LA TARDE ESTABA GRIS...
La tarde estaba gris y era verano,
volvíamos despacio del paseo,
las nubes y la lluvia amenazaban
y pronto comenzaba el aguacero.
Buscamos un refugio improvisado,
los restos de una casa con un huerto,
un porche, pequeñito, con escombros
y el cielo que se ve por los aleros.
Recuerdo aquella tarde de hace años
unidos y abrazados en silencio,
hablaban solamente las pupilas
y el loco galopar de nuestros pechos.
Hablaban, como digo, las miradas
y el dulce sobeteo de los dedos,
que atentos describían sensaciones
surgidos por la lluvia y el momento.
Las nubes que anunciaban la tormenta
sacaron a los rayos con denuedo,
marcando filigranas en la tarde
y truenos proclamando sus lamentos.
Buscamos el abrazo del amante,
la dulce sensación de nuestros besos,
y ardieron los dos cuerpos juveniles
cubiertos de pasión y del deseo.
Aquella comunión, interminable,
quedó como tatuada en el recuerdo,
y luego, con el paso de los años,
volvía y afloraba su refejo.
Volvían los suspiros increibles,
los labios que bajaban por los senos,
la lluvia y el sudor entremezclados
y el tierno escalofrío de los cuerpos.
"...La tarde estaba gris y aquel verano
hicimos un poema con sus versos,
un tiempo compartido sin fisuras
que ahora recordamos como nuestro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/17
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