LO DESESPERANTE ES QUERER DECIR...
Lo desesperante es querer decir
y no poder llevarlo hasta el cuaderno.
Querer escribir de algo y para alguien
sin acudir palabras a los dedos,
querer decir lo que desborda el alma,
tonterías que van al desaliento,
la eterna fantasía de la infancia
con la oración a Dios en el silencio.
Pero escribir es algo para alguien,
en la figura dulce que yo quiero,
en esa sensación que llega ahora
y baja con su nombre desde el cielo.
El nombre sugerente de la Lluvia
es nombre de princesa sin complejos,
a veces se confunde con el agua
que baja por el río hasta el océano.
Sin embargo me faltan esas ganas
esa ilusión y el roce de tus dedos,
en esa comunión del cuerpo y alma
mezclados en la tierra por el viento.
Y entonces me sublevo y lucho y grito
buscando mis sentidos lo que anhelo,
sabiendo que se apagan las hogueras
y saltan mil chispazos de los leños.
Entonces el vacío es absoluto
y surgen los demonios y los miedos,
te ves cual marioneta de la vida
que sale reflejada en un espejo.
Te ves tan solitario y ermitaño
que rompes las cadenas de tu asedio
y gritas y protestas hacia el alto,
dejando de luchar cuando ya has muerto.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/09/11
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