RESTAÑA LAS HERIDAS RECIBIDAS...
Restaña las heridas recibidas
el hombre soñador junto a su alma,
no piensa en los momentos del pasado,
ni en seres, ni en figuras de batallas.
Desea que su cuerpo dolorido
encuentre el equilibrio sin tardanza,
que nazca entre sus labios la sonrisa
y brille nuevamente su mirada.
Atrás quedaron campos desolados,
promesas con banderas destrozadas,
suspiros emitidos en la noche
mezclados entre besos y palabras.
El hombre soñador no piensa en ello,
apura el aguardiente y la cazalla,
intenta que le alivien los dolores
las nubes de algodón que lentas pasan.
Hoy piensa que comienza un nuevo ciclo,
que se abren nuevamente las ventanas
y vuelan las oscuras golondrinas,
de nuevo, con sus alas por la plaza.
Desgranan un dibujo por el aire
brotando de las almas las plegarias,
en rezos que se elevan a los cielos
en busca del amor en la distancia.
Porque es el corazón el que le busca,
y al mismo corazón a quien le falta,
la fuerza, la ilusión y la alegría,
la esencia de la vida sin tardanza.
Sacude el soñador tantas cenizas
logradas al calor de las fogatas,
los leños del amor producen sueños,
la sangre del volcán produce llamas.
No quiere más volver a los caminos
que lleven a promesas siempre falsas,
ni quiere que le suban a la luna
los sueños de su alma enamorada.
Prefiere caminar por el desierto,
sentir la soledad que allí le abraza,
buscar entre la noche a las estrellas
y acaso sonreír con tanta calma.
"...Restaña las heridas recibidas
el hombre soñador, con su guitarra,
él deja en estos versos lo que siente
buscando en el futuro su esperanza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/10/11
el hombre soñador junto a su alma,
no piensa en los momentos del pasado,
ni en seres, ni en figuras de batallas.
Desea que su cuerpo dolorido
encuentre el equilibrio sin tardanza,
que nazca entre sus labios la sonrisa
y brille nuevamente su mirada.
Atrás quedaron campos desolados,
promesas con banderas destrozadas,
suspiros emitidos en la noche
mezclados entre besos y palabras.
El hombre soñador no piensa en ello,
apura el aguardiente y la cazalla,
intenta que le alivien los dolores
las nubes de algodón que lentas pasan.
Hoy piensa que comienza un nuevo ciclo,
que se abren nuevamente las ventanas
y vuelan las oscuras golondrinas,
de nuevo, con sus alas por la plaza.
Desgranan un dibujo por el aire
brotando de las almas las plegarias,
en rezos que se elevan a los cielos
en busca del amor en la distancia.
Porque es el corazón el que le busca,
y al mismo corazón a quien le falta,
la fuerza, la ilusión y la alegría,
la esencia de la vida sin tardanza.
Sacude el soñador tantas cenizas
logradas al calor de las fogatas,
los leños del amor producen sueños,
la sangre del volcán produce llamas.
No quiere más volver a los caminos
que lleven a promesas siempre falsas,
ni quiere que le suban a la luna
los sueños de su alma enamorada.
Prefiere caminar por el desierto,
sentir la soledad que allí le abraza,
buscar entre la noche a las estrellas
y acaso sonreír con tanta calma.
"...Restaña las heridas recibidas
el hombre soñador, con su guitarra,
él deja en estos versos lo que siente
buscando en el futuro su esperanza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/10/11
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