con sigilo,
el tiempo que viviste ya es pasado
y guárdalo muy dentro con cariño.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/09/10
HOY HE VISTO A LAS ESTRELLAS
Hoy he visto a las estrellas,
silenciosas, que miraban,
vigilaban desde el cielo
a la tierra y a las almas.
A la tierra que dormía
en la noche que acababa,
a las almas soñadoras
que dormían en sus camas.
Pero he visto a las estrellas
relucientes y galanas,
con la gasa y el vestido
destacándose en el alba.
Dos puntitos luminosos
con su capa pura y blanca,
dos luceros simplemente
que en el cielo destacaban.
Bajo un manto azul celeste
se veían las montañas,
recortadas sobre un fondo
y hábilmente perfiladas.
¿Qué misterios bajo el cielo,
las estrellas vigilaban?,
¡Qué secretos y locuras
de canciones y de nanas!
Hoy he visto a las estrellas
y sentí que no soy nada,
un humilde peregrino
de la pluma y la palabra.
Peregrino que recorre
todo el mundo, casa a casa,
escribiendo y anotando
todo aquello que destaca.
Orador y cuenta historias
de personas y batallas,
de sucesos ocurridos
y de glosas inventadas.
...Hoy he visto a las estrellas
que en el cielo suspiraban;
dos estrellas, dos luceros
que me hablaban sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 11/09/10
silenciosas, que miraban,
vigilaban desde el cielo
a la tierra y a las almas.
A la tierra que dormía
en la noche que acababa,
a las almas soñadoras
que dormían en sus camas.
Pero he visto a las estrellas
relucientes y galanas,
con la gasa y el vestido
destacándose en el alba.
Dos puntitos luminosos
con su capa pura y blanca,
dos luceros simplemente
que en el cielo destacaban.
Bajo un manto azul celeste
se veían las montañas,
recortadas sobre un fondo
y hábilmente perfiladas.
¿Qué misterios bajo el cielo,
las estrellas vigilaban?,
¡Qué secretos y locuras
de canciones y de nanas!
Hoy he visto a las estrellas
y sentí que no soy nada,
un humilde peregrino
de la pluma y la palabra.
Peregrino que recorre
todo el mundo, casa a casa,
escribiendo y anotando
todo aquello que destaca.
Orador y cuenta historias
de personas y batallas,
de sucesos ocurridos
y de glosas inventadas.
...Hoy he visto a las estrellas
que en el cielo suspiraban;
dos estrellas, dos luceros
que me hablaban sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 11/09/10
LAS NUBES QUE CUBREN LOS CIELOS...
Las nubes que cubren los cielos
no saben de amor y alegría,
son simples cortinas de niebla
que ignoran que existe la vida.
Los hombres las miran con miedo
buscando la luz que ilumina,
los rayos que guíen sus pasos
de forma normal y sencilla.
Hay veces que surge, de pronto,
el sol que las rasga y disipa,
y ofrece ese azul tan intenso,
cual manto que tapa y que abriga.
Quisiera ser nube que vuela,
que marcha por tierras distintas,
quisiera ser niebla que abraza,
que llega, que besa y suspira.
Quisiera ser sol en lo alto
que alegre tus tiernas pupilas,
quisiera ser manto celeste
llegando hasta ti, con la brisa.
Más soy el que soy, no lo oculto,
pintor y escultor de cuartillas,
el hombre que teje sus versos
tratando de hacer poesías.
La vida es la nube que pasa,
el cielo es el faro que guía,
los hombres son niños que aman,
que lloran y juegan sin prisa.
Para ellos el tiempo no existe,
existen mil cosas distintas,
el beslo y calor de la madre,
la mano que cure su herida.
Seamos cual niños, entonces,
gocemos también día a día,
soñemos con lindas jornadas
de calma, de paz y de dicha.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 10/09/10
no saben de amor y alegría,
son simples cortinas de niebla
que ignoran que existe la vida.
Los hombres las miran con miedo
buscando la luz que ilumina,
los rayos que guíen sus pasos
de forma normal y sencilla.
Hay veces que surge, de pronto,
el sol que las rasga y disipa,
y ofrece ese azul tan intenso,
cual manto que tapa y que abriga.
Quisiera ser nube que vuela,
que marcha por tierras distintas,
quisiera ser niebla que abraza,
que llega, que besa y suspira.
Quisiera ser sol en lo alto
que alegre tus tiernas pupilas,
quisiera ser manto celeste
llegando hasta ti, con la brisa.
Más soy el que soy, no lo oculto,
pintor y escultor de cuartillas,
el hombre que teje sus versos
tratando de hacer poesías.
La vida es la nube que pasa,
el cielo es el faro que guía,
los hombres son niños que aman,
que lloran y juegan sin prisa.
Para ellos el tiempo no existe,
existen mil cosas distintas,
el beslo y calor de la madre,
la mano que cure su herida.
Seamos cual niños, entonces,
gocemos también día a día,
soñemos con lindas jornadas
de calma, de paz y de dicha.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 10/09/10
SE APAGAN LAS LUCES DEL CIELO...
Se apagan las luces del cielo,
se duermen sin más las estrellas,
se quedan los astros callados,
dejando en silencio la tierra.
Hay niños que siguen durmiendo,
hay hombres que van de faena,
las olas que trae la resaca
no saben de luces y fiestas.
Un beso que mandan los labios
y busca feliz una puerta,
se escapa del pecho del joven
y besa otros labios con fuerza.
No importa que cubran las sombras
balcones, tejados y aldeas,
ni importa que cierre los ojos
la luna de tierna silueta.
Hay algo que llega en la noche
que vibra, que excita y se queda,
parece ese soplo divino
al alma tranquila, que sueña.
Un coche que pasa en la calle
con luces que rompen la niebla,
nos vuelven un poco a la vida
sintiendo motores y ruedas.
Por eso los gallos levantan
alzando su voz en la huerta,
diciendo que ya viene el alba
y es hora de ir a la iglesia.
También a partir al trabajo,
de arar y sembar las cosechas,
de ir preparando las barcas,
los remos, las redes y velas.
Ya surgen canciones y voces,
las almas al fin se despiertan
y tiemblan un poco de frío
con hambre, con sed y pereza.
Pereza por ir al trabajo
dejando en el lecho la huella,
la cálida paz y los besos
del alma que ama y desea.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 09/09/10
se duermen sin más las estrellas,
se quedan los astros callados,
dejando en silencio la tierra.
Hay niños que siguen durmiendo,
hay hombres que van de faena,
las olas que trae la resaca
no saben de luces y fiestas.
Un beso que mandan los labios
y busca feliz una puerta,
se escapa del pecho del joven
y besa otros labios con fuerza.
No importa que cubran las sombras
balcones, tejados y aldeas,
ni importa que cierre los ojos
la luna de tierna silueta.
Hay algo que llega en la noche
que vibra, que excita y se queda,
parece ese soplo divino
al alma tranquila, que sueña.
Un coche que pasa en la calle
con luces que rompen la niebla,
nos vuelven un poco a la vida
sintiendo motores y ruedas.
Por eso los gallos levantan
alzando su voz en la huerta,
diciendo que ya viene el alba
y es hora de ir a la iglesia.
También a partir al trabajo,
de arar y sembar las cosechas,
de ir preparando las barcas,
los remos, las redes y velas.
Ya surgen canciones y voces,
las almas al fin se despiertan
y tiemblan un poco de frío
con hambre, con sed y pereza.
Pereza por ir al trabajo
dejando en el lecho la huella,
la cálida paz y los besos
del alma que ama y desea.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 09/09/10
NO ME OLVIDO DE TI, MI PRINCESA...
No me olvido de ti, mi princesa,
la que llevas paciente tu carga,
la que sufres mirando mis ojos,
la que limpias y secas mis lágrimas.
Porque siento tu amor en silencio
como brisa que llega temprana,
a rizar en el alma del niño
como nota que suena y que llama.
Soy consciente que vas a mi lado
en la tarde, en la noche y mañana,
y te alegras al ver lo que escribo
en las frases pacientes bordadas.
Cuando miro, quizás admirando,
a las bellas y altas montañas,
tú sonríes mandando un suspiro
y me dejas un beso en la cara.
Más si ves el dolor en mis ojos
te estremeces y lloras y callas,
y tus brazos tan tiernos de niña
a mi cuerpo refugian y abrazan.
No quisiera que llegue la noche
y con ella la bruma nefasta,
sin decirte el amor que yo siento,
pues te llevo muy dentro del alma.
Es a ti, bella niña, a quien quiero,
con pupilas color de avellana,
con tu habla tan dulce y serena,
y la voz que me llena y me calma.
A tu lado la paz se hace eco
transformando tormenta en bonanza,
mientras llegan las pruebas al hombre
con pasiones y dudas mundanas.
Y es entonces que buscas al niño,
al que sabes que juega en la playa,
el que escribe los signos y letras
de un poema que va sin palabras.
Porque el niño que escribe sus versos
al final te sonríe y te llama,
pronunciando tu nombre despacio
mientras besa tus labios con ganas.
Es entonces que tiemblas sin miedo
porque sabes que el hombre te ama,
porque sientes su amor contenido
que te llega y te abraza, sin pausa.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 08/09/10
la que llevas paciente tu carga,
la que sufres mirando mis ojos,
la que limpias y secas mis lágrimas.
Porque siento tu amor en silencio
como brisa que llega temprana,
a rizar en el alma del niño
como nota que suena y que llama.
Soy consciente que vas a mi lado
en la tarde, en la noche y mañana,
y te alegras al ver lo que escribo
en las frases pacientes bordadas.
Cuando miro, quizás admirando,
a las bellas y altas montañas,
tú sonríes mandando un suspiro
y me dejas un beso en la cara.
Más si ves el dolor en mis ojos
te estremeces y lloras y callas,
y tus brazos tan tiernos de niña
a mi cuerpo refugian y abrazan.
No quisiera que llegue la noche
y con ella la bruma nefasta,
sin decirte el amor que yo siento,
pues te llevo muy dentro del alma.
Es a ti, bella niña, a quien quiero,
con pupilas color de avellana,
con tu habla tan dulce y serena,
y la voz que me llena y me calma.
A tu lado la paz se hace eco
transformando tormenta en bonanza,
mientras llegan las pruebas al hombre
con pasiones y dudas mundanas.
Y es entonces que buscas al niño,
al que sabes que juega en la playa,
el que escribe los signos y letras
de un poema que va sin palabras.
Porque el niño que escribe sus versos
al final te sonríe y te llama,
pronunciando tu nombre despacio
mientras besa tus labios con ganas.
Es entonces que tiemblas sin miedo
porque sabes que el hombre te ama,
porque sientes su amor contenido
que te llega y te abraza, sin pausa.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 08/09/10
HE DEJADO EN SILENCIO A LA PLUMA...
He dejado en silencio a la pluma
y que nazcan los versos del alma,
a que digan, aquí, lo que siento,
aunque sea, tal vez, sin palabras.
No quisiera que llegue la noche
sin hablar de las bellas montañas,
con sus cumbres altivas y recias,
y la nieve tan dulce y tan blanca.
No quisiera que venga el otoño
olvidando este cuadro y su estampa,
el estío también se merece
la atención que precisa y reclama.
Es aquí cuando el alma se inquieta
al vibrar tras la tierna mirada,
unos ojos que piden y buscan,
solamente el amor que les falta.
Es posible mirar a lo lejos
a la iglesia que se alza lejana,
y observar, a su vez, la campiña,
con el trigo, el olivo y la jara.
Pero falta el regalo del hombre,
el que nace al oir la campana,
la que suena en su pecho de niño
hacia el ser que sin pausa le ama.
Mariposas de lindos colores
libarán en las rosas tempranas,
ese néctar que deja el rocío,
y las gotas de lluvia tan claras.
Todo es paz en el alma del hombre,
el que mira temblando y se calla,
porque lleva la vida en su sangre,
cual marea que llega y se marcha.
Es la paz del estío que duerme
al compás de la eterna resaca,
sin pensar en la arena que espera
con su manto dorado en la playa.
Pasarán estos días distintos,
marcharán con el tiempo y el alba,
pero el alma que vive el momento
quedará para siempre marcada.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 07/09/10
y que nazcan los versos del alma,
a que digan, aquí, lo que siento,
aunque sea, tal vez, sin palabras.
No quisiera que llegue la noche
sin hablar de las bellas montañas,
con sus cumbres altivas y recias,
y la nieve tan dulce y tan blanca.
No quisiera que venga el otoño
olvidando este cuadro y su estampa,
el estío también se merece
la atención que precisa y reclama.
Es aquí cuando el alma se inquieta
al vibrar tras la tierna mirada,
unos ojos que piden y buscan,
solamente el amor que les falta.
Es posible mirar a lo lejos
a la iglesia que se alza lejana,
y observar, a su vez, la campiña,
con el trigo, el olivo y la jara.
Pero falta el regalo del hombre,
el que nace al oir la campana,
la que suena en su pecho de niño
hacia el ser que sin pausa le ama.
Mariposas de lindos colores
libarán en las rosas tempranas,
ese néctar que deja el rocío,
y las gotas de lluvia tan claras.
Todo es paz en el alma del hombre,
el que mira temblando y se calla,
porque lleva la vida en su sangre,
cual marea que llega y se marcha.
Es la paz del estío que duerme
al compás de la eterna resaca,
sin pensar en la arena que espera
con su manto dorado en la playa.
Pasarán estos días distintos,
marcharán con el tiempo y el alba,
pero el alma que vive el momento
quedará para siempre marcada.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 07/09/10
ARRIBA, EN AQUEL VALLE...
Arriba en aquel valle
cantaban ruiseñores,
cantaban simplemente
al día y a los hombres.
Cantaban a tus ojos,
cantaban a las flores,
un canto que hechizaba
sin gritos y sin voces.
Tan sólo era el reclamo
al hijo de los dioses,
al niño que dormía
sus sueños de colores.
Más altas, las montañas,
despiertan de la noche,
los rayos ya las besan,
las tiñen de pasiones.
¡Qué cuadro tan bonito!,
¡qué hechizo multiforme!,
nos deja la mañana
de luces y de acordes.
Arriba en aquel valle,
los tiernos ruiseñores
cantaban a la vida,
cantaban a los hombres.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
cantaban ruiseñores,
cantaban simplemente
al día y a los hombres.
Cantaban a tus ojos,
cantaban a las flores,
un canto que hechizaba
sin gritos y sin voces.
Tan sólo era el reclamo
al hijo de los dioses,
al niño que dormía
sus sueños de colores.
Más altas, las montañas,
despiertan de la noche,
los rayos ya las besan,
las tiñen de pasiones.
¡Qué cuadro tan bonito!,
¡qué hechizo multiforme!,
nos deja la mañana
de luces y de acordes.
Arriba en aquel valle,
los tiernos ruiseñores
cantaban a la vida,
cantaban a los hombres.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
POR ENCIMA DE LAS NUBES...
Por encima de las nubes
hemos ido de paseo,
tu llevabas el caballo,
yo iba solo en mi jamelgo.
Les mostrabas tu sonrisa
a los dioses más inquietos
pues miraban asombrados
que invadías su terreno.
Tu hermosura oscurecía
a los astros de los cielos
y sus luces se apagaban
y quedaban en silencio.
A tu lado caminaba
contemplando tu cabello,
la figura menudita
y el conjunto de tu cuerpo.
Esos ojos tan azules
que tejían su misterio,
el encanto de tus manos
y la gracia de sus dedos.
Y la curva sinuosa
con el arco de tus senos
y dos perlas que adivino
en el fondo de tu pecho.
Por encima de las nubes
te miraban los luceros
con sus ojos asombrados
tan bonitos y despiertos.
No sabían qué pasaba,
ni el motivo de ese vuelo,
ni del ser que en el pegaso
acercábase hasta ellos.
Pero pronto les sacaste
de su mundo y de sus sueños,
y corrieron tras tus pasos
vigilándote en secreto.
Yo miraba y sonreía
observando aquel revuelo,
el que hizo tu figura
una tarde sin saberlo.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
hemos ido de paseo,
tu llevabas el caballo,
yo iba solo en mi jamelgo.
Les mostrabas tu sonrisa
a los dioses más inquietos
pues miraban asombrados
que invadías su terreno.
Tu hermosura oscurecía
a los astros de los cielos
y sus luces se apagaban
y quedaban en silencio.
A tu lado caminaba
contemplando tu cabello,
la figura menudita
y el conjunto de tu cuerpo.
Esos ojos tan azules
que tejían su misterio,
el encanto de tus manos
y la gracia de sus dedos.
Y la curva sinuosa
con el arco de tus senos
y dos perlas que adivino
en el fondo de tu pecho.
Por encima de las nubes
te miraban los luceros
con sus ojos asombrados
tan bonitos y despiertos.
No sabían qué pasaba,
ni el motivo de ese vuelo,
ni del ser que en el pegaso
acercábase hasta ellos.
Pero pronto les sacaste
de su mundo y de sus sueños,
y corrieron tras tus pasos
vigilándote en secreto.
Yo miraba y sonreía
observando aquel revuelo,
el que hizo tu figura
una tarde sin saberlo.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 06/09/10
HOY ES CUATRO DE SEPTIEMBRE
Hoy es cuatro de septiembre
y la fecha ya descansa,
cuatro días, cuatro signos
que han marchado hacia la nada.
Esto es cierto, si lo pienso,
y si miro a mis espaldas,
más el tiempo corre y vuela
en presentes y "mañanas".
Hoy contemplo los segundos,
saboreo como pasan,
como marcan los relojes
el tic-tac lento y sin pausa.
Cuando pienso en el futuro
veo manos entregadas,
siento sombras que me abruman
y una niebla que me llama.
Es por culpa del nordeste,
que asegura la bonanza,
aunque aumente las pasiones,
los suspiros y las brasas.
Es septiembre y soy consciente,
es el mes de la esperanza,
es el tiempo en que el verano
lentamente se nos marcha.
Ya amanece con retraso
y la noche se aletarga,
a pesar de que el sol sale
como siempre, justo al alba.
Las mañanas son más cortas,
y las tardes más cercanas,
y la noche, poco a poco,
con su embrujo nos encanta.
Hay un grito en el silencio,
que se apaga en la distancia,
hay un eco que palpita
recordando mil palabras.
Hoy es cuatro de septiembre
y el verano ya se acaba,
van marchando los turistas
poco a poco hacia sus casas.
Y aquí quedo solitario,
pensativo y con la carta,
en mis manos una pluma
y unos versos en el alma.
Unos versos en septiembre
que te lleven y te traigan,
que te digan lo que siento
y también, te dén mi calma.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/09/10
y la fecha ya descansa,
cuatro días, cuatro signos
que han marchado hacia la nada.
Esto es cierto, si lo pienso,
y si miro a mis espaldas,
más el tiempo corre y vuela
en presentes y "mañanas".
Hoy contemplo los segundos,
saboreo como pasan,
como marcan los relojes
el tic-tac lento y sin pausa.
Cuando pienso en el futuro
veo manos entregadas,
siento sombras que me abruman
y una niebla que me llama.
Es por culpa del nordeste,
que asegura la bonanza,
aunque aumente las pasiones,
los suspiros y las brasas.
Es septiembre y soy consciente,
es el mes de la esperanza,
es el tiempo en que el verano
lentamente se nos marcha.
Ya amanece con retraso
y la noche se aletarga,
a pesar de que el sol sale
como siempre, justo al alba.
Las mañanas son más cortas,
y las tardes más cercanas,
y la noche, poco a poco,
con su embrujo nos encanta.
Hay un grito en el silencio,
que se apaga en la distancia,
hay un eco que palpita
recordando mil palabras.
Hoy es cuatro de septiembre
y el verano ya se acaba,
van marchando los turistas
poco a poco hacia sus casas.
Y aquí quedo solitario,
pensativo y con la carta,
en mis manos una pluma
y unos versos en el alma.
Unos versos en septiembre
que te lleven y te traigan,
que te digan lo que siento
y también, te dén mi calma.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/09/10
NOCHE OSCURA DE SEPTIEMBRE
Noche oscura de septiembre
en que tiemblan las estrellas,
hace frío, mucho frío
en la ría y la ribera.
Ya los días son mas cortos,
el otoño está muy cerca,
hay un tiempo tan cambiante
que el semblante no se alegra.
Pero así son los septiembres
con sus notas tan diversas,
día a día va pasando
con sus luces y tristezas.
Esas luces del verano
que se marchan y se alejan,
con las sombras que le suplen,
con sus brumas y sus nieblas.
Es entonces cuando miro
al septiembre que me enseña,
esos tonos tan dorados
del otoño que se acerca.
Es un dulce torbellino
con cascadas que descuelgan,
las guirnaldas de colores,
para el alma tan inquieta.
Hay suspiros en los hombres
con amores que se quiebran,
hay canciones en los labios
de las mozas casaderas.
Hay un baile de las olas
con el viento que las nea,
y el trenzado de sus rizos
de las formas más diversas.
Ellas llegan por los mares
a dormir en las arenas,
ese sueño de los niños
entre rosas y violetas.
Han pasado ya tres días,
han corrido ya tres fechas,
va avanzando el calendario
como el vuelo de un cometa.
Es septiembre, escucho lejos,
a la voz de mi conciencia,
es septiembre simplemente
con sus notas y belleza.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/09/10
en que tiemblan las estrellas,
hace frío, mucho frío
en la ría y la ribera.
Ya los días son mas cortos,
el otoño está muy cerca,
hay un tiempo tan cambiante
que el semblante no se alegra.
Pero así son los septiembres
con sus notas tan diversas,
día a día va pasando
con sus luces y tristezas.
Esas luces del verano
que se marchan y se alejan,
con las sombras que le suplen,
con sus brumas y sus nieblas.
Es entonces cuando miro
al septiembre que me enseña,
esos tonos tan dorados
del otoño que se acerca.
Es un dulce torbellino
con cascadas que descuelgan,
las guirnaldas de colores,
para el alma tan inquieta.
Hay suspiros en los hombres
con amores que se quiebran,
hay canciones en los labios
de las mozas casaderas.
Hay un baile de las olas
con el viento que las nea,
y el trenzado de sus rizos
de las formas más diversas.
Ellas llegan por los mares
a dormir en las arenas,
ese sueño de los niños
entre rosas y violetas.
Han pasado ya tres días,
han corrido ya tres fechas,
va avanzando el calendario
como el vuelo de un cometa.
Es septiembre, escucho lejos,
a la voz de mi conciencia,
es septiembre simplemente
con sus notas y belleza.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/09/10
APARECEN LAS NUBES DE OTOÑO
Aparecen las nubes de otoño
aunque estemos aún en verano,
y se vuelven los días pequeños
y se pasan los días volando.
Es septiembre, lo sé y es muy pronto,
el calor se prodiga despacio,
en la playa la arena calienta
y el nordeste nos deja su abrazo.
Hay un beso que baja del cielo
para el alma que está suspirando,
hay un soplo que mandan los dioses
hacia el pecho que ahoga su llanto.
Porque el hombre que es hombre y que siente,
el que apura tal vez su cigarro,
es el hombre de manos curtidas
por labrar los terrones del campo.
Por sembrar el centeno en su día,
por cuidar los trigales dorados,
por regar la impaciente cebada
desde el alba que empieza al ocaso.
Otro hombre con boina en su frente
examina despacio su casco,
esas tablas gastadas y viejas,
las que forman con ellas su barco.
Hay rendijas que cubre la estopa
y la brea maquilla con garbo,
y un aroma en su proa y su mástil
con salitre de meses y años.
Aparecen las nubes de otoño
para el hombre de pelo entrecano,
para el niño con paso seguro
para el joven que marcha al trabajo.
Hoy el hombre no mira las nubes,
simplemente dormita en un banco,
tan ajeno al verano que marcha
y al otoño que llega muy raudo.
Pero el niño cargado de libros,
con sus ojos azules y claros,
es un ángel con tintes rebeldes
y que lleva seguros sus pasos.
Más el joven que va a su rutina,
el que marcha al trabajo silbando,
es consciente de estar en septiembre
porque espera el candor de unos labios.
...Es septiembre, lo sé, sin reservas,
es el mes especial, sin dudarlo,
aunque haya otros meses distintos
este mes tiene gracia y encanto.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/09/10
aunque estemos aún en verano,
y se vuelven los días pequeños
y se pasan los días volando.
Es septiembre, lo sé y es muy pronto,
el calor se prodiga despacio,
en la playa la arena calienta
y el nordeste nos deja su abrazo.
Hay un beso que baja del cielo
para el alma que está suspirando,
hay un soplo que mandan los dioses
hacia el pecho que ahoga su llanto.
Porque el hombre que es hombre y que siente,
el que apura tal vez su cigarro,
es el hombre de manos curtidas
por labrar los terrones del campo.
Por sembrar el centeno en su día,
por cuidar los trigales dorados,
por regar la impaciente cebada
desde el alba que empieza al ocaso.
Otro hombre con boina en su frente
examina despacio su casco,
esas tablas gastadas y viejas,
las que forman con ellas su barco.
Hay rendijas que cubre la estopa
y la brea maquilla con garbo,
y un aroma en su proa y su mástil
con salitre de meses y años.
Aparecen las nubes de otoño
para el hombre de pelo entrecano,
para el niño con paso seguro
para el joven que marcha al trabajo.
Hoy el hombre no mira las nubes,
simplemente dormita en un banco,
tan ajeno al verano que marcha
y al otoño que llega muy raudo.
Pero el niño cargado de libros,
con sus ojos azules y claros,
es un ángel con tintes rebeldes
y que lleva seguros sus pasos.
Más el joven que va a su rutina,
el que marcha al trabajo silbando,
es consciente de estar en septiembre
porque espera el candor de unos labios.
...Es septiembre, lo sé, sin reservas,
es el mes especial, sin dudarlo,
aunque haya otros meses distintos
este mes tiene gracia y encanto.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/09/10
ES SEPTIEMBRE
He venido a la vida en un septiembre
y septiembre es el mes de los colores,
el mes de los dorados otoñales,
con días de creciente fantasía.
Sin embargo septiembre es diferente,
es el tiempo que sale del letargo,
son los días que abren los colegios
y se hacen más cortas las mañanas.
He aprendido a quererte, mi septiembre,
a sentir el latido de tus días,
a esperar esa fecha tan lejana
en que el fuego y la luz vino a la tierra.
Porque fue, sin dudarlo, aquel momento,
un suspiro arrancado del destino,
un embrión germinado en fino vientre
con el soplo divino de unas manos.
Y llegué, como todos los mortales,
a la tierra fecunda en un septiembre;
aquí vine a este norte y a esta costa
a una villa que mira a las montañas.
Y crecí entre chicos marineros,
y jugué por los corros y las plazas,
me bañé en las aguas de sus rías,
comulgando mi cuerpo del salitre.
Desde entonces hay algo que me tira,
que me atrae con su fuerza irresistible,
que subyuga mi mente y los sentidos
a esta tierra que me habla sin palabras.
Y es aquí, un primero de septiembre,
cuando nacen nerviosas estas letras,
cuando sacan del pecho los latidos
cuando vienen cual tiernas golondrinas.
En su vuelo me quedo somnoliento,
un sopor va llegando poco a poco,
hace frío por culpa del nordeste
y me quedo mirando el campanario.
Es la Iglesia que ha visto mil septiembres
con su torre y agujas descarnadas,
la erosión, por su cuerpo, se acrecienta
y hasta siento que tiembla con el viento.
Una aldaba resuena en los pasillos,
tras la mano de hierro con su bola
que golpea llamando en el colegio
junto al patio repleto de palmeras.
Es septiembre, me digo en mi inocencia,
es el mes donde nacen tantos sueños,
es septiembre que llega sin palabras
con los rayos dorados del otoño.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/09/10
y septiembre es el mes de los colores,
el mes de los dorados otoñales,
con días de creciente fantasía.
Sin embargo septiembre es diferente,
es el tiempo que sale del letargo,
son los días que abren los colegios
y se hacen más cortas las mañanas.
He aprendido a quererte, mi septiembre,
a sentir el latido de tus días,
a esperar esa fecha tan lejana
en que el fuego y la luz vino a la tierra.
Porque fue, sin dudarlo, aquel momento,
un suspiro arrancado del destino,
un embrión germinado en fino vientre
con el soplo divino de unas manos.
Y llegué, como todos los mortales,
a la tierra fecunda en un septiembre;
aquí vine a este norte y a esta costa
a una villa que mira a las montañas.
Y crecí entre chicos marineros,
y jugué por los corros y las plazas,
me bañé en las aguas de sus rías,
comulgando mi cuerpo del salitre.
Desde entonces hay algo que me tira,
que me atrae con su fuerza irresistible,
que subyuga mi mente y los sentidos
a esta tierra que me habla sin palabras.
Y es aquí, un primero de septiembre,
cuando nacen nerviosas estas letras,
cuando sacan del pecho los latidos
cuando vienen cual tiernas golondrinas.
En su vuelo me quedo somnoliento,
un sopor va llegando poco a poco,
hace frío por culpa del nordeste
y me quedo mirando el campanario.
Es la Iglesia que ha visto mil septiembres
con su torre y agujas descarnadas,
la erosión, por su cuerpo, se acrecienta
y hasta siento que tiembla con el viento.
Una aldaba resuena en los pasillos,
tras la mano de hierro con su bola
que golpea llamando en el colegio
junto al patio repleto de palmeras.
Es septiembre, me digo en mi inocencia,
es el mes donde nacen tantos sueños,
es septiembre que llega sin palabras
con los rayos dorados del otoño.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/09/10
SE QUEDA DESCANSANDO LA MEMORIA...
Se queda descansando la memoria
y con ella se duermen los recuerdos,
parece que enmudecen las palabras
y queda solo el eco en el silencio.
No es fácil que descanse y que se evada,
que vaya tras la nubes y los vientos,
que flote por el aire cual veleta
y busque los rosales de los cielos.
Seguro que muy pronto se despierta,
que mira con sus ojos soñolientos,
las formas de los seres y las cosas
que forman este mundo tan diverso.
Seguro que repara en esa fuente
que mana sin descanso hacia los suelos,
y escucha las alegres golondrinas
que pasan juguetonas con su vuelo.
También se fijará en tantos niños
que marchan presurosos al colegio,
y llevan la mochila en sus espaldas,
cargadas con los libros y cuadernos.
Y puede que se fije en la muchacha
que poda los rosales del paseo,
ajena al ajetreo de la vida
y al dulce escalofrío de los sueños.
Más puede que el descanso sea largo,
que duerma la memoria mucho tiempo,
que cubran sus ojitos tan curiosos
las verdes madreselvas y los cienos.
Entonces, si el descanso es tan profundo,
es fácil que precise de tus besos,
aquellos que dejaste con tus labios,
en tardes y caricias por su cuerpo.
Quizás nuestra memoria esté dormida,
ajena a las plegarias y a los rezos,
y el ser que la reclama en sus entrañas
acuse el duro frío de los hielos.
"...Se queda descansando la memoria
y duermen los suspiros en el pecho,
parece que los labios parpadean
más quedan simplemente en el silencio..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/09/10
y con ella se duermen los recuerdos,
parece que enmudecen las palabras
y queda solo el eco en el silencio.
No es fácil que descanse y que se evada,
que vaya tras la nubes y los vientos,
que flote por el aire cual veleta
y busque los rosales de los cielos.
Seguro que muy pronto se despierta,
que mira con sus ojos soñolientos,
las formas de los seres y las cosas
que forman este mundo tan diverso.
Seguro que repara en esa fuente
que mana sin descanso hacia los suelos,
y escucha las alegres golondrinas
que pasan juguetonas con su vuelo.
También se fijará en tantos niños
que marchan presurosos al colegio,
y llevan la mochila en sus espaldas,
cargadas con los libros y cuadernos.
Y puede que se fije en la muchacha
que poda los rosales del paseo,
ajena al ajetreo de la vida
y al dulce escalofrío de los sueños.
Más puede que el descanso sea largo,
que duerma la memoria mucho tiempo,
que cubran sus ojitos tan curiosos
las verdes madreselvas y los cienos.
Entonces, si el descanso es tan profundo,
es fácil que precise de tus besos,
aquellos que dejaste con tus labios,
en tardes y caricias por su cuerpo.
Quizás nuestra memoria esté dormida,
ajena a las plegarias y a los rezos,
y el ser que la reclama en sus entrañas
acuse el duro frío de los hielos.
"...Se queda descansando la memoria
y duermen los suspiros en el pecho,
parece que los labios parpadean
más quedan simplemente en el silencio..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/09/10
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