SE OSCURECE LA NOCHE DEL ALMA...
Se oscurece la noche del alma
y se quedan muy quietos los muertos,
hay tristeza y los ojos no lloran
y se busca la paz y el silencio.
Yo quisiera sentir el vacío,
caminar por agrestes senderos,
olvidarme del mundo y la vida
y vagar solamente en los sueños.
Pero debo buscar las respuestas,
a pesar de las dudas y miedos,
a pesar de las sombras y luces
que producen los ángeles negros.
Cuando suene la ronca campana
partiré sin dudarlo muy lejos,
a ese campo lejano y sin norte
donde crecen escajos y helechos.
Sentiré los dolores del alma,
los suspiros que brotan del pecho,
y esa llama que quema la sangre
y destroza mi paz con su fuego.
Yo quisiera sacar a ese niño,
el que va por la playa despierto,
el que lleva en sus manos la antorcha
palpitando de amor con sus besos.
Pero sólo me encuentro a la nada,
todo es soledad y recuerdos
el pasado que gira y remueve
los alegres sonidos del eco.
Marcharé cual oscuro mendigo
a buscar ese beso sediento
aunque sea muy lejos de casa
más allá de la tierra y el cielo.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/12/10
y se quedan muy quietos los muertos,
hay tristeza y los ojos no lloran
y se busca la paz y el silencio.
Yo quisiera sentir el vacío,
caminar por agrestes senderos,
olvidarme del mundo y la vida
y vagar solamente en los sueños.
Pero debo buscar las respuestas,
a pesar de las dudas y miedos,
a pesar de las sombras y luces
que producen los ángeles negros.
Cuando suene la ronca campana
partiré sin dudarlo muy lejos,
a ese campo lejano y sin norte
donde crecen escajos y helechos.
Sentiré los dolores del alma,
los suspiros que brotan del pecho,
y esa llama que quema la sangre
y destroza mi paz con su fuego.
Yo quisiera sacar a ese niño,
el que va por la playa despierto,
el que lleva en sus manos la antorcha
palpitando de amor con sus besos.
Pero sólo me encuentro a la nada,
todo es soledad y recuerdos
el pasado que gira y remueve
los alegres sonidos del eco.
Marcharé cual oscuro mendigo
a buscar ese beso sediento
aunque sea muy lejos de casa
más allá de la tierra y el cielo.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/12/10
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