HOY, DE NUEVO, MIS OJOS LLORARON...
Hoy, de nuevo, mis ojos lloraron
tras un largo periodo de tiempo
y salieron del pecho suspiros
en lugar de poemas y versos.
Es el hombre que piensa en el barro,
en la lucha cerval contra el miedo,
y es el niño, con pasos menudos,
el que ansía cumplir esos sueños.
Tempestad y galerna en el alma,
donde luchan con fuerza los celos,
sin saber que la llama es profunda
y el Amor, entregado está dentro.
Porque entablan crueles batallas,
esos pechos que están tan sedientos,
y también las sonrisas se borran
y en los labios se sellan a fuego.
Hoy, de nuevo, mis ojos lloraron
y no pude evitar contenerlos,
porque el agua, fugaz, de la lluvia
era fruto del alma y el cielo.
He sentido tu mano de plata,
la blancura especial de tus senos,
y he querido sentirte a mi lado
revolviendo, con calma, tu pelo.
Y aquí estabas, Amor, como siempre,
sofocando la sed del sediento,
entregando tus labios sencillos
a mis labios, cruzando el desierto.
Y limpiaste mis ojos llorosos
y posaste en mi pecho tus dedos,
para hacer que la sangre fluyera
y latiera, en mis venas, de nuevo.
"...Hoy, de nuevo, mis ojos lloraron,
al saber que te amo y te quiero,
y te dije que sí, en esas lágrimas,
que no quiero perder lo que siento..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/15
tras un largo periodo de tiempo
y salieron del pecho suspiros
en lugar de poemas y versos.
Es el hombre que piensa en el barro,
en la lucha cerval contra el miedo,
y es el niño, con pasos menudos,
el que ansía cumplir esos sueños.
Tempestad y galerna en el alma,
donde luchan con fuerza los celos,
sin saber que la llama es profunda
y el Amor, entregado está dentro.
Porque entablan crueles batallas,
esos pechos que están tan sedientos,
y también las sonrisas se borran
y en los labios se sellan a fuego.
Hoy, de nuevo, mis ojos lloraron
y no pude evitar contenerlos,
porque el agua, fugaz, de la lluvia
era fruto del alma y el cielo.
He sentido tu mano de plata,
la blancura especial de tus senos,
y he querido sentirte a mi lado
revolviendo, con calma, tu pelo.
Y aquí estabas, Amor, como siempre,
sofocando la sed del sediento,
entregando tus labios sencillos
a mis labios, cruzando el desierto.
Y limpiaste mis ojos llorosos
y posaste en mi pecho tus dedos,
para hacer que la sangre fluyera
y latiera, en mis venas, de nuevo.
"...Hoy, de nuevo, mis ojos lloraron,
al saber que te amo y te quiero,
y te dije que sí, en esas lágrimas,
que no quiero perder lo que siento..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/15
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario