NO PERMITAS QUE EL SILENCIO...
No permitas que el silencio
se marchite en la distancia,
ni que callen hoy sus voces
por amores ni amenazas.
El silencio es fiel testigo
y es actor de lo que pasa,
es guardián y compañero
sin pedirte su alianza.
Es el fuego que consume
las pasiones en las llamas,
es el cáliz que se bebe
y que quema la garganta.
No permitas que el silencio
quede mudo en tu mirada,
ni que pierda su silueta
el reflejo y la esperanza.
El silencio es el gemido
y el latido de las almas,
es la brisa que te llega
y el nordeste que te alcanza.
Es el agua de los ríos
y la nieve en las montañas,
es el grito de los hombres
con un eco sin palabras.
No permitas que el silencio
sea reo en tu batalla,
ni que imiten mal su nombre
otras voces descaradas.
El silencio es el embrujo
y la cadencia de ese arpa,
es la sangre que se altera
por las venas con su lava.
Es el beso que se pide
a los labios que se aman,
y es la mano recorriendo
suavemente por tu cara.
No permitas que el silencio
rompa y rasgue lo que guardas,
ni que seas marioneta
de unas olas embravadas.
El silencio son las olas
y la arena de la playa,
es rumor de las mareas
con sirenas encantadas.
Es la voz que a ti te pide,
quien suplica y que reclama,
de que vivas tu silencio
para amar sin pedir nada.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/12/10
se marchite en la distancia,
ni que callen hoy sus voces
por amores ni amenazas.
El silencio es fiel testigo
y es actor de lo que pasa,
es guardián y compañero
sin pedirte su alianza.
Es el fuego que consume
las pasiones en las llamas,
es el cáliz que se bebe
y que quema la garganta.
No permitas que el silencio
quede mudo en tu mirada,
ni que pierda su silueta
el reflejo y la esperanza.
El silencio es el gemido
y el latido de las almas,
es la brisa que te llega
y el nordeste que te alcanza.
Es el agua de los ríos
y la nieve en las montañas,
es el grito de los hombres
con un eco sin palabras.
No permitas que el silencio
sea reo en tu batalla,
ni que imiten mal su nombre
otras voces descaradas.
El silencio es el embrujo
y la cadencia de ese arpa,
es la sangre que se altera
por las venas con su lava.
Es el beso que se pide
a los labios que se aman,
y es la mano recorriendo
suavemente por tu cara.
No permitas que el silencio
rompa y rasgue lo que guardas,
ni que seas marioneta
de unas olas embravadas.
El silencio son las olas
y la arena de la playa,
es rumor de las mareas
con sirenas encantadas.
Es la voz que a ti te pide,
quien suplica y que reclama,
de que vivas tu silencio
para amar sin pedir nada.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/12/10
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