AVANZA SIN DESCANSO HASTA NOSOTROS...

Avanza sin descanso hasta nosotros
la sombra que cercena libertades,
la muerte no se para ni detiene,
no quiere que seamos inmortales.

El hombre viene al mundo de los vivos
un día, por sorpresa, cuando nace,
y entonces, como el tren que marcha lejos,
emprende sin saber un largo viaje.

Un viaje por la vida y por la tierra,
con sueños de su alma y de su sangre,
un viaje con ribetes de nostalgia
guiados por la brisa de los mares.

El hombre que no sabe a qué ha venido,
ignora la mayor de las verdades,
ignora que la muerte está en su meta,
que muere día a día y tarde a tarde.

¡Qué tristes pensamientos se reflejan!,
¡Qué triste soledad la de los ángeles!,
esperan a los hombres convencidos
que el alba ya ha llegado hasta sus calles.

El hombre se refugia en sus tinieblas,
de dudas y de miedos ancestrales,
hay dudas en su vida y su alegría
y miedos a sus llantos singulares.

Es dura la verdad, y hay que asumirla,
la vida es el reloj que resta y parte,
nos resta los segundos consumidos
y parte con los mismos hacia el Hades.

El hombre nace libre, entre comillas,
y vive recluido en una cárcel,
en ese corredor triste y sombrío,
allí donde terminan tantos males.

Reniego de esta vida y esta farsa,
no quiero este regalo tan cobarde,
"la eterna libertad", (¡qué marioneta!),
es frase proclamada para el aire.

...El hombre, como siempre, se resigna,
no lucha con fantasmas ni saudades,
ni busca en el futuro la esperanza,
espera simplemente que se acabe.

Rafael Sánchez Ortega ©
03/11/10

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