¡YA ESTOY AQUÍ...!
¡Ya estoy aquí!, dice una voz sin nombre
y un niño se remueve en sus entrañas,
quizás con el fervor de la inocencia,
y restos de secuelas de una infancia.
Estoy y soy la carne, sugerente,
el fuego que se eleva con las llamas,
la sal del mar que baña las arenas,
las olas que se duermen sobre el agua.
Porque al final se vive y amanece,
cada día, nos despierta un nuevo alba,
nos abraza y susurra con cariño
para ir a despejar nuestras pestañas.
Volvemos a ese mundo que es el nuestro,
la eterna fantasía del mañana,
el cáliz que apuramos poco a poco
contando los segundos que se pasan.
Y en ese mundo, mudo y renuente,
(que es el mundo que siguen mis pisadas),
me quedo vacilante y sorprendido,
porque el mismo me lleva hacia la nada.
Este es el mundo mío, que reclamo,
a pesar de silencios y palabras,
con vacíos inmensos y tristezas
y hasta con lluvia amarga, por sus lágrimas.
Pero es la realidad que me sofoca,
me rodea este mundo de añoranzas,
ese crisol de sueños imposibles
que amaga con candor mientras me mata.
Entonces me remuevo, inquieto y grito,
le digo a mi conciencia: ¿Qué te pasa?,
¿No sabes que la vida es un infierno
y estás ante la misma encadenada...?
"...¡Ya estoy aquí!, dice una voz, tranquilo,
no temas la galerna que te arrastra,
concéntrate en mis labios, solamente,
y siente el dulce beso que te mandan..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/04/16
y un niño se remueve en sus entrañas,
quizás con el fervor de la inocencia,
y restos de secuelas de una infancia.
Estoy y soy la carne, sugerente,
el fuego que se eleva con las llamas,
la sal del mar que baña las arenas,
las olas que se duermen sobre el agua.
Porque al final se vive y amanece,
cada día, nos despierta un nuevo alba,
nos abraza y susurra con cariño
para ir a despejar nuestras pestañas.
Volvemos a ese mundo que es el nuestro,
la eterna fantasía del mañana,
el cáliz que apuramos poco a poco
contando los segundos que se pasan.
Y en ese mundo, mudo y renuente,
(que es el mundo que siguen mis pisadas),
me quedo vacilante y sorprendido,
porque el mismo me lleva hacia la nada.
Este es el mundo mío, que reclamo,
a pesar de silencios y palabras,
con vacíos inmensos y tristezas
y hasta con lluvia amarga, por sus lágrimas.
Pero es la realidad que me sofoca,
me rodea este mundo de añoranzas,
ese crisol de sueños imposibles
que amaga con candor mientras me mata.
Entonces me remuevo, inquieto y grito,
le digo a mi conciencia: ¿Qué te pasa?,
¿No sabes que la vida es un infierno
y estás ante la misma encadenada...?
"...¡Ya estoy aquí!, dice una voz, tranquilo,
no temas la galerna que te arrastra,
concéntrate en mis labios, solamente,
y siente el dulce beso que te mandan..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/04/16
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