SI PREGUNTAN LAS ESTRELLAS...
Si preguntan las estrellas
ya las digo que te he visto,
que pasaste muy alegre
y compartiste conmigo.
Ibas linda y bien peinada,
con tu cuerpo tan bonito,
y en tus ojos las pupilas
hoy lucían con más brillo.
Tú me viste y te paraste,
preguntaste: "¿qué hay amigo?",
y observaste, que en silencio,
yo miraba al infinito.
Un silencio y mil preguntas,
sin respuestas ni testigos,
sólo el eco que devuelve
a la mar con sus suspiros.
A mi lado te sentaste,
me abrazaste con cariño,
luego un beso de tus labios
en los míos quedó unido.
Una lágrima traidora
bajó torpe a tu vestido,
como un beso tembloroso
ofrecido por un niño.
Unas frases pronunciaste,
quedamente en mis oídos...
¡unas frases, tierna rosa,
fiel violeta y dulce lirio!
Y de pronto te marchaste,
proseguiste tu camino,
más allá de las estrellas,
con los ángeles benditos.
Yo pensaba en muchas cosas,
en inviernos y en estíos,
primaveras prematuras
y en otoños coloridos.
Y pensaba en tantos besos
de otros labios a los míos,
que eran besos diferentes
y bien fueron recibidos.
Pero ahora los recuerdo
como parte de ese libro,
como páginas sagradas
ya cerradas con un hilo.
Es el hilo de la historia
en el libro que he vivido,
y es la letra con mi sangre
con la huella de mi signo.
Voy a ti, mi mar eterna,
tras tus pasos yo te sigo,
a embriagarme de salitre,
de tus olas y sonidos.
...Y si un día tú descansas,
un poema te recito,
un poema con tu nombre,
mar amada que te has ido.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/10
ya las digo que te he visto,
que pasaste muy alegre
y compartiste conmigo.
Ibas linda y bien peinada,
con tu cuerpo tan bonito,
y en tus ojos las pupilas
hoy lucían con más brillo.
Tú me viste y te paraste,
preguntaste: "¿qué hay amigo?",
y observaste, que en silencio,
yo miraba al infinito.
Un silencio y mil preguntas,
sin respuestas ni testigos,
sólo el eco que devuelve
a la mar con sus suspiros.
A mi lado te sentaste,
me abrazaste con cariño,
luego un beso de tus labios
en los míos quedó unido.
Una lágrima traidora
bajó torpe a tu vestido,
como un beso tembloroso
ofrecido por un niño.
Unas frases pronunciaste,
quedamente en mis oídos...
¡unas frases, tierna rosa,
fiel violeta y dulce lirio!
Y de pronto te marchaste,
proseguiste tu camino,
más allá de las estrellas,
con los ángeles benditos.
Yo pensaba en muchas cosas,
en inviernos y en estíos,
primaveras prematuras
y en otoños coloridos.
Y pensaba en tantos besos
de otros labios a los míos,
que eran besos diferentes
y bien fueron recibidos.
Pero ahora los recuerdo
como parte de ese libro,
como páginas sagradas
ya cerradas con un hilo.
Es el hilo de la historia
en el libro que he vivido,
y es la letra con mi sangre
con la huella de mi signo.
Voy a ti, mi mar eterna,
tras tus pasos yo te sigo,
a embriagarme de salitre,
de tus olas y sonidos.
...Y si un día tú descansas,
un poema te recito,
un poema con tu nombre,
mar amada que te has ido.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/10
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