A TU LADO...
A tu lado, y desde niño,
me enseñaste que la vida
era un pozo de sorpresas
y también de poesías.
Me mostraste los veranos,
primaveras infinitas,
los otoños con su magia
y hasta inviernos de película.
Me llevaste, de la mano,
por riberas escondidas,
hacia playas solitarias
con sus olas tan bonitas.
Y dejaste en mis oídos
el murmullo de la brisa,
ese canto sugerente
que emociona y que palpita.
Todo esto tú me diste
y bebí de tus pupilas,
ese néctar delicioso
que viví por tus orillas.
Hoy me vuelvo para verte
y te encuentro entre las rimas,
esas letras seductoras,
como siempre tan amigas.
Y te digo: "no me dejes,
imperfecta poesía,
no abandones mi costado
y estos labios que suspiran".
Yo quisiera agradecerte
lo que hiciste, buena amiga,
los segundos dedicados
de tu vida hacia la mía.
Pero mudas, mis palabras,
en las manos que vacilan,
se han quedado con las letras
en los dedos ya dormidas.
Hoy te llevan por el campo
y quizás a las marismas,
para ver a los marjales
y flamencos por la ría.
Un paseo hacia la iglesia,
las murallas exquisitas,
y esas piedras centenarias
cinceladas por artistas.
Sin embargo, aquí, en el pecho,
corazón, tú estás con prisa,
señalando los segundos
que le quedan a esta cita.
"...Unas lágrimas traidoras
ruedan ya por las mejillas,
recordando que, el poema,
es la vida que termina..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/16
me enseñaste que la vida
era un pozo de sorpresas
y también de poesías.
Me mostraste los veranos,
primaveras infinitas,
los otoños con su magia
y hasta inviernos de película.
Me llevaste, de la mano,
por riberas escondidas,
hacia playas solitarias
con sus olas tan bonitas.
Y dejaste en mis oídos
el murmullo de la brisa,
ese canto sugerente
que emociona y que palpita.
Todo esto tú me diste
y bebí de tus pupilas,
ese néctar delicioso
que viví por tus orillas.
Hoy me vuelvo para verte
y te encuentro entre las rimas,
esas letras seductoras,
como siempre tan amigas.
Y te digo: "no me dejes,
imperfecta poesía,
no abandones mi costado
y estos labios que suspiran".
Yo quisiera agradecerte
lo que hiciste, buena amiga,
los segundos dedicados
de tu vida hacia la mía.
Pero mudas, mis palabras,
en las manos que vacilan,
se han quedado con las letras
en los dedos ya dormidas.
Hoy te llevan por el campo
y quizás a las marismas,
para ver a los marjales
y flamencos por la ría.
Un paseo hacia la iglesia,
las murallas exquisitas,
y esas piedras centenarias
cinceladas por artistas.
Sin embargo, aquí, en el pecho,
corazón, tú estás con prisa,
señalando los segundos
que le quedan a esta cita.
"...Unas lágrimas traidoras
ruedan ya por las mejillas,
recordando que, el poema,
es la vida que termina..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/16
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