BAJAR DESDE LOS CIELOS A LA TIERRA...

Bajar desde los cielos a la tierra,
notar como se queda el infinito
atrás, a muchas leguas de distancia,
en paz y en la inocencia de los niños.

...Así me encuentro ahora, cuando pienso,
en esos días de calor y frío,
en plena comunión con la montaña,
mirando girasoles amarillos.

Andando por caminos y senderos,
trepando por las rocas a los riscos,
besando aquellas cruces en las cimas
en medio del abrazo del amigo.

Muy lejos me quedaba mi cantábrico,
el mar de mis ancestros tan querido,
y lejos se quedaban tantas cosas
ahogadas de murmullos y sonidos.

El tiempo se pasaba lentamente
en medio de los valles y los pinos,
rodeado de aquel mundo diferente
tan lleno de silencio y de suspiros.

Suspiros por momentos del pasado,
suspiros por instantes retenidos,
ajenos a tormentas y galernas
sacadas de la página de un libro.

Por eso fui feliz en esos días,
ajeno en un lejano paraíso,
un mundo solitario y diferente
en medio de la niebla y el granizo.

Y ahora que me encuentro ya en mi casa
recuerdo todo aquello tan distinto,
el tiempo que volaba sin saberlo,
y un pecho conteniendo sus latidos.

Latidos que surgían de muy hondo
en medio del Tirol y de Brunico,
latidos que salían desde el alma
subiendo hasta los cielos tan queridos.

¡Oh tierno corazón cierra los ojos!,
aspira ese perfume con sigilo,
el tiempo que viviste ya es pasado
y guárdalo muy dentro con cariño.

Rafael Sánchez Ortega ©
14/09/10

No hay comentarios: