NO ME OLVIDO DE TI, MI PRINCESA...
No me olvido de ti, mi princesa,
la que llevas paciente tu carga,
la que sufres mirando mis ojos,
la que limpias y secas mis lágrimas.
Porque siento tu amor en silencio
como brisa que llega temprana,
a rizar en el alma del niño
como nota que suena y que llama.
Soy consciente que vas a mi lado
en la tarde, en la noche y mañana,
y te alegras al ver lo que escribo
en las frases pacientes bordadas.
Cuando miro, quizás admirando,
a las bellas y altas montañas,
tú sonríes mandando un suspiro
y me dejas un beso en la cara.
Más si ves el dolor en mis ojos
te estremeces y lloras y callas,
y tus brazos tan tiernos de niña
a mi cuerpo refugian y abrazan.
No quisiera que llegue la noche
y con ella la bruma nefasta,
sin decirte el amor que yo siento,
pues te llevo muy dentro del alma.
Es a ti, bella niña, a quien quiero,
con pupilas color de avellana,
con tu habla tan dulce y serena,
y la voz que me llena y me calma.
A tu lado la paz se hace eco
transformando tormenta en bonanza,
mientras llegan las pruebas al hombre
con pasiones y dudas mundanas.
Y es entonces que buscas al niño,
al que sabes que juega en la playa,
el que escribe los signos y letras
de un poema que va sin palabras.
Porque el niño que escribe sus versos
al final te sonríe y te llama,
pronunciando tu nombre despacio
mientras besa tus labios con ganas.
Es entonces que tiemblas sin miedo
porque sabes que el hombre te ama,
porque sientes su amor contenido
que te llega y te abraza, sin pausa.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 08/09/10
la que llevas paciente tu carga,
la que sufres mirando mis ojos,
la que limpias y secas mis lágrimas.
Porque siento tu amor en silencio
como brisa que llega temprana,
a rizar en el alma del niño
como nota que suena y que llama.
Soy consciente que vas a mi lado
en la tarde, en la noche y mañana,
y te alegras al ver lo que escribo
en las frases pacientes bordadas.
Cuando miro, quizás admirando,
a las bellas y altas montañas,
tú sonríes mandando un suspiro
y me dejas un beso en la cara.
Más si ves el dolor en mis ojos
te estremeces y lloras y callas,
y tus brazos tan tiernos de niña
a mi cuerpo refugian y abrazan.
No quisiera que llegue la noche
y con ella la bruma nefasta,
sin decirte el amor que yo siento,
pues te llevo muy dentro del alma.
Es a ti, bella niña, a quien quiero,
con pupilas color de avellana,
con tu habla tan dulce y serena,
y la voz que me llena y me calma.
A tu lado la paz se hace eco
transformando tormenta en bonanza,
mientras llegan las pruebas al hombre
con pasiones y dudas mundanas.
Y es entonces que buscas al niño,
al que sabes que juega en la playa,
el que escribe los signos y letras
de un poema que va sin palabras.
Porque el niño que escribe sus versos
al final te sonríe y te llama,
pronunciando tu nombre despacio
mientras besa tus labios con ganas.
Es entonces que tiemblas sin miedo
porque sabes que el hombre te ama,
porque sientes su amor contenido
que te llega y te abraza, sin pausa.
Rafael Sánchez Ortega ©
Percha 08/09/10
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