FECHA HERMOSA Y FECHA TIERNA
Fecha hermosa y fecha tierna
en que acudo a saludarte
con mi pluma y con mis versos
con mi cuerpo y con mi sangre.
Ha pasado mucho tiempo
tú naciste en otros valles,
Quintanilla fue tu cuna
y en la Venta te criaste.
Con amigos y con primos
tú jugaste en los maizales,
y atropaste fina hierba
que pisaste en los pajares.
Arreaste los ganados
por cañadas e invernales
de Labarces a Cudaña
en veranos singulares.
Poco a poco pasó el tiempo
y de pronto te acercaste,
a Hortigal con tu familia
y a la hacienda de tus padres.
Una tarde, la recuerdo,
yo te vi y me miraste,
y se hablaron nuestros ojos
y bailamos en un baile.
Bien recuerdo aquel momento,
que fue en Celis, un instante,
una linda romería
y un suspiro mandé al aire.
Yo no sé lo que te vi,
pero si latió mi sangre,
y mi pecho y mis sentidos
me mandaron a buscarte.
Desde entonces fuiste amiga,
fuiste amor y fuiste amante,
y te hablé con mis palabras,
con mis dedos en tu talle.
Tu animaste mi vacío
siendo esposa y luego madre,
y me diste tus caricias
y tu apoyo en muchos trances.
Compartiste mis secretos,
mis proyectos singulares,
y leiste los poemas
y en mis sueños tú soñaste.
Hace tiempo que no grito
ese nombre que me sale
y en la punta de mis labios
tengo un beso para darte.
Hoy te abrazo en este día
y te pido que me ames,
y que aceptes mi cariño
que es sincero y sin retales.
Pues la barca en que navego,
mascarón lleva esa nave,
con tu cuerpo y tu figura
para amarnos sin cansarse.
"Aun os queda mucho tiempo,
-dice el eco en esta tarde-
caminar con vuestros pasos,
vuestros sueños y cantares.
Caminar pasito a paso
a buscar bellos lugares,
y beber de sus delicias
el licor tan agradable.
Teneis vida y teneis tiempo,
no dudeis en disfrutarle,
y saciad en vuestros labios
esos besos adorables".
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/10
en que acudo a saludarte
con mi pluma y con mis versos
con mi cuerpo y con mi sangre.
Ha pasado mucho tiempo
tú naciste en otros valles,
Quintanilla fue tu cuna
y en la Venta te criaste.
Con amigos y con primos
tú jugaste en los maizales,
y atropaste fina hierba
que pisaste en los pajares.
Arreaste los ganados
por cañadas e invernales
de Labarces a Cudaña
en veranos singulares.
Poco a poco pasó el tiempo
y de pronto te acercaste,
a Hortigal con tu familia
y a la hacienda de tus padres.
Una tarde, la recuerdo,
yo te vi y me miraste,
y se hablaron nuestros ojos
y bailamos en un baile.
Bien recuerdo aquel momento,
que fue en Celis, un instante,
una linda romería
y un suspiro mandé al aire.
Yo no sé lo que te vi,
pero si latió mi sangre,
y mi pecho y mis sentidos
me mandaron a buscarte.
Desde entonces fuiste amiga,
fuiste amor y fuiste amante,
y te hablé con mis palabras,
con mis dedos en tu talle.
Tu animaste mi vacío
siendo esposa y luego madre,
y me diste tus caricias
y tu apoyo en muchos trances.
Compartiste mis secretos,
mis proyectos singulares,
y leiste los poemas
y en mis sueños tú soñaste.
Hace tiempo que no grito
ese nombre que me sale
y en la punta de mis labios
tengo un beso para darte.
Hoy te abrazo en este día
y te pido que me ames,
y que aceptes mi cariño
que es sincero y sin retales.
Pues la barca en que navego,
mascarón lleva esa nave,
con tu cuerpo y tu figura
para amarnos sin cansarse.
"Aun os queda mucho tiempo,
-dice el eco en esta tarde-
caminar con vuestros pasos,
vuestros sueños y cantares.
Caminar pasito a paso
a buscar bellos lugares,
y beber de sus delicias
el licor tan agradable.
Teneis vida y teneis tiempo,
no dudeis en disfrutarle,
y saciad en vuestros labios
esos besos adorables".
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/10
NO ENTIENDO LOS QUEJIDOS DE LA TIERRA
No entiendo los quejidos de la tierra
y el azote que manda a los sembrados,
los hombres suplicamos a los cielos
y el cielo nos responde con sus rayos.
Parece que la tierra se estremece,
que tiemblan edificios y los barcos,
que hay grietas en calzadas y autopistas
y hay hombres tras paredes sepultados.
No entiendo los temblores que han sufrido
ni entiendo la injusticia de este acto,
yo veo solamente a las personas
en busca de los seres tan amados.
El mundo se convierte en un pañuelo,
quizás en la noticia de un teatro,
y vemos a los hombres y mujeres
que pasan con la lágrima y su llanto.
Hoy lloran por los seres que han perdido,
amigos, familiares y hasta hermanos,
pues todos son un duelo en esta sangre,
sintiendo ese sabor bastante amargo.
Con tanta destrucción elevo al cielo
un rezo por los seres que han llorado,
y rezo por familias y por niños
y elevo mi plegaria hasta lo alto.
A ti te rezo Dios, a ti te pìdo,
que tengas compasión y no hagas daño,
que veas en los hombres de este pueblo
un pueblo que te ama sin pecado.
Un pueblo y la nación que a ti te clama,
que lucha con sudor y con trabajo,
para ir sobreviviendo día a día
y darte su cariño tan honrado.
...No entiendo los quejidos de la tierra,
ni entiendo que los dejes de tu mano,
a tantos habitantes que allí viven
y andan con el pecho destrozado.
Espero tu clemencia y tu justicia,
y mando mi plegaria hasta tu lado,
quisiera que calmaras tantas penas
y dieras a los hombres un regalo.
La dulce fantasía de los sueños
es algo muy comun en los humanos,
concédeles Señor esto que piden
y dales el amor que te han clamado.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/10
y el azote que manda a los sembrados,
los hombres suplicamos a los cielos
y el cielo nos responde con sus rayos.
Parece que la tierra se estremece,
que tiemblan edificios y los barcos,
que hay grietas en calzadas y autopistas
y hay hombres tras paredes sepultados.
No entiendo los temblores que han sufrido
ni entiendo la injusticia de este acto,
yo veo solamente a las personas
en busca de los seres tan amados.
El mundo se convierte en un pañuelo,
quizás en la noticia de un teatro,
y vemos a los hombres y mujeres
que pasan con la lágrima y su llanto.
Hoy lloran por los seres que han perdido,
amigos, familiares y hasta hermanos,
pues todos son un duelo en esta sangre,
sintiendo ese sabor bastante amargo.
Con tanta destrucción elevo al cielo
un rezo por los seres que han llorado,
y rezo por familias y por niños
y elevo mi plegaria hasta lo alto.
A ti te rezo Dios, a ti te pìdo,
que tengas compasión y no hagas daño,
que veas en los hombres de este pueblo
un pueblo que te ama sin pecado.
Un pueblo y la nación que a ti te clama,
que lucha con sudor y con trabajo,
para ir sobreviviendo día a día
y darte su cariño tan honrado.
...No entiendo los quejidos de la tierra,
ni entiendo que los dejes de tu mano,
a tantos habitantes que allí viven
y andan con el pecho destrozado.
Espero tu clemencia y tu justicia,
y mando mi plegaria hasta tu lado,
quisiera que calmaras tantas penas
y dieras a los hombres un regalo.
La dulce fantasía de los sueños
es algo muy comun en los humanos,
concédeles Señor esto que piden
y dales el amor que te han clamado.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/10
ME PUSE A CONTAR ESTRELLAS
Me puse a contar estrellas
mientras mis sueños dormían,
hacía frío en la noche,
y era muy larga la lista.
Y cuando ya muy cansado
cerró mis ojos la brisa,
quedé dormido, en silencio,
mientras el alba venía.
Recuerdo bien esa noche,
aquella estampa sencilla,
con los suspiros del cielo
y las estrellas tan lindas.
Pero recuerdo mas cosas,
otras que eran distintas,
una figura a mi lado,
un corazón que latía.
Una mirada profunda,
una ardorosa pupila,
el beso fiel de unos labios
y aquella dulce caricia.
Me puse a contar estrellas
y me dejaron prendidas,
hablaban quedo en la noche
y se contaban mil cuitas.
Así aprendí sus secretos,
esos que ocultan al día,
los que recogen de gentes
que por la vida caminan.
Había estrellas mayores
y había estrellas muy niñas,
todas hablaban al tiempo,
todas a hablarme salían.
Pero recuerdo a una de ellas
con una trenza prendida,
marchaba sola en el cielo
hacia lejanas campiñas.
Era una estrella preciosa,
una fugaz fantasía,
era un susurro del cielo
que hasta mis ojos venía.
Me puse a contar estrellas
en una cuenta perdida,
por eso cerré los ojos
para dormir enseguida.
Para dormir a su lado,
para sentir su sonrisa,
para acallar los latidos
del corazón que palpita.
Entonces quedé dormido
noté que el alma quería,
que ansiaba volar muy alto
a las estrellas de arriba.
A los luceros del cielo
para besar sus mejillas,
para escuchar los susurros
y sus murmullos y risas.
Y se cerraron mis ojos,
quedó mi alma tranquila,
tu mano quedó en mi mano
con las estrellas dormidas.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/10
mientras mis sueños dormían,
hacía frío en la noche,
y era muy larga la lista.
Y cuando ya muy cansado
cerró mis ojos la brisa,
quedé dormido, en silencio,
mientras el alba venía.
Recuerdo bien esa noche,
aquella estampa sencilla,
con los suspiros del cielo
y las estrellas tan lindas.
Pero recuerdo mas cosas,
otras que eran distintas,
una figura a mi lado,
un corazón que latía.
Una mirada profunda,
una ardorosa pupila,
el beso fiel de unos labios
y aquella dulce caricia.
Me puse a contar estrellas
y me dejaron prendidas,
hablaban quedo en la noche
y se contaban mil cuitas.
Así aprendí sus secretos,
esos que ocultan al día,
los que recogen de gentes
que por la vida caminan.
Había estrellas mayores
y había estrellas muy niñas,
todas hablaban al tiempo,
todas a hablarme salían.
Pero recuerdo a una de ellas
con una trenza prendida,
marchaba sola en el cielo
hacia lejanas campiñas.
Era una estrella preciosa,
una fugaz fantasía,
era un susurro del cielo
que hasta mis ojos venía.
Me puse a contar estrellas
en una cuenta perdida,
por eso cerré los ojos
para dormir enseguida.
Para dormir a su lado,
para sentir su sonrisa,
para acallar los latidos
del corazón que palpita.
Entonces quedé dormido
noté que el alma quería,
que ansiaba volar muy alto
a las estrellas de arriba.
A los luceros del cielo
para besar sus mejillas,
para escuchar los susurros
y sus murmullos y risas.
Y se cerraron mis ojos,
quedó mi alma tranquila,
tu mano quedó en mi mano
con las estrellas dormidas.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/10
ME PREGUNTO SI EL CIELO ES INDULGENTE
Me pregunto si el cielo es indulgente
y si cumple promesas y palabras,
pues no entiendo que pasen muchas cosas
como el hambre, las guerras y batallas.
Y me quedo mirando las estrellas,
esas luces inquietas y lejanas,
que parece que tiemblan en el cielo
como faros ausentes que se apagan.
Es entonces que pienso en tu figura,
ese rostro tan lindo y tu mirada,
en los labios que piden temblorosos,
esos besos que lleguen a tu cara.
Y me alejo de vanos pensamientos,
del Quijote andariego de la Mancha,
el que quiso lidiar con los molinos
en los sueños caducos de su infancia.
Sin embargo no puedo reprimirlo
hay en mi esa nota de nostalgia,
ese grito que sube hasta los cielos
a pedir la clemencia a nuestras almas.
Porque el hombre es humano y nada tiene,
se alimenta buscando la esperanza,
con la fé en el mundo y el futuro
y esa paz renuente que le falta.
Esa paz que alimenta corazones,
y a los hombres distintos les iguala,
esa paz que no sabe de fronteras
y que viene a nosotros con el alba.
Me estremezco de pronto, y no de frío,
es mi cuerpo a tu cuerpo que le llama,
es la fuente sediente de mis labios
reclamando ese beso en la distancia.
Y respondo que sí a mi pregunta,
indulgente es el cielo y el mañana,
pues del cielo ha venido hasta nosotros
ese Dios generoso que nos ama.
Y a pesar de tormentas y de dudas,
a pesar de la brisa y la resaca,
marcharé con mi barca hasta los cielos,
a dormir en los mismos con mi amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/02/10
y si cumple promesas y palabras,
pues no entiendo que pasen muchas cosas
como el hambre, las guerras y batallas.
Y me quedo mirando las estrellas,
esas luces inquietas y lejanas,
que parece que tiemblan en el cielo
como faros ausentes que se apagan.
Es entonces que pienso en tu figura,
ese rostro tan lindo y tu mirada,
en los labios que piden temblorosos,
esos besos que lleguen a tu cara.
Y me alejo de vanos pensamientos,
del Quijote andariego de la Mancha,
el que quiso lidiar con los molinos
en los sueños caducos de su infancia.
Sin embargo no puedo reprimirlo
hay en mi esa nota de nostalgia,
ese grito que sube hasta los cielos
a pedir la clemencia a nuestras almas.
Porque el hombre es humano y nada tiene,
se alimenta buscando la esperanza,
con la fé en el mundo y el futuro
y esa paz renuente que le falta.
Esa paz que alimenta corazones,
y a los hombres distintos les iguala,
esa paz que no sabe de fronteras
y que viene a nosotros con el alba.
Me estremezco de pronto, y no de frío,
es mi cuerpo a tu cuerpo que le llama,
es la fuente sediente de mis labios
reclamando ese beso en la distancia.
Y respondo que sí a mi pregunta,
indulgente es el cielo y el mañana,
pues del cielo ha venido hasta nosotros
ese Dios generoso que nos ama.
Y a pesar de tormentas y de dudas,
a pesar de la brisa y la resaca,
marcharé con mi barca hasta los cielos,
a dormir en los mismos con mi amada.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/02/10
MIS POEMAS SE FUERON CON EL VIENTO
Mis poemas se fueron con el viento
a dormir en el mundo del olvido,
tenían tanto sueño entre sus alas
que buscaban con prisa el infinito.
Eran versos nacidos en la tarde,
con mañanas bañadas de rocío,
y con luz cantarina de la aurora
que dejaba sus besos con sigilo.
Pero ellos, pacientes, desgranaban,
todo aquello que siento y que medito,
aventuras surgidas en la infancia
y las horas pasadas con los libros.
¡Cuántas letras salieron de esa pluma
y llegaron al mundo como un río,
a dejar el tesoro más preciado,
ese texto que calma los sentidos!
Mis poemas marcharon a la nada,
adornados con rosas y con lirios,
y llevaron con ellos tu recuerdo
y también impacientes mis suspiros.
Aquel tiempo pasado entre la bruma,
aquel otro de sueños y castillos,
o quizás los momentos juveniles
y los días tan largos del estío.
Una mezcla confusa de las letras
ha buscado la paz en esos signos,
y por ello se han ido con el viento
los poemas del mundo de los vivos.
Ahora llegan al mundo de los dioses,
al jardín tan dorado del Olimpo,
a encontrar esa calma tan ansiada,
y a dormir ese sueño que ya ansío.
Mis poemas marcharon a tu lado,
sin patrón, tripulantes ni marinos,
en un globo con velas de colores
y en el alma impaciente de aquel niño.
Se han perdido quizás unos poemas,
y con ellos momentos que he vivido,
esos sueños nacidos en la mente,
esa tierra de infierno y paraíso.
Pero no, nada importa, en este caso
los poemas tan sólo son escritos,
aunque lleven el sello de las almas
y también sus sonrisas y gemidos.
Volverán a nacer nuevos poemas,
volverán a plasmarse mis latidos,
y la vida preciosa de sus versos
gritarán lo que amo y lo que ansío.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/10
a dormir en el mundo del olvido,
tenían tanto sueño entre sus alas
que buscaban con prisa el infinito.
Eran versos nacidos en la tarde,
con mañanas bañadas de rocío,
y con luz cantarina de la aurora
que dejaba sus besos con sigilo.
Pero ellos, pacientes, desgranaban,
todo aquello que siento y que medito,
aventuras surgidas en la infancia
y las horas pasadas con los libros.
¡Cuántas letras salieron de esa pluma
y llegaron al mundo como un río,
a dejar el tesoro más preciado,
ese texto que calma los sentidos!
Mis poemas marcharon a la nada,
adornados con rosas y con lirios,
y llevaron con ellos tu recuerdo
y también impacientes mis suspiros.
Aquel tiempo pasado entre la bruma,
aquel otro de sueños y castillos,
o quizás los momentos juveniles
y los días tan largos del estío.
Una mezcla confusa de las letras
ha buscado la paz en esos signos,
y por ello se han ido con el viento
los poemas del mundo de los vivos.
Ahora llegan al mundo de los dioses,
al jardín tan dorado del Olimpo,
a encontrar esa calma tan ansiada,
y a dormir ese sueño que ya ansío.
Mis poemas marcharon a tu lado,
sin patrón, tripulantes ni marinos,
en un globo con velas de colores
y en el alma impaciente de aquel niño.
Se han perdido quizás unos poemas,
y con ellos momentos que he vivido,
esos sueños nacidos en la mente,
esa tierra de infierno y paraíso.
Pero no, nada importa, en este caso
los poemas tan sólo son escritos,
aunque lleven el sello de las almas
y también sus sonrisas y gemidos.
Volverán a nacer nuevos poemas,
volverán a plasmarse mis latidos,
y la vida preciosa de sus versos
gritarán lo que amo y lo que ansío.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/10
NO ME ES FÁCIL OLVIDARTE
No me es fácil olvidarte
aunque el tiempo de ahora pase
sin sonrisas ni lamentos,
aunque sienta que la brisa
en mi costado deja un beso
cariñoso e incipiente,
aunque escuche mil canciones
de sirenas y corales,
aunque cambie aquellos
cromos de guerreros
por la tele.
Tú Sembraste la sonrisa
en mi costado
y jugamos a los juegos
inocentes de la infancia,
y bebimos en la fuente
de aquel parque
donde estaban las palomas
y los cisnes,
y soñamos con vaqueros
y con indios,
y llevamos a los mares
los veleros y galeras,
y subimos en la noche
a dormir con las estrellas
y vivimos simplemente
nuestros años infantiles.
Es por eso
que no es fácil olvidarte
a pesar de tanto tiempo transcurrido,
a pesar de la distancia
entre el hombre y entre el niño,
aunque ahora ya no tenga
la figura tan gallarda
y tan altiva,
ni aunque cubran la vergüenza
de mis piernas unos largos pantalones,
ni aunque vea en el espejo una cara
muy distinta con un rostro envejecido
con arrugas en la frente y poco pelo
en la cabeza.
No me es fácil olvidarte
y no lo intento.
Simplemente me limito a recordarte,
a mirar hacia el futuro día a día
con tu sombra en mi costado,
con tu paso junto al mío,
con tus huellas tras mis huellas,
con tu risa y mi sonrisa,
con mis sueños y tus sueños,
en un dúo de canciones entonadas
y cantadas al unísono.
Fue un momento de la vida
que es pasado,
fue un momento de la infancia
que aún perdura en la memoria
y el recuerdo,
fueron tiempos de alegría
y de bonanza,
fue el momento más hermoso
de mi vida
porque estaba enamorado
y te quería,
te buscaba,
te anhelaba,
te soñaba y susurraba
tantos versos y poemas
sin decirte nunca nada.
...Te miraba simplemente,
vida mía ya pasada en esa infancia.
Es por eso que no es fácil de olvidarte
y no lo intento, ni deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/02/10
aunque el tiempo de ahora pase
sin sonrisas ni lamentos,
aunque sienta que la brisa
en mi costado deja un beso
cariñoso e incipiente,
aunque escuche mil canciones
de sirenas y corales,
aunque cambie aquellos
cromos de guerreros
por la tele.
Tú Sembraste la sonrisa
en mi costado
y jugamos a los juegos
inocentes de la infancia,
y bebimos en la fuente
de aquel parque
donde estaban las palomas
y los cisnes,
y soñamos con vaqueros
y con indios,
y llevamos a los mares
los veleros y galeras,
y subimos en la noche
a dormir con las estrellas
y vivimos simplemente
nuestros años infantiles.
Es por eso
que no es fácil olvidarte
a pesar de tanto tiempo transcurrido,
a pesar de la distancia
entre el hombre y entre el niño,
aunque ahora ya no tenga
la figura tan gallarda
y tan altiva,
ni aunque cubran la vergüenza
de mis piernas unos largos pantalones,
ni aunque vea en el espejo una cara
muy distinta con un rostro envejecido
con arrugas en la frente y poco pelo
en la cabeza.
No me es fácil olvidarte
y no lo intento.
Simplemente me limito a recordarte,
a mirar hacia el futuro día a día
con tu sombra en mi costado,
con tu paso junto al mío,
con tus huellas tras mis huellas,
con tu risa y mi sonrisa,
con mis sueños y tus sueños,
en un dúo de canciones entonadas
y cantadas al unísono.
Fue un momento de la vida
que es pasado,
fue un momento de la infancia
que aún perdura en la memoria
y el recuerdo,
fueron tiempos de alegría
y de bonanza,
fue el momento más hermoso
de mi vida
porque estaba enamorado
y te quería,
te buscaba,
te anhelaba,
te soñaba y susurraba
tantos versos y poemas
sin decirte nunca nada.
...Te miraba simplemente,
vida mía ya pasada en esa infancia.
Es por eso que no es fácil de olvidarte
y no lo intento, ni deseo.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/02/10
NUEVA NOCHE CON SOMBRA EN LOS CRISTALES
Nueva noche con sombra en los cristales
esperando que pase la tormenta
cae la lluvia pausada en la bahía,
veo rayos que rasgan las tinieblas.
Me apetece una taza de esperanza
con un poco de miel y con la menta,
y también con el beso de tus labios
que a los míos les deje tierna huella.
Me apatece salir bajo la lluvia
y mojarme buscando la ribera,
encontrar esa música sublime,
en el dulce compás de las mareas.
Me estremezco pensado en el paseo,
con las gotas templadas que me llegan,
y también recordando tu figura
y en aquella mirada tan sincera.
Aun recuerdo tu frase favorita,
aquel vuelo sin alas ni cometas,
aquel grito quizás desesperado
que decías silente en unas letras.
La escuché con el agua de la lluvia,
en los charcos formados en la tierra
y también me traía tu mensaje
la gaviota rompiendo sus cadenas.
Pero tú, bella nube de mis sueños,
te dormías quizás con las estrellas,
bajo el manto tan negro de la noche
arropada con luces y con velas.
Y sentías que si, que tu latido,
era el canto arrancado de las cuerdas,
era nota sacada de aquel arpa
que tus manos tocaban con presteza.
Y aceptaste mi voz y mi palabra
para ir a la lluvia muy ligera,
a mojar ese pelo tan bonito
y a sentir esa lluvia que te besa.
Contemplé, entre absorto y arrobado,
la figura empapada tras la tela,
con el dulce vestido que a tu cuerpo
anudaba la lluvia que no cesa.
Y fue entonces, quizás ese momento,
en que vi más allá de lo que eras,
pues sentí que mi pecho se agitaba
deseando tu amor y tu presencia.
Suspiraste tan sólo quedamente,
y enviastes al eco por respuesta,
con un beso que vino a mis oídos
en la noche que pasa y que se aleja.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/10
esperando que pase la tormenta
cae la lluvia pausada en la bahía,
veo rayos que rasgan las tinieblas.
Me apetece una taza de esperanza
con un poco de miel y con la menta,
y también con el beso de tus labios
que a los míos les deje tierna huella.
Me apatece salir bajo la lluvia
y mojarme buscando la ribera,
encontrar esa música sublime,
en el dulce compás de las mareas.
Me estremezco pensado en el paseo,
con las gotas templadas que me llegan,
y también recordando tu figura
y en aquella mirada tan sincera.
Aun recuerdo tu frase favorita,
aquel vuelo sin alas ni cometas,
aquel grito quizás desesperado
que decías silente en unas letras.
La escuché con el agua de la lluvia,
en los charcos formados en la tierra
y también me traía tu mensaje
la gaviota rompiendo sus cadenas.
Pero tú, bella nube de mis sueños,
te dormías quizás con las estrellas,
bajo el manto tan negro de la noche
arropada con luces y con velas.
Y sentías que si, que tu latido,
era el canto arrancado de las cuerdas,
era nota sacada de aquel arpa
que tus manos tocaban con presteza.
Y aceptaste mi voz y mi palabra
para ir a la lluvia muy ligera,
a mojar ese pelo tan bonito
y a sentir esa lluvia que te besa.
Contemplé, entre absorto y arrobado,
la figura empapada tras la tela,
con el dulce vestido que a tu cuerpo
anudaba la lluvia que no cesa.
Y fue entonces, quizás ese momento,
en que vi más allá de lo que eras,
pues sentí que mi pecho se agitaba
deseando tu amor y tu presencia.
Suspiraste tan sólo quedamente,
y enviastes al eco por respuesta,
con un beso que vino a mis oídos
en la noche que pasa y que se aleja.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/02/10
SIN ODIO, SIN RENCORES, SIN ADIOSES
Sin odio, sin rencores, sin adioses,
te digo simplemente que adelante,
la vida no se para ni termina
y tienes ante ti un largo viaje.
Dejemos que el pasado se serene
y vuelen mariposas por el aire,
dejemos que se duerman los sentidos
y venga la frescura hasta tu sangre.
Quizás ante la nueva primavera
la nieve se derrita mucho antes,
y el hielo de los tiernos corazones
refunda entre las aguas sus cristales.
Son duros los rigores del invierno,
y dejan ese poso con saudades,
recuerdos de momentos retenidos
en medio de incruentos temporales.
Suspiras mientras peinas tu cabello,
y piensas en la cita de la tarde,
la voz tan deliciosa que te llama
los dedos que se posen en tu talle.
El dulce escalofrío de tu espalda
te indica que no hay odios ni maldades,
que existe simplemente una esperanza
y acudes temblorosa y vacilante.
Se pierden los rencores en senderos,
y quedan los adioses en señales,
en gestos que se hacen con la mano,
en viejas estaciones y parajes.
No hay posta ni cochero en esta Venta,
tan solo lo que traes y lo que vales,
un pecho ya cansado de la vida
los labios temblorosos que te arden...
Tú buscas esa fuente que precisas,
el agua que refresque y que te calme,
el beso de unos labios generosos
los ojos que te miren y te hablen.
Y buscas todo eso en el futuro,
sin odio y sin rencores que te asalten,
lo buscas en tus sueños y en tu vida,
amando y deseando que te amen.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/10
te digo simplemente que adelante,
la vida no se para ni termina
y tienes ante ti un largo viaje.
Dejemos que el pasado se serene
y vuelen mariposas por el aire,
dejemos que se duerman los sentidos
y venga la frescura hasta tu sangre.
Quizás ante la nueva primavera
la nieve se derrita mucho antes,
y el hielo de los tiernos corazones
refunda entre las aguas sus cristales.
Son duros los rigores del invierno,
y dejan ese poso con saudades,
recuerdos de momentos retenidos
en medio de incruentos temporales.
Suspiras mientras peinas tu cabello,
y piensas en la cita de la tarde,
la voz tan deliciosa que te llama
los dedos que se posen en tu talle.
El dulce escalofrío de tu espalda
te indica que no hay odios ni maldades,
que existe simplemente una esperanza
y acudes temblorosa y vacilante.
Se pierden los rencores en senderos,
y quedan los adioses en señales,
en gestos que se hacen con la mano,
en viejas estaciones y parajes.
No hay posta ni cochero en esta Venta,
tan solo lo que traes y lo que vales,
un pecho ya cansado de la vida
los labios temblorosos que te arden...
Tú buscas esa fuente que precisas,
el agua que refresque y que te calme,
el beso de unos labios generosos
los ojos que te miren y te hablen.
Y buscas todo eso en el futuro,
sin odio y sin rencores que te asalten,
lo buscas en tus sueños y en tu vida,
amando y deseando que te amen.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/10
ES UN LAGO SERENO Y CRISTALINO
Es un lago sereno y cristalino
donde acuden tus ojos en la tarde,
allí vas con tus sueños silenciosos
a mirar a través de sus cristales.
Tu sonrisa se asoma en esos labios,
contemplando los juncos y los sauces,
y una estrella fugaz, cruza tus ojos,
recordando momentos y pasajes.
"Es la vida, -te dices dulcemente,
es el sol quien te dice que te calles,
es el aire que toma tu suspiro
es la brisa que dobla los maizales".
Pero no, todo es fruto del momento,
de buscar en el lago tus saudades,
de indagar en el fondo de su limo,
esas algas tan verdes que le nacen.
Y te digo que si, que entre las aguas,
está el fruto y la esencia de las artes,
está el fondo tranquilo del espejo,
donde vienen los dioses a bañarse.
Y allí acuden Apolos y Minervas
los Pegasos y Helenas inmortales,
y las ninfas que surgen cantarinas
con su rostro tan bello y sus corales.
Reproduces la Iliada, en un momento,
y hasta ves en las aguas a los mares,
aquel mundo de Atlantes y odiseas
inconcreto y de eternos disparates.
Más tus sueños, son sueños solamente,
junto al lago que ves en este instante,
con la paz tan serena de sus aguas
y ese abrazo que manda hasta tu talle.
Porque el lago, es el centro de tus ojos,
es tu alma quien dice que lo ames,
y que busques en él esos latidos
que aceleran tu pecho que te arde.
Es un lago cargado de nostalgia,
del que surgen leyendas y cantares,
que dejaron juglares y poetas
y que calman la sed de los amantes.
Ahora miras el lago dulcemente
y navegas sin barca ni velamen,
te deslizas desnuda por sus aguas
a encontrar ese pecho que te abrace.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/02/10
donde acuden tus ojos en la tarde,
allí vas con tus sueños silenciosos
a mirar a través de sus cristales.
Tu sonrisa se asoma en esos labios,
contemplando los juncos y los sauces,
y una estrella fugaz, cruza tus ojos,
recordando momentos y pasajes.
"Es la vida, -te dices dulcemente,
es el sol quien te dice que te calles,
es el aire que toma tu suspiro
es la brisa que dobla los maizales".
Pero no, todo es fruto del momento,
de buscar en el lago tus saudades,
de indagar en el fondo de su limo,
esas algas tan verdes que le nacen.
Y te digo que si, que entre las aguas,
está el fruto y la esencia de las artes,
está el fondo tranquilo del espejo,
donde vienen los dioses a bañarse.
Y allí acuden Apolos y Minervas
los Pegasos y Helenas inmortales,
y las ninfas que surgen cantarinas
con su rostro tan bello y sus corales.
Reproduces la Iliada, en un momento,
y hasta ves en las aguas a los mares,
aquel mundo de Atlantes y odiseas
inconcreto y de eternos disparates.
Más tus sueños, son sueños solamente,
junto al lago que ves en este instante,
con la paz tan serena de sus aguas
y ese abrazo que manda hasta tu talle.
Porque el lago, es el centro de tus ojos,
es tu alma quien dice que lo ames,
y que busques en él esos latidos
que aceleran tu pecho que te arde.
Es un lago cargado de nostalgia,
del que surgen leyendas y cantares,
que dejaron juglares y poetas
y que calman la sed de los amantes.
Ahora miras el lago dulcemente
y navegas sin barca ni velamen,
te deslizas desnuda por sus aguas
a encontrar ese pecho que te abrace.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/02/10
A MARÍA
(A María en su cumpleaños
y a esa vida que en su vientre late: Nicolás)
Aunque estás en el vientre de María,
unos versos acuden a mi pluma,
unas letras que lleguen con la espuma
y el salitre del mar en este día.
Esta fecha se llena de alegría
en la fiesta impaciente de la suma,
por restar ese tiempo de la bruma
a los meses de dura travesía.
Nicolás te reclama su cariño,
el de amiga, el de madre y compañera,
para ser la tutora de ese niño.
Él sabrá complacerte con agrado
cuando crezca y te ofrezca lo que esperas
con el beso y abrazo tan ansiado.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
y a esa vida que en su vientre late: Nicolás)
Aunque estás en el vientre de María,
unos versos acuden a mi pluma,
unas letras que lleguen con la espuma
y el salitre del mar en este día.
Esta fecha se llena de alegría
en la fiesta impaciente de la suma,
por restar ese tiempo de la bruma
a los meses de dura travesía.
Nicolás te reclama su cariño,
el de amiga, el de madre y compañera,
para ser la tutora de ese niño.
Él sabrá complacerte con agrado
cuando crezca y te ofrezca lo que esperas
con el beso y abrazo tan ansiado.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
SI BROTAN MARGARITAS EN FEBRERO
Si brotan margaritas en febrero
en medio de campiñas taciturnas,
será porque las lluvias han cesado
llegando los calores y las brumas.
Entonces será el baile de las flores,
las rosas, los claveles y petunias,
mezclados con aromas de jazmines
y llenas de belleza y hermosura.
Diremos que llegó la primavera,
bajando hasta la tierra muy desnuda,
y vino a recoger las margaritas,
prenderlas en su pelo y tu cintura.
Diremos que las olas de la playa
llegaron a la fiesta con su espuma,
al vals de los pacientes corazones
que bailan por la arena, entre las dunas.
Si brotan margaritas en febrero
veremos como llega la garúa,
el agua de las nubes que les baña,
la nota que las llena de dulzura.
Entonces será el baile de los ciegos,
aquellos corazónes sin las dudas,
los mismos que suspiran y prometen,
el beso de los labios que susurran.
Diremos que despierta un nuevo día
que marchan a sus nidos las lechuzas,
que vuelan a regiones muy remotas,
los miedos del salitre y las angustias.
Diremos que se han roto las cadenas,
y suenan las campanas con lujuria,
invitan a la vida que comienza,
al baile de una nueva singladura.
Si brotan margaritas en febrero
se mezclan con los cantos y la música,
preludio de una larga primavera,
y largas caminatas muy nocturnas.
Entonces buscaremos ese baile
allí donde las olas nos confundan,
mezclando nuestros cuerpos con la brisa
y haciendo con el vals una obertura.
Diremos que no paren las orquestas,
que suenen pasodobles y las rumbas,
mecidos por el halo misterioso
del vals que, en el trasfondo, nos acuna.
Diremos que ha llegado hasta nosotros,
la dulce primavera con su musa,
aquella que apasiona los sentidos,
la misma que nos besa y nos subyuga.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
en medio de campiñas taciturnas,
será porque las lluvias han cesado
llegando los calores y las brumas.
Entonces será el baile de las flores,
las rosas, los claveles y petunias,
mezclados con aromas de jazmines
y llenas de belleza y hermosura.
Diremos que llegó la primavera,
bajando hasta la tierra muy desnuda,
y vino a recoger las margaritas,
prenderlas en su pelo y tu cintura.
Diremos que las olas de la playa
llegaron a la fiesta con su espuma,
al vals de los pacientes corazones
que bailan por la arena, entre las dunas.
Si brotan margaritas en febrero
veremos como llega la garúa,
el agua de las nubes que les baña,
la nota que las llena de dulzura.
Entonces será el baile de los ciegos,
aquellos corazónes sin las dudas,
los mismos que suspiran y prometen,
el beso de los labios que susurran.
Diremos que despierta un nuevo día
que marchan a sus nidos las lechuzas,
que vuelan a regiones muy remotas,
los miedos del salitre y las angustias.
Diremos que se han roto las cadenas,
y suenan las campanas con lujuria,
invitan a la vida que comienza,
al baile de una nueva singladura.
Si brotan margaritas en febrero
se mezclan con los cantos y la música,
preludio de una larga primavera,
y largas caminatas muy nocturnas.
Entonces buscaremos ese baile
allí donde las olas nos confundan,
mezclando nuestros cuerpos con la brisa
y haciendo con el vals una obertura.
Diremos que no paren las orquestas,
que suenen pasodobles y las rumbas,
mecidos por el halo misterioso
del vals que, en el trasfondo, nos acuna.
Diremos que ha llegado hasta nosotros,
la dulce primavera con su musa,
aquella que apasiona los sentidos,
la misma que nos besa y nos subyuga.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
EN LA TARDE DEL INVIERNO
En la tarde del invierno
no se abrieron los gladiolos
y los árboles del parque
se sintieron aún más solos.
Una brisa de nordeste
a las hojas acunaba
dulcemente las mecía
y con mimo las besaba.
Una música en el aire
deja el grifo de la fuente,
con sonido plañidero
que se funde entre la gente.
Juegan niños en la plaza
con sapiencia y maestría,
y unos ojos los observan
admirando su osadía.
Porque el niño siempre es niño
cuando estudia y cuando juega,
cuando corre y cuando salta,
cuando marcha y cuando llega.
Y así entona las jornadas
y se aplica a las lecciones
con paciencia y codo a codo
entre risas y canciones.
Seis por seis son treinta y seis,
mil por mil es un millón,
con respeto lo pronuncian
y también con devoción.
De repente suena un trueno
cae la lluvia inoportuna,
todo queda en el silencio
desde el aula a la laguna.
El maestro se detiene
con su libro y su repaso,
mira afuera hacia la calle,
a las nubes y al ocaso.
Quizás piensa en otra escuela,
con maestra y con amores,
con los ojos tan alegres
que sacaron sus rubores.
Pero siempre queda el cáliz
y la copa con los vinos,
ese ron de las tabernas
con recuerdos de marinos.
Canta el gallo en lontanaza
ese canto epistolar,
sueña el niño con las olas
y el marino con el mar.
En la tarde del invierno
se cruzaron dos palomas,
una blanca y otra negra,
entre puntos y entre comas.
Y los niños insolentes
convirtieron en muñeco,
aquel acto tan sencillo
que volvía con el eco.
Vuelve el eco hasta las almas,
las confunde en ese cruce,
pero tierno, con sus notas,
hasta llora y las seduce.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/10
no se abrieron los gladiolos
y los árboles del parque
se sintieron aún más solos.
Una brisa de nordeste
a las hojas acunaba
dulcemente las mecía
y con mimo las besaba.
Una música en el aire
deja el grifo de la fuente,
con sonido plañidero
que se funde entre la gente.
Juegan niños en la plaza
con sapiencia y maestría,
y unos ojos los observan
admirando su osadía.
Porque el niño siempre es niño
cuando estudia y cuando juega,
cuando corre y cuando salta,
cuando marcha y cuando llega.
Y así entona las jornadas
y se aplica a las lecciones
con paciencia y codo a codo
entre risas y canciones.
Seis por seis son treinta y seis,
mil por mil es un millón,
con respeto lo pronuncian
y también con devoción.
De repente suena un trueno
cae la lluvia inoportuna,
todo queda en el silencio
desde el aula a la laguna.
El maestro se detiene
con su libro y su repaso,
mira afuera hacia la calle,
a las nubes y al ocaso.
Quizás piensa en otra escuela,
con maestra y con amores,
con los ojos tan alegres
que sacaron sus rubores.
Pero siempre queda el cáliz
y la copa con los vinos,
ese ron de las tabernas
con recuerdos de marinos.
Canta el gallo en lontanaza
ese canto epistolar,
sueña el niño con las olas
y el marino con el mar.
En la tarde del invierno
se cruzaron dos palomas,
una blanca y otra negra,
entre puntos y entre comas.
Y los niños insolentes
convirtieron en muñeco,
aquel acto tan sencillo
que volvía con el eco.
Vuelve el eco hasta las almas,
las confunde en ese cruce,
pero tierno, con sus notas,
hasta llora y las seduce.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/10
BUSCABA ROSAS BLANCAS EN FEBRERO
Buscaba rosas blancas en Febrero
y encontró solamente una nevada,
las rosas no se daban todavía
en los tallos vacíos de las ramas.
Era un día con viento de nordeste
que llegando a la tierra congelaba,
era un día cualquiera de la vida
en un parque buscando la esperanza.
Las gaviotas volaban silenciosas
sobre el mar que impaciente se rizaba,
buscaban el abrigo de los muelles
y también la comida y la carnada.
Pero el hombre que andaba tras la rosa,
era un hombre cargado de añoranzas,
un marino con boina en su cabeza,
un anciano de sienes plateadas.
Resguardado del aire tomó asiento
en un banco que está junto a la plaza,
donde juegan los niños entre ellos
y sus madres tejiendo les aguardan.
Rosas blancas buscadas en Febrero
no tardeis en venir desde la nada,
un anciano, con mano temblorosa,
os espera para ir hasta la barra.
Las gaviotas planean por los cielos,
los suspiros se escapan de las almas,
y las olas que llegan cantarinas
un mensaje nos dejan con las algas.
Una nota cargada de misterio
lleva el hombre en sus ojos y mirada,
es quizás el susurro de unos labios
los que rezan y emiten la plegaria.
Los recuerdos se agolpan en las sienes,
con sonrisas y besos que dejara,
aquel suave contacto de la mano,
en la piel y en el cuerpo de su amada.
Pero no, ya no quiere más tristezas,
ahora busca las rosas para darlas,
unas rosas que broten en febrero
con blancura, quizás, inmaculada.
...Buscaba rosas blancas en febrero
el anciano que ahora ya descansa,
quien sentado en el parque mira ausente,
más allá de los mares y montañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/10
y encontró solamente una nevada,
las rosas no se daban todavía
en los tallos vacíos de las ramas.
Era un día con viento de nordeste
que llegando a la tierra congelaba,
era un día cualquiera de la vida
en un parque buscando la esperanza.
Las gaviotas volaban silenciosas
sobre el mar que impaciente se rizaba,
buscaban el abrigo de los muelles
y también la comida y la carnada.
Pero el hombre que andaba tras la rosa,
era un hombre cargado de añoranzas,
un marino con boina en su cabeza,
un anciano de sienes plateadas.
Resguardado del aire tomó asiento
en un banco que está junto a la plaza,
donde juegan los niños entre ellos
y sus madres tejiendo les aguardan.
Rosas blancas buscadas en Febrero
no tardeis en venir desde la nada,
un anciano, con mano temblorosa,
os espera para ir hasta la barra.
Las gaviotas planean por los cielos,
los suspiros se escapan de las almas,
y las olas que llegan cantarinas
un mensaje nos dejan con las algas.
Una nota cargada de misterio
lleva el hombre en sus ojos y mirada,
es quizás el susurro de unos labios
los que rezan y emiten la plegaria.
Los recuerdos se agolpan en las sienes,
con sonrisas y besos que dejara,
aquel suave contacto de la mano,
en la piel y en el cuerpo de su amada.
Pero no, ya no quiere más tristezas,
ahora busca las rosas para darlas,
unas rosas que broten en febrero
con blancura, quizás, inmaculada.
...Buscaba rosas blancas en febrero
el anciano que ahora ya descansa,
quien sentado en el parque mira ausente,
más allá de los mares y montañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/10
NO CORTARÉ TUS PÉTALOS SIQUIERA
No cortaré tus pétalos siquiera,
ni mandaré suspiros con el viento,
me quedaré mirando en la distancia
mientras se apaga un día de febrero.
Mi corazón sabrá que no te has ido,
y buscará el perfume por el lecho,
entre los pliegues suaves de la sábana
la que cubrió y besó tu dulce cuerpo.
Pero al morir la luz en lontananza,
vendrá un temblor de frío, y no de hielo,
vendrán las sombras negras de la noche
con el abrazo cruel de los recuerdos.
Mi corazón sabrá que estás presente,
y buscarà el latido de tu pecho,
entre las letras, versos y cuartillas,
que para ti, nacieron en silencio.
No buscaré en los mares tu figura
y miraré cruzar a los veleros,
mientras las olas llegan a la playa
para dejar allí su blanco aliento.
Mi corazón sabrá que entre las aguas,
oculta estás, en paz, con tu embeleso,
entre el rumor de cantos y sirenas
que vienen a mi lado con el eco.
Pero al partir la nave hacia la nada,
con ella van los fardos y los sueños,
aquellos sentimientos infantiles,
nacidos en la mente de los cuerdos.
Mi corazón sabrá que no te has ido,
y buscará el resquicio de ese hueco,
ese latir cansado y presuroso
que indica que estoy vivo y no estoy muerto.
No buscaré más prórroga a la vida
y dejaré que corra al universo,
ese tic-tac que marca los segundos,
que dice que la vida es un misterio.
Mi corazón sabrá que en esa vida
está la esencia fiel, de los momentos,
y buscará en la misma su tesoro
para calmar la sed de los anhelos.
Pero la voz que llama en la distancia,
es esa voz de Dios en el desierto,
es la que pide y clama por los hombres
con ese amor sencillo y verdadero.
Mi corazón sabrá con ese grito
que hay que vivir y amar en todo tiempo,
porque la Vida es una y con mayúsculas
que nos ha sido dada como préstamo.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/02/10
ni mandaré suspiros con el viento,
me quedaré mirando en la distancia
mientras se apaga un día de febrero.
Mi corazón sabrá que no te has ido,
y buscará el perfume por el lecho,
entre los pliegues suaves de la sábana
la que cubrió y besó tu dulce cuerpo.
Pero al morir la luz en lontananza,
vendrá un temblor de frío, y no de hielo,
vendrán las sombras negras de la noche
con el abrazo cruel de los recuerdos.
Mi corazón sabrá que estás presente,
y buscarà el latido de tu pecho,
entre las letras, versos y cuartillas,
que para ti, nacieron en silencio.
No buscaré en los mares tu figura
y miraré cruzar a los veleros,
mientras las olas llegan a la playa
para dejar allí su blanco aliento.
Mi corazón sabrá que entre las aguas,
oculta estás, en paz, con tu embeleso,
entre el rumor de cantos y sirenas
que vienen a mi lado con el eco.
Pero al partir la nave hacia la nada,
con ella van los fardos y los sueños,
aquellos sentimientos infantiles,
nacidos en la mente de los cuerdos.
Mi corazón sabrá que no te has ido,
y buscará el resquicio de ese hueco,
ese latir cansado y presuroso
que indica que estoy vivo y no estoy muerto.
No buscaré más prórroga a la vida
y dejaré que corra al universo,
ese tic-tac que marca los segundos,
que dice que la vida es un misterio.
Mi corazón sabrá que en esa vida
está la esencia fiel, de los momentos,
y buscará en la misma su tesoro
para calmar la sed de los anhelos.
Pero la voz que llama en la distancia,
es esa voz de Dios en el desierto,
es la que pide y clama por los hombres
con ese amor sencillo y verdadero.
Mi corazón sabrá con ese grito
que hay que vivir y amar en todo tiempo,
porque la Vida es una y con mayúsculas
que nos ha sido dada como préstamo.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/02/10
COMO UNA ROSA PRECIADA
Como una rosa preciada
estabas en el jardín,
pasé a tu lado un momento
y temblorosa te vi.
Soplaba fiero el nordeste
en una tarde de Abril,
mis dedos solo rozaron
tu tallo dulce y feliz.
Entonces me vino un sueño
con otro tallo gentil,
una cintura de niña,
una mirada sin fin.
Una carita preciosa
con una bella nariz,
un cuerpo bello y esbelto
y un pelo que hace lucir.
Mi pecho sacó un suspiro
ante ese tierno rubí,
miré sus ojos castaños
y un beso casto les dí.
Besé sus ojos despacio,
besé sus labios de añil,
besé sus dedos delgados
como si fuera una hurí.
Pero la rosa abrileña
no me dejaba partir,
y la miraba extasiado
como si fuera su Emir.
"Rosa la más primorosa
que se ha acercado hasta mi,
rosa galana y coqueta
con tu color carmesí,
dime pues rosa temprana
ese secreto que oí,
ese susurro que al viento
dejó tu pétalo gris"
"Ese secreto no es otro
que el más preciado botín,
el del amor de una rosa
que ha de viajar a París.
Ese secreto lo saben
desde el trigal al maiz,
y el cura y el campanero
y el caballero y alfil".
¡Ay rosa que enamorada
haces al hombre sufrir,
dale ese beso que ansía,
calma su sed tan febril.
...Pero el amor de la rosa
nunca se puede morir,
aunque la rosa la corten
y la regalen en mil,
sus mil trocitos pequeños
siempre tendrán su cariz,
con ese toque tan lindo
que hace vibrar el clarín.
Como una rosa preciada
te vi y me dije que sí,
que te quería en mi pecho
para contigo dormir.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/02/10
estabas en el jardín,
pasé a tu lado un momento
y temblorosa te vi.
Soplaba fiero el nordeste
en una tarde de Abril,
mis dedos solo rozaron
tu tallo dulce y feliz.
Entonces me vino un sueño
con otro tallo gentil,
una cintura de niña,
una mirada sin fin.
Una carita preciosa
con una bella nariz,
un cuerpo bello y esbelto
y un pelo que hace lucir.
Mi pecho sacó un suspiro
ante ese tierno rubí,
miré sus ojos castaños
y un beso casto les dí.
Besé sus ojos despacio,
besé sus labios de añil,
besé sus dedos delgados
como si fuera una hurí.
Pero la rosa abrileña
no me dejaba partir,
y la miraba extasiado
como si fuera su Emir.
"Rosa la más primorosa
que se ha acercado hasta mi,
rosa galana y coqueta
con tu color carmesí,
dime pues rosa temprana
ese secreto que oí,
ese susurro que al viento
dejó tu pétalo gris"
"Ese secreto no es otro
que el más preciado botín,
el del amor de una rosa
que ha de viajar a París.
Ese secreto lo saben
desde el trigal al maiz,
y el cura y el campanero
y el caballero y alfil".
¡Ay rosa que enamorada
haces al hombre sufrir,
dale ese beso que ansía,
calma su sed tan febril.
...Pero el amor de la rosa
nunca se puede morir,
aunque la rosa la corten
y la regalen en mil,
sus mil trocitos pequeños
siempre tendrán su cariz,
con ese toque tan lindo
que hace vibrar el clarín.
Como una rosa preciada
te vi y me dije que sí,
que te quería en mi pecho
para contigo dormir.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/02/10
DEBO SEGUIR ESCRIBIENDO
Debo seguir escribiendo
aunque me cueste la vida
porque escribir no es pecado,
ni emborronar la cuartilla.
Debo escribir lo que pienso,
dejar tinteros sin tinta,
para que cosas y nombres
tengan denuncia sencilla.
Debo escribir lo que siento,
dejar el alma tranquila,
hacer que seque la sangre,
sacando pronto la espina.
Debo escribir a las rosas,
rozar sus hojas tan finas,
notar el suave contacto
con la invisible caricia.
Debo escribir a las olas
con su blancura infinita,
y a ese reflujo constante
llegando bien a la orilla.
Debo escribir a las gentes
para plasmar sus sonrisas,
y ese temblor de los labios
y las miradas divinas.
Debo escribir a los montes
a las lechuzas y ardillas,
y a tantos robles y hayedos
con abedules y encinas.
Debo escribir a los cielos
a las estrellas altísimas,
para que suban mis letras
hasta las nubes amigas.
...Pero escribir lo que siento,
de la sonrisa perdida,
o la pasión desbordada
no es una cosa muy fina.
Sé que no es fácil tarea,
que pasan lentos los días,
que el soplo gris del verano
lo lleva pronto la brisa.
Así nos llega el otoño,
sin darnos cuenta se estira,
y luego llama el invierno
a tanta puerta vacía.
Así que siento la lluvia
recuerdo presto la hermita,
también recuerdo unos labios
y el beso fiel y sonrisa.
Quiero que nada ni nadie
el escribir me lo impida,
aunque mi verso sea torpe
aunque le falte la rima.
Porque escribir necesito
como ese pan cada día,
y en la escritura descargo
lo que mi fuente destila.
Decir las cosas con nombres,
hablar sin letras ni tiza,
poner en versos curvados
lo que mi alma precisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/02/10
aunque me cueste la vida
porque escribir no es pecado,
ni emborronar la cuartilla.
Debo escribir lo que pienso,
dejar tinteros sin tinta,
para que cosas y nombres
tengan denuncia sencilla.
Debo escribir lo que siento,
dejar el alma tranquila,
hacer que seque la sangre,
sacando pronto la espina.
Debo escribir a las rosas,
rozar sus hojas tan finas,
notar el suave contacto
con la invisible caricia.
Debo escribir a las olas
con su blancura infinita,
y a ese reflujo constante
llegando bien a la orilla.
Debo escribir a las gentes
para plasmar sus sonrisas,
y ese temblor de los labios
y las miradas divinas.
Debo escribir a los montes
a las lechuzas y ardillas,
y a tantos robles y hayedos
con abedules y encinas.
Debo escribir a los cielos
a las estrellas altísimas,
para que suban mis letras
hasta las nubes amigas.
...Pero escribir lo que siento,
de la sonrisa perdida,
o la pasión desbordada
no es una cosa muy fina.
Sé que no es fácil tarea,
que pasan lentos los días,
que el soplo gris del verano
lo lleva pronto la brisa.
Así nos llega el otoño,
sin darnos cuenta se estira,
y luego llama el invierno
a tanta puerta vacía.
Así que siento la lluvia
recuerdo presto la hermita,
también recuerdo unos labios
y el beso fiel y sonrisa.
Quiero que nada ni nadie
el escribir me lo impida,
aunque mi verso sea torpe
aunque le falte la rima.
Porque escribir necesito
como ese pan cada día,
y en la escritura descargo
lo que mi fuente destila.
Decir las cosas con nombres,
hablar sin letras ni tiza,
poner en versos curvados
lo que mi alma precisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/02/10
UN DÍA SALES DE CASA
Un día sales de casa
y vuelves con la sorpresa,
de conocer otras gentes
y visitar otras tierras.
Son caras de gente noble
en ambientes de leyenda,
en Villas con un pasado
con sus muros de defensa.
Hay torres en sus raíces
que cercan la Puebla Vieja,
con caserones robustos
todos labrados de piedra.
Se ven escudos hidalgos
en las fachadas y puertas,
y un halo de historia oculta
entre sus calles estrechas.
Pero sus gentes sencillas
llevan con ellos la herencia,
la de los siglos pasados
entre la pesca y la guerra.
Nace Hondarribia muy pronto,
cuenta la historia secreta,
con los antiguos romanos
los visigodos y celtas.
Pero es Alfonso el octavo
quien les concede en sus letras,
un Fuero con privilegios
sobre vecinos y aldeas.
Pero la historia es historia
dicen las olas que llegan,
que van a Irún y Bayona
para dormir en su arena.
Pero volvamos al pueblo,
al marinero y redera,
al industrial que trabaja
y al comerciante en su tienda.
Todos son hombres sencillos
y con palabra serena,
quizás con miedo en el alma
y con mirada sincera.
De su experiencia tomamos
todo el saber que nos dejan,
en nuestras notas y apuntes
para venirnos con ellas.
Atrás quedó la visita,
esa que ahora recuerdas,
y aquel sabor que a tus ojos
dejó una Villa señera.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/10
y vuelves con la sorpresa,
de conocer otras gentes
y visitar otras tierras.
Son caras de gente noble
en ambientes de leyenda,
en Villas con un pasado
con sus muros de defensa.
Hay torres en sus raíces
que cercan la Puebla Vieja,
con caserones robustos
todos labrados de piedra.
Se ven escudos hidalgos
en las fachadas y puertas,
y un halo de historia oculta
entre sus calles estrechas.
Pero sus gentes sencillas
llevan con ellos la herencia,
la de los siglos pasados
entre la pesca y la guerra.
Nace Hondarribia muy pronto,
cuenta la historia secreta,
con los antiguos romanos
los visigodos y celtas.
Pero es Alfonso el octavo
quien les concede en sus letras,
un Fuero con privilegios
sobre vecinos y aldeas.
Pero la historia es historia
dicen las olas que llegan,
que van a Irún y Bayona
para dormir en su arena.
Pero volvamos al pueblo,
al marinero y redera,
al industrial que trabaja
y al comerciante en su tienda.
Todos son hombres sencillos
y con palabra serena,
quizás con miedo en el alma
y con mirada sincera.
De su experiencia tomamos
todo el saber que nos dejan,
en nuestras notas y apuntes
para venirnos con ellas.
Atrás quedó la visita,
esa que ahora recuerdas,
y aquel sabor que a tus ojos
dejó una Villa señera.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/10
A VECES NO SE ENCUENTRAN LAS PALABRAS
A veces no se encuentran las palabras
y entonces recurrimos al silencio,
decimos con la vista muchas cosas
soñamos aunque estemos muy despiertos.
La vida se compone de secuencias,
personas que relatan sus momentos,
espacios de quietud insuperable
y otros de tormentas en los cielos.
Por eso, cuando mudo y vacilante,
el hombre se encadena con su pecho,
se mete en el pasado de su vida
y olvida que el presente está latiendo.
Olvida que el amor no es la palabra,
que vale para amar un simple gesto,
el soplo de la brisa de unos labios,
el roce simplemente de unos dedos.
Amar es olvidarse de nosotros,
y dar al ser amado todo eso,
no importa que nos falte la comida,
saciando al corazón que tanto quiero.
Amar es esa eterna fantasía
buscada por el alma de pequeño,
es ver en el espejo reflejada
la tierna maravilla de lo eterno.
No importa que nos falten las palabras,
amarte corazón es más que eso,
es más que unas palabras pronunciadas,
es simple y llanamente ser el centro.
El centro de la vida y de tu vida,
el centro del amor que tanto anhelo,
el centro de los sueños y esperanzas,
el centro sin dudar a quien me entrego.
Por ello aunque no salgan las palabras
le habla al corazón el dulce eco,
las voces y momentos del pasado,
los días que han quedado en el recuerdo.
Más debes continuar con tu camino,
vivir este presente con el viento,
mirar con confianza hacia el futuro,
sentir la brisa amada, con su beso.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/02/10
y entonces recurrimos al silencio,
decimos con la vista muchas cosas
soñamos aunque estemos muy despiertos.
La vida se compone de secuencias,
personas que relatan sus momentos,
espacios de quietud insuperable
y otros de tormentas en los cielos.
Por eso, cuando mudo y vacilante,
el hombre se encadena con su pecho,
se mete en el pasado de su vida
y olvida que el presente está latiendo.
Olvida que el amor no es la palabra,
que vale para amar un simple gesto,
el soplo de la brisa de unos labios,
el roce simplemente de unos dedos.
Amar es olvidarse de nosotros,
y dar al ser amado todo eso,
no importa que nos falte la comida,
saciando al corazón que tanto quiero.
Amar es esa eterna fantasía
buscada por el alma de pequeño,
es ver en el espejo reflejada
la tierna maravilla de lo eterno.
No importa que nos falten las palabras,
amarte corazón es más que eso,
es más que unas palabras pronunciadas,
es simple y llanamente ser el centro.
El centro de la vida y de tu vida,
el centro del amor que tanto anhelo,
el centro de los sueños y esperanzas,
el centro sin dudar a quien me entrego.
Por ello aunque no salgan las palabras
le habla al corazón el dulce eco,
las voces y momentos del pasado,
los días que han quedado en el recuerdo.
Más debes continuar con tu camino,
vivir este presente con el viento,
mirar con confianza hacia el futuro,
sentir la brisa amada, con su beso.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/02/10
LA CIUDAD ESTÁ ALEGRE Y NO DORMIDA
La ciudad está alegre y no dormida
cubierta por la lluvia y por la niebla,
los coches la circulan y los hombres
caminan indolentes por la acera.
Sobrecoge el tumulto de las gentes,
esas voces que se alzan muy diversas,
ese mundo curioso y variopinto
tan ajeno a las calles de mi aldea.
Santander es el nombre que pronuncian
con fervor los artistas y poetas,
aquí surge una música sublime
y con ella los versos y las letras.
Pero el mar que lo baña y lo circunda,
el que llega a sus playas y las besa,
es el mismo que deja los mercantes
con viajeros que llegan a mi tierra.
Santander es el centro de Cantabria,
la de antaño Montañas Burgalesas,
es el alma de Castro hasta Reinosa,
Santillana, La Hermida y hacia Liébana.
Es quizás la ciudad donde aglutina
ese poso de sabia montañesa
y la audacia de viejos marineros
por los mares en busca de la pesca.
Hay aquí ese halo misterioso
donde al campo le acunan las mareas,
y le mece la brisa del nordeste,
en leyendas de siegas y traineras.
Puede ser que en el polvo de sus calles
se acumulen recuerdos y las huellas
de Jándalos que fueron a Sevilla
ó de Indianos salidos para América.
Puede ser un misterio sacrosanto
que desvele la pluma de Pereda,
ó que Hierro la saque con sus versos
y Gerardo la pulse con sus venas.
Santander es ciudad con señorío
que se palpa y se ve en la Magdalena,
es la cuna de hidalgos sin fortuna
y también de personas muy sinceras.
Mas también es la cuna de mis sueños,
la raíz de aventuras y leyendas,
con recuerdos eternos e infantiles,
que atraparon mi alma hasta que muera.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/02/10
cubierta por la lluvia y por la niebla,
los coches la circulan y los hombres
caminan indolentes por la acera.
Sobrecoge el tumulto de las gentes,
esas voces que se alzan muy diversas,
ese mundo curioso y variopinto
tan ajeno a las calles de mi aldea.
Santander es el nombre que pronuncian
con fervor los artistas y poetas,
aquí surge una música sublime
y con ella los versos y las letras.
Pero el mar que lo baña y lo circunda,
el que llega a sus playas y las besa,
es el mismo que deja los mercantes
con viajeros que llegan a mi tierra.
Santander es el centro de Cantabria,
la de antaño Montañas Burgalesas,
es el alma de Castro hasta Reinosa,
Santillana, La Hermida y hacia Liébana.
Es quizás la ciudad donde aglutina
ese poso de sabia montañesa
y la audacia de viejos marineros
por los mares en busca de la pesca.
Hay aquí ese halo misterioso
donde al campo le acunan las mareas,
y le mece la brisa del nordeste,
en leyendas de siegas y traineras.
Puede ser que en el polvo de sus calles
se acumulen recuerdos y las huellas
de Jándalos que fueron a Sevilla
ó de Indianos salidos para América.
Puede ser un misterio sacrosanto
que desvele la pluma de Pereda,
ó que Hierro la saque con sus versos
y Gerardo la pulse con sus venas.
Santander es ciudad con señorío
que se palpa y se ve en la Magdalena,
es la cuna de hidalgos sin fortuna
y también de personas muy sinceras.
Mas también es la cuna de mis sueños,
la raíz de aventuras y leyendas,
con recuerdos eternos e infantiles,
que atraparon mi alma hasta que muera.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/02/10
ES MEJOR VER EL TREN DESDE EL SILENCIO
Es mejor ver el tren desde el silencio
como parte y se marcha hacia la nada,
así lleva los restos del pasado
y también muchos sueños y esperanzas.
Todo hombre se para en un momento,
para ver en el fondo de su alma,
esos gozos y sombras de la vida
esas líneas que quedan dibujadas.
Sin querer te subyugan los railes,
esas vías que van en la distancia
a morir en lejanos paraísos
en andenes cubiertos de nostalgia.
Hay quizás una nota de tristeza,
una estrella perdida con el alba,
un chispazo que salta en los sentidos
y una voz en el tiempo que te habla.
Se acabaron de pronto las estrellas
al llegar con la aurora la mañana,
y marchar con el tren hacia el destierro
todo el tiempo vivido que te falta.
Pero hay algo que parte en los vagones
y que rompe ese hilo con su marcha,
es la gota de lluvia y el rocío,
que quedó en el alma condensada.
Puede ser que te quedes contemplando
la figura indolente de un fantasma
o quizás la gaviota mañanera
que volando saluda con sus alas.
Mas no pienses en tiempos ya pasados
el presente está vivo y te reclama,
en tu pecho está el tren de tu destino,
y el billete y el beso que te aguarda.
Abandona por siempre tu silencio,
deja libres tus sueños y añoranzas,
al final lograrás lo que deseas
con el beso que llegue hasta tu cara.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/02/10
como parte y se marcha hacia la nada,
así lleva los restos del pasado
y también muchos sueños y esperanzas.
Todo hombre se para en un momento,
para ver en el fondo de su alma,
esos gozos y sombras de la vida
esas líneas que quedan dibujadas.
Sin querer te subyugan los railes,
esas vías que van en la distancia
a morir en lejanos paraísos
en andenes cubiertos de nostalgia.
Hay quizás una nota de tristeza,
una estrella perdida con el alba,
un chispazo que salta en los sentidos
y una voz en el tiempo que te habla.
Se acabaron de pronto las estrellas
al llegar con la aurora la mañana,
y marchar con el tren hacia el destierro
todo el tiempo vivido que te falta.
Pero hay algo que parte en los vagones
y que rompe ese hilo con su marcha,
es la gota de lluvia y el rocío,
que quedó en el alma condensada.
Puede ser que te quedes contemplando
la figura indolente de un fantasma
o quizás la gaviota mañanera
que volando saluda con sus alas.
Mas no pienses en tiempos ya pasados
el presente está vivo y te reclama,
en tu pecho está el tren de tu destino,
y el billete y el beso que te aguarda.
Abandona por siempre tu silencio,
deja libres tus sueños y añoranzas,
al final lograrás lo que deseas
con el beso que llegue hasta tu cara.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/02/10
GAVIOTA QUE VAS VOLANDO
Gaviota que vas volando
sobre las olas del mar,
buscando quizás carnada
para tu pico tomar.
Deja tu vuelo un momento,
ve con las olas a andar,
para bañarte con ellas
y entre las mismas danzar.
Marino que silencioso
miras las olas llegar,
con ese rítmo pausado
y que te invita a silbar.
Sueña con viajes de antaño
en que saliendo a pescar,
el corazón le dejabas
a quien le quiso guardar.
Niño que haciendo castillos
en un paciente jugar,
levanta pronto la almena
para con ella soñar.
Sueña con lindos corceles,
con los cosacos y el Zar,
y cuando de ellos te canses
no quieras ya despertar.
Rosa de enero preciada
que tardas en despuntar,
haz que tus pétalos rojos
hagan mi alma bailar.
Haz que te sienta y te goce
como una seda y collar,
y que mis dedos se enreden
entre la flor de tu ajuar.
Nordeste fiero que soplas
ven a la playa a secar,
a las arenas doradas
que esperan ya tu llegar.
Seca despacio sus granos
de cien en cien y en millar,
hasta que formes un lecho
para en el mismo gozar.
Cantina con cantinero
que prestas vino en el bar,
haz que los labios lo apuren
y que nos den su cantar.
Haz que se ahoguen las penas
y el corazón sin mudar
no cambie nunca el suspiro
ni deje nunca de amar.
Iglesia que vigilante
guardas celosa el altar,
llama deprisa a los fieles,
pon tu campana a tocar.
Hay una niña morena
con un marino a su par,
vienen los dos con las arras
para sus almas atar.
Niña que vas a la fuente
para la ropa lavar,
vuelve con cántaro fresco
para mi boca mojar.
Quiero beber de tus labios,
quiero contigo rezar,
quiero dormir en tu lecho
y junto a ti caminar.
Brisa del mar juguetona
que haces las hojas vibrar,
lleva mi beso contigo
para sus labios besar.
Viene tu beso en mi pecho,
y no lo quiero olvidar,
con otra brisa mas fuerte
que a mi me hace temblar.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/10
sobre las olas del mar,
buscando quizás carnada
para tu pico tomar.
Deja tu vuelo un momento,
ve con las olas a andar,
para bañarte con ellas
y entre las mismas danzar.
Marino que silencioso
miras las olas llegar,
con ese rítmo pausado
y que te invita a silbar.
Sueña con viajes de antaño
en que saliendo a pescar,
el corazón le dejabas
a quien le quiso guardar.
Niño que haciendo castillos
en un paciente jugar,
levanta pronto la almena
para con ella soñar.
Sueña con lindos corceles,
con los cosacos y el Zar,
y cuando de ellos te canses
no quieras ya despertar.
Rosa de enero preciada
que tardas en despuntar,
haz que tus pétalos rojos
hagan mi alma bailar.
Haz que te sienta y te goce
como una seda y collar,
y que mis dedos se enreden
entre la flor de tu ajuar.
Nordeste fiero que soplas
ven a la playa a secar,
a las arenas doradas
que esperan ya tu llegar.
Seca despacio sus granos
de cien en cien y en millar,
hasta que formes un lecho
para en el mismo gozar.
Cantina con cantinero
que prestas vino en el bar,
haz que los labios lo apuren
y que nos den su cantar.
Haz que se ahoguen las penas
y el corazón sin mudar
no cambie nunca el suspiro
ni deje nunca de amar.
Iglesia que vigilante
guardas celosa el altar,
llama deprisa a los fieles,
pon tu campana a tocar.
Hay una niña morena
con un marino a su par,
vienen los dos con las arras
para sus almas atar.
Niña que vas a la fuente
para la ropa lavar,
vuelve con cántaro fresco
para mi boca mojar.
Quiero beber de tus labios,
quiero contigo rezar,
quiero dormir en tu lecho
y junto a ti caminar.
Brisa del mar juguetona
que haces las hojas vibrar,
lleva mi beso contigo
para sus labios besar.
Viene tu beso en mi pecho,
y no lo quiero olvidar,
con otra brisa mas fuerte
que a mi me hace temblar.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/10
ME SENTÍ CONFUNDIDO CON LA NIEBLA
Me sentí confundido con la niebla
sin saber el lugar de mi destino,
sabía que el camino estaba arriba
oculto tras la bruma y el rocío.
De pronto entre girones y fantasmas
mis ojos se animaron con sigilo,
veían una cruz entre la niebla
buscando más allá del infinito.
Mis pasos se animaron bruscamente,
las fuerzas renovadas y el latido,
volvieron con la sangre oxigenada
al pecho del paciente peregrino.
Abajo se escuchaban a intervalos
la voz de las campanas con cariño,
llamaban a los fieles a la iglesia,
dejaban en el aire su tañido.
La niebla que venía desde el valle,
subía y me cubría con su abrigo,
no sé si definir como caricia
aquel abrazo fiel y sostenido.
De pronto me encontré junto a la base,
la cruz tan deseada y el testigo,
el eco de un pasado que no ha muerto
la fé de lo que soy y lo que he sido.
Y mis pasos se pierden con la niebla,
mientras veo el Belén tan quietecito,
sus figuras me hablan en silencio,
y me traen un profundo escalofrío.
Una brisa despierta en la mañana
y a la niebla la rasga sin un grito,
de pronto las montañas aparecen,
mostrando sus contornos definidos.
Quizás el tiempo cambie de repente
y alegre la mañana del domingo,
quizás no encuentre rosas en los prados
y puede que los cielos sean distintos.
Por eso es porque busco tras la niebla
el sol que allí se oculta con su brillo,
la dulce fantasía de la vida,
y el pecho tan amado y el suspiro.
Deseo simplemente confundirme,
vivir el sueño eterno de los niños,
tomar el dulce beso de tus labios
y amarte como nadie te ha querido.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/10
sin saber el lugar de mi destino,
sabía que el camino estaba arriba
oculto tras la bruma y el rocío.
De pronto entre girones y fantasmas
mis ojos se animaron con sigilo,
veían una cruz entre la niebla
buscando más allá del infinito.
Mis pasos se animaron bruscamente,
las fuerzas renovadas y el latido,
volvieron con la sangre oxigenada
al pecho del paciente peregrino.
Abajo se escuchaban a intervalos
la voz de las campanas con cariño,
llamaban a los fieles a la iglesia,
dejaban en el aire su tañido.
La niebla que venía desde el valle,
subía y me cubría con su abrigo,
no sé si definir como caricia
aquel abrazo fiel y sostenido.
De pronto me encontré junto a la base,
la cruz tan deseada y el testigo,
el eco de un pasado que no ha muerto
la fé de lo que soy y lo que he sido.
Y mis pasos se pierden con la niebla,
mientras veo el Belén tan quietecito,
sus figuras me hablan en silencio,
y me traen un profundo escalofrío.
Una brisa despierta en la mañana
y a la niebla la rasga sin un grito,
de pronto las montañas aparecen,
mostrando sus contornos definidos.
Quizás el tiempo cambie de repente
y alegre la mañana del domingo,
quizás no encuentre rosas en los prados
y puede que los cielos sean distintos.
Por eso es porque busco tras la niebla
el sol que allí se oculta con su brillo,
la dulce fantasía de la vida,
y el pecho tan amado y el suspiro.
Deseo simplemente confundirme,
vivir el sueño eterno de los niños,
tomar el dulce beso de tus labios
y amarte como nadie te ha querido.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/10
ERA UN SOBRE POSADO EN LA VENTANA
Era un sobre posado en la ventana,
una bella paloma mensajera,
esperando unas letras solamente,
para ir a dormir con las estrellas.
Y las letras se iban desgranando,
una a una, pacientes y coquetas,
pues querían también incorporarse
en los versos nacientes del poema.
Cuánta rosa dormía en los jardines,
y también cuántos lirios y violetas;
y dormían las fuentes cantarinas
y la brisa mecía las palmeras.
Una mano se mueve temblorosa,
y hay un pecho que late y que jadea,
y los labios musitan una frase,
recordando aquel beso que sintiera.
¿Cómo hacer que renazcan las palabras
y decirle a los versos por qué tiembla?.
¿cómo ser simplemente más humano
y poner más amor en esas letras?...
Se aceleran de pronto los sentidos
al compás del rumor de la marea,
recordando el paseo por la playa,
y la noche de besos y de juerga.
Los recuerdos se vuelven monocordes
pero hay uno que llega con urgencia,
el momento vivido en la capilla
con el beso y anillo de la entrega.
No se olvida aquel día tan alegre,
ni tampoco los nervios de la espera,
ni aquel baile rompiendo el protocolo,
con consejos y risas en la fiesta.
Pero el tiempo pasó y los recuerdos,
van surgiendo entre brumas y entre nieblas,
con los bellos girones del pasado
en las letras y versos del poeta.
Y ahora el hombre que marcha a su destino,
el que hace preguntas sin respuesta,
quizás busca tan solo una mirada,
y ese beso sincero que le dieran.
Pero el sobre posado en la ventana,
llevará este escrito hasta su puerta
a tocar con dulzura en los cristales
y a sentir esos labios que lo besan.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/10
una bella paloma mensajera,
esperando unas letras solamente,
para ir a dormir con las estrellas.
Y las letras se iban desgranando,
una a una, pacientes y coquetas,
pues querían también incorporarse
en los versos nacientes del poema.
Cuánta rosa dormía en los jardines,
y también cuántos lirios y violetas;
y dormían las fuentes cantarinas
y la brisa mecía las palmeras.
Una mano se mueve temblorosa,
y hay un pecho que late y que jadea,
y los labios musitan una frase,
recordando aquel beso que sintiera.
¿Cómo hacer que renazcan las palabras
y decirle a los versos por qué tiembla?.
¿cómo ser simplemente más humano
y poner más amor en esas letras?...
Se aceleran de pronto los sentidos
al compás del rumor de la marea,
recordando el paseo por la playa,
y la noche de besos y de juerga.
Los recuerdos se vuelven monocordes
pero hay uno que llega con urgencia,
el momento vivido en la capilla
con el beso y anillo de la entrega.
No se olvida aquel día tan alegre,
ni tampoco los nervios de la espera,
ni aquel baile rompiendo el protocolo,
con consejos y risas en la fiesta.
Pero el tiempo pasó y los recuerdos,
van surgiendo entre brumas y entre nieblas,
con los bellos girones del pasado
en las letras y versos del poeta.
Y ahora el hombre que marcha a su destino,
el que hace preguntas sin respuesta,
quizás busca tan solo una mirada,
y ese beso sincero que le dieran.
Pero el sobre posado en la ventana,
llevará este escrito hasta su puerta
a tocar con dulzura en los cristales
y a sentir esos labios que lo besan.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/10
ANOCHE TE DORMISTE EN EL SILENCIO
Anoche te dormiste en el silencio
cerrando las ventanas de tu alma,
tus ojos seductores se apagaron
y en ellos esa luz de tu mirada.
Así que me quedé con las estrellas,
y en esa fantasía de guirnaldas,
la noche estaba oscura y florecida
con miles de velitas asomadas.
No sé lo que soñabas en el lecho,
quizás con la caricia de las algas,
o puede que en los labios temblorosos
llenándote de besos por la cara.
Te dije en el silencio tantas cosas,
y puede que te hablara sin palabras,
mis manos revolviendo tu cabello,
mis dedos esa seda de tu espalda.
Un canto que llegaba a mis oídos
me dijo que cantaba la cigarra,
en esa melodía de la noche
que arroba a las lechuzas con su nana.
De pronto despertaron las sirenas
viniendo con sus liras a la playa,
y el canto recogido de las olas
traían en las cuerdas de su arpa.
Y tú que estabas quieta, en una nube,
ajena a todo esto que pasaba,
dormías con tus sueños de colores,
sintiendo el dulce gusto de la nada.
Llamaron a la puerta las gaviotas,
rozaron tus pestañas con sus alas,
sacándote del pecho ese suspiro,
el tierno balbuceo que dejabas.
Y entonces tus palabras fueron vida,
cual brisa que llegaba con la calma,
y vino a rescatarme de la celda
aquella en que mi vida se encontraba.
Anoche te dormiste en el silencio
en medio de los bosques de las hadas,
los robles te cubrieron con su manto
igual que las encinas y las hayas.
Así que fui testigo de ese sueño,
y pude comprender cuánto te amaba,
mis ojos soñolientos se cerraron
y sólo despertaron con el alba.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/02/10
cerrando las ventanas de tu alma,
tus ojos seductores se apagaron
y en ellos esa luz de tu mirada.
Así que me quedé con las estrellas,
y en esa fantasía de guirnaldas,
la noche estaba oscura y florecida
con miles de velitas asomadas.
No sé lo que soñabas en el lecho,
quizás con la caricia de las algas,
o puede que en los labios temblorosos
llenándote de besos por la cara.
Te dije en el silencio tantas cosas,
y puede que te hablara sin palabras,
mis manos revolviendo tu cabello,
mis dedos esa seda de tu espalda.
Un canto que llegaba a mis oídos
me dijo que cantaba la cigarra,
en esa melodía de la noche
que arroba a las lechuzas con su nana.
De pronto despertaron las sirenas
viniendo con sus liras a la playa,
y el canto recogido de las olas
traían en las cuerdas de su arpa.
Y tú que estabas quieta, en una nube,
ajena a todo esto que pasaba,
dormías con tus sueños de colores,
sintiendo el dulce gusto de la nada.
Llamaron a la puerta las gaviotas,
rozaron tus pestañas con sus alas,
sacándote del pecho ese suspiro,
el tierno balbuceo que dejabas.
Y entonces tus palabras fueron vida,
cual brisa que llegaba con la calma,
y vino a rescatarme de la celda
aquella en que mi vida se encontraba.
Anoche te dormiste en el silencio
en medio de los bosques de las hadas,
los robles te cubrieron con su manto
igual que las encinas y las hayas.
Así que fui testigo de ese sueño,
y pude comprender cuánto te amaba,
mis ojos soñolientos se cerraron
y sólo despertaron con el alba.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/02/10
APOYADO EN EL QUICIO DE LA PUERTA
Apoyado en el quicio de la puerta
contemplaba dormir a las montañas,
su silencio guardaba con la nieve
una imagen serena de la estampa.
El silencio mil veces compartido,
retornó nuevamente hasta su alma,
y llegó con los años infantiles,
y los sueños de niño que forjara.
¡Cuántas notas nacieron esos días
como voces pacientes de una flauta!,
¡cuántos besos lanzados al vacío
y suspiros perdidos en la nada!
Recordaba aquel tiempo ensimismado
y quizás con un poco de nostalgia,
fueron días de versos y de vinos
tras las huellas celestes de las hadas.
Devoraba la Biblia y el Quijote
y sus ojos con ello se cansaban,
persiguiendo a los curas y guerreros
y la cruz en la lucha con la espada.
Más sus ojos buscaban en las letras
esa historia que siempre se ocultaba,
en los nombres un tanto femeninos
de doncellas y vírgenes sin cara.
Eran sueños de un niño trotamundos,
un juglar caminando por la playa,
un bohemio sin copa ni fortuna,
un Don Juan declarándose a su dama.
Pero el tiempo pasó y aquellos ratos,
le dejaron un roce y una marca,
y su alma de niño fue creciendo
entregado a la vida que llegaba.
Hoy contempla la hiedra en las paredes
cómo cubre las piedras y las tapa,
sin perder la sonrisa de sus labios
con la brisa tan fresca que le abraza.
Y se dice que sí, que aquellos días,
fueron días de sueños y esperanzas
a pesar de fortunas y reveses
que la vida a su paso le dejara.
Apoyado en el quicio de la puerta
hay un hombre que mira a lontananza,
es un niño con barba ya crecida
un poeta con alma renovada.
Porque tú, fuiste sabia de su vida,
y viniste, montaña, con tus nanas,
a sembrar en su pecho mil suspiros
y a dormir en sus sienes plateadas.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/10
contemplaba dormir a las montañas,
su silencio guardaba con la nieve
una imagen serena de la estampa.
El silencio mil veces compartido,
retornó nuevamente hasta su alma,
y llegó con los años infantiles,
y los sueños de niño que forjara.
¡Cuántas notas nacieron esos días
como voces pacientes de una flauta!,
¡cuántos besos lanzados al vacío
y suspiros perdidos en la nada!
Recordaba aquel tiempo ensimismado
y quizás con un poco de nostalgia,
fueron días de versos y de vinos
tras las huellas celestes de las hadas.
Devoraba la Biblia y el Quijote
y sus ojos con ello se cansaban,
persiguiendo a los curas y guerreros
y la cruz en la lucha con la espada.
Más sus ojos buscaban en las letras
esa historia que siempre se ocultaba,
en los nombres un tanto femeninos
de doncellas y vírgenes sin cara.
Eran sueños de un niño trotamundos,
un juglar caminando por la playa,
un bohemio sin copa ni fortuna,
un Don Juan declarándose a su dama.
Pero el tiempo pasó y aquellos ratos,
le dejaron un roce y una marca,
y su alma de niño fue creciendo
entregado a la vida que llegaba.
Hoy contempla la hiedra en las paredes
cómo cubre las piedras y las tapa,
sin perder la sonrisa de sus labios
con la brisa tan fresca que le abraza.
Y se dice que sí, que aquellos días,
fueron días de sueños y esperanzas
a pesar de fortunas y reveses
que la vida a su paso le dejara.
Apoyado en el quicio de la puerta
hay un hombre que mira a lontananza,
es un niño con barba ya crecida
un poeta con alma renovada.
Porque tú, fuiste sabia de su vida,
y viniste, montaña, con tus nanas,
a sembrar en su pecho mil suspiros
y a dormir en sus sienes plateadas.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/10
TE CONTEMPLÈ VENCIDA Y EN LA ARENA
Te contemplé vencida y en la arena
con tu quilla valiente destrozada,
habías regresado de tu viaje
al lecho complaciente de la playa.
Tenías tus colores lastimados
y el brillo del azul no se notaba,
traías la nostalgia en la cubierta
en forma de chalupa castigada.
Al verte me vinieron al recuerdo
escenas que contaban en mi casa,
aquellas que escucharon mis oídos
haciendo que mi mente se ensoñara.
Se hablaba de lo duro del trabajo,
de pescas y aparejos con las cañas,
se hablaba de palangres y de redes,
de mallas por los mares destrozadas.
Recuerdo la presencia de mi padre,
el rostro tan curtido de su cara,
la ropa de ese azul, tan marinero,
las manos con heridas y encalladas.
Recuerdo su mirada soñadora,
los ojos tan azules y su alma,
recuerdo como hablaban sus pupilas
contándome del mar y sus entrañas.
Me hablaba, en el silencio, de los barcos,
de duras travesías realizadas,
de vientos y tormentas, con el frío,
y todo soportado en sus espaldas.
Recuerdo aquellas tardes por la ría,
los remos recortándose en el agua,
los peces que acudían al anzuelo,
y aquella jargúetilla capturada.
O aquellas que subiendo la marisma
llegábamos al monte de las hadas,
allí, como ladrones y furtivos
hacíamos coloños con sus ramas.
Y todo se vivía en una tarde,
y luego renacía en la mañana,
con leche y con borona de alimento
mezclado con los sueños y esperanzas.
Ahora te contemplo, en este lecho,
manchada de verdín y por las algas,
descansas para siempre, sin saberlo,
cubierta con un halo de nostalgia.
Te miro y me estremece tu figura,
no quiero que te vayas vieja lancha,
al menos permanece en mi recuerdo
y déjame llevarte hasta la barra.
Salgamos a la playas y a Liñera,
pesquemos calamares y doradas,
dancemos con las olas saltarinas
y luego regresemos sin tardanza.
Busquemos en el puerto el fondeadero,
saltemos a la tierra que nos llama,
y tú te quedarás con las gaviotas
velando entre las olas que te bañan.
...Te contemplé vencida y en la arena,
y un nudo se me hizo en la garganta,
formabas una parte de mi vida,
del niño y el poeta que te hablaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/10
con tu quilla valiente destrozada,
habías regresado de tu viaje
al lecho complaciente de la playa.
Tenías tus colores lastimados
y el brillo del azul no se notaba,
traías la nostalgia en la cubierta
en forma de chalupa castigada.
Al verte me vinieron al recuerdo
escenas que contaban en mi casa,
aquellas que escucharon mis oídos
haciendo que mi mente se ensoñara.
Se hablaba de lo duro del trabajo,
de pescas y aparejos con las cañas,
se hablaba de palangres y de redes,
de mallas por los mares destrozadas.
Recuerdo la presencia de mi padre,
el rostro tan curtido de su cara,
la ropa de ese azul, tan marinero,
las manos con heridas y encalladas.
Recuerdo su mirada soñadora,
los ojos tan azules y su alma,
recuerdo como hablaban sus pupilas
contándome del mar y sus entrañas.
Me hablaba, en el silencio, de los barcos,
de duras travesías realizadas,
de vientos y tormentas, con el frío,
y todo soportado en sus espaldas.
Recuerdo aquellas tardes por la ría,
los remos recortándose en el agua,
los peces que acudían al anzuelo,
y aquella jargúetilla capturada.
O aquellas que subiendo la marisma
llegábamos al monte de las hadas,
allí, como ladrones y furtivos
hacíamos coloños con sus ramas.
Y todo se vivía en una tarde,
y luego renacía en la mañana,
con leche y con borona de alimento
mezclado con los sueños y esperanzas.
Ahora te contemplo, en este lecho,
manchada de verdín y por las algas,
descansas para siempre, sin saberlo,
cubierta con un halo de nostalgia.
Te miro y me estremece tu figura,
no quiero que te vayas vieja lancha,
al menos permanece en mi recuerdo
y déjame llevarte hasta la barra.
Salgamos a la playas y a Liñera,
pesquemos calamares y doradas,
dancemos con las olas saltarinas
y luego regresemos sin tardanza.
Busquemos en el puerto el fondeadero,
saltemos a la tierra que nos llama,
y tú te quedarás con las gaviotas
velando entre las olas que te bañan.
...Te contemplé vencida y en la arena,
y un nudo se me hizo en la garganta,
formabas una parte de mi vida,
del niño y el poeta que te hablaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/10
VIEJA ENCINA
Vieja encina de ramas retorcidas,
solitaria vigìa de aquel monte,
son tus hojas melenas tan rizadas
que la brisa remueve con desorden.
Se detiene a tu lado, en esta tarde,
un anciano con paso mas bien torpe,
va buscando recuerdos del pasado
en tu tronco rugoso, pero noble.
Y tú encina le cuentas muchas cosas,
con susurros un tanto monocordes
le confiesas leyendas escuchadas
de los labios hambrientos de aquel joven.
...Aquel tierno pastor con sus rebaños,
que llegaba también con sus canciones,
y con lindas y bellas melodías
que a los cielos mandaba sus acordes.
Él soñaba quizás con las estrellas,
en un mundo de buenos y de dioses,
sin saber que otra vida le esperaba
más allá de los campos y del bosque.
Pero tú, vieja encina, si sabías,
lo que existe a lo lejos y se esconde,
esos mimbres que mueven tantos vientos,
esos sauces y lirios tan llorones.
Le animaste a salir de su mutismo
a viajar y a mezclarse con los hombres,
a indagar por los ojos que buscaba
y hasta hablar de sus sueños e ilusiones.
Y tus ramas, lograron, vieja encina,
el milagro de seda, con su roce,
despertando en el cuerpo tan dormido
el volcán con la lava y las pasiones.
¡Ay encina que oteas en la tarde
a las secas campiñas con alcores!,
sigue fiel al recuerdo de tu alma
mientras sientes el coro con las voces.
El pasado se vuelve un torbellino,
y se agitan también los corazones,
y un anciano llegado desde lejos
ahora vive a tu lado sus amores.
Es el joven que antaño te veía,
quien venía a tu tronco con las flores,
el que pronto y temblando te abrazaba
vigilando contigo el horizonte.
Tus raíces penetran en la tierra,
las calizas separas sin un corte,
y tu tronco y tu sabia tienen vida,
tienen alma con versos de colores.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/02/10
solitaria vigìa de aquel monte,
son tus hojas melenas tan rizadas
que la brisa remueve con desorden.
Se detiene a tu lado, en esta tarde,
un anciano con paso mas bien torpe,
va buscando recuerdos del pasado
en tu tronco rugoso, pero noble.
Y tú encina le cuentas muchas cosas,
con susurros un tanto monocordes
le confiesas leyendas escuchadas
de los labios hambrientos de aquel joven.
...Aquel tierno pastor con sus rebaños,
que llegaba también con sus canciones,
y con lindas y bellas melodías
que a los cielos mandaba sus acordes.
Él soñaba quizás con las estrellas,
en un mundo de buenos y de dioses,
sin saber que otra vida le esperaba
más allá de los campos y del bosque.
Pero tú, vieja encina, si sabías,
lo que existe a lo lejos y se esconde,
esos mimbres que mueven tantos vientos,
esos sauces y lirios tan llorones.
Le animaste a salir de su mutismo
a viajar y a mezclarse con los hombres,
a indagar por los ojos que buscaba
y hasta hablar de sus sueños e ilusiones.
Y tus ramas, lograron, vieja encina,
el milagro de seda, con su roce,
despertando en el cuerpo tan dormido
el volcán con la lava y las pasiones.
¡Ay encina que oteas en la tarde
a las secas campiñas con alcores!,
sigue fiel al recuerdo de tu alma
mientras sientes el coro con las voces.
El pasado se vuelve un torbellino,
y se agitan también los corazones,
y un anciano llegado desde lejos
ahora vive a tu lado sus amores.
Es el joven que antaño te veía,
quien venía a tu tronco con las flores,
el que pronto y temblando te abrazaba
vigilando contigo el horizonte.
Tus raíces penetran en la tierra,
las calizas separas sin un corte,
y tu tronco y tu sabia tienen vida,
tienen alma con versos de colores.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/02/10
ENTRE ALCORES Y CIGÜEÑAS
Entre alcores y cigüeñas
van deprisa nuestros pasos,
va con ellos esa sombra
que los sigue a todos lados.
Hoy es lunes de febrero,
luce el sol en todo el alto,
una brisa corre y besa
a las mieses de los campos.
Pero hay tierras abertales,
con el rozo y los escajos,
y allí vamos presurosos,
a hacer leña y arrancarlos.
Gime el polvo de la gleba,
las azadas y las manos,
y una dulce melodía
se desliza por los labios.
Es el polvo de la tierra,
la que oculta los pantanos,
la que tiene los trigales
con cebada cortejando.
Una bella mariposa
va buscando el alabastro,
en el pétalo de seda
que ha crecido en cualquier lado.
Las perdices revoltosas
hacen vuelo muy trenzado,
trazan fintas en el aire
evitando su trastazo.
Y los hombres de Castilla,
esos recios castellanos,
ríen, cantan, gimen, lloran,
y trabajan a destajo.
Con el alba se levantan,
entre el cierzo y el Moncayo,
entre el Duero y el Guadiana
con el Ebro y con el Tajo.
Luego llega el mediodía,
y el almuerzo es un descanso,
el bocado que alimenta
y la bota con su trago.
Hay aromas de nostalgia,
hay gargantas con sus cantos,
en la dulce algarabía
del sudor y del trabajo.
Es Castilla la que canta,
desde Soria a todos lados,
son los versos del poeta
cuyo nombre fue Machado.
Se resienten las raíces,
con las llantas de los carros,
y las Ventas tan antiguas
sacan brillo a sus tejados.
Hay leyenda en todas partes,
hay castillos zamoranos,
hay iglesias en los burgos
hay fachadas de hijosdalgos.
Pero el campo se resiste,
surco a surco va cavando,
y sembrando en esas hazas,
la simiente con los granos.
Es el turno del labriego,
que trabaja sin descanso,
es la tierra de Castilla
desde el alba hasta el ocaso.
Es el grito de mi tierra,
caballeros y soldados,
con los rasgos de la pluma
de poetas y escribanos.
Soy testigo de la historia
y recojo su legado,
en los versos que recibo,
en herencia, cual Notario.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/02/10
van deprisa nuestros pasos,
va con ellos esa sombra
que los sigue a todos lados.
Hoy es lunes de febrero,
luce el sol en todo el alto,
una brisa corre y besa
a las mieses de los campos.
Pero hay tierras abertales,
con el rozo y los escajos,
y allí vamos presurosos,
a hacer leña y arrancarlos.
Gime el polvo de la gleba,
las azadas y las manos,
y una dulce melodía
se desliza por los labios.
Es el polvo de la tierra,
la que oculta los pantanos,
la que tiene los trigales
con cebada cortejando.
Una bella mariposa
va buscando el alabastro,
en el pétalo de seda
que ha crecido en cualquier lado.
Las perdices revoltosas
hacen vuelo muy trenzado,
trazan fintas en el aire
evitando su trastazo.
Y los hombres de Castilla,
esos recios castellanos,
ríen, cantan, gimen, lloran,
y trabajan a destajo.
Con el alba se levantan,
entre el cierzo y el Moncayo,
entre el Duero y el Guadiana
con el Ebro y con el Tajo.
Luego llega el mediodía,
y el almuerzo es un descanso,
el bocado que alimenta
y la bota con su trago.
Hay aromas de nostalgia,
hay gargantas con sus cantos,
en la dulce algarabía
del sudor y del trabajo.
Es Castilla la que canta,
desde Soria a todos lados,
son los versos del poeta
cuyo nombre fue Machado.
Se resienten las raíces,
con las llantas de los carros,
y las Ventas tan antiguas
sacan brillo a sus tejados.
Hay leyenda en todas partes,
hay castillos zamoranos,
hay iglesias en los burgos
hay fachadas de hijosdalgos.
Pero el campo se resiste,
surco a surco va cavando,
y sembrando en esas hazas,
la simiente con los granos.
Es el turno del labriego,
que trabaja sin descanso,
es la tierra de Castilla
desde el alba hasta el ocaso.
Es el grito de mi tierra,
caballeros y soldados,
con los rasgos de la pluma
de poetas y escribanos.
Soy testigo de la historia
y recojo su legado,
en los versos que recibo,
en herencia, cual Notario.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/02/10
HAY VECES QUE LA VIDA NO LA ENTIENDO
Hay veces que la vida no la entiendo,
ni entiendo, por supuesto, a las personas,
la vida es muy compleja, cada día,
los hombres somos versos de una trova.
Un día sientes pronto la campana
que anuncia que ha salido ya la aurora,
entonces te levantas presuroso,
te lavas y perfumas con colonia.
Comienzas otro día, sin saberlo,
envuelto entre las brumas y las sombras,
con restos de ese sueño, que en la noche,
cegó tu fantasía seductora.
De pronto te tropiezas al silencio,
un muro y unos labios sin sus notas,
la eterna sinfonía del vacío,
cegándote tu alma con sus drogas.
No entiendes lo que pasa y te preguntas,
¿qué hiciste en el pasado y en sus horas?,
¿qué imagen has movido de ese cuadro?
¿qué taza se ha quebrado de la loza?
...No tienes la respuesta a tus preguntas,
no hay nada que tu hicieras con deshonra,
tan sólo te has dejado en el cuaderno
los versos que acudieron a tu boca.
La dulce fantasía de un poema
amando y respetando a las personas,
diciendo con sus letras lo que siente
el alma del poeta que las posa.
Te duele el corazón y no de frío,
y sientes los fantasmas de la alcoba,
existe soledad en sus paredes
y pétalos marchitos de las rosas.
La tierra tiene cumbres con abismos,
y vida entre los mares y las rocas,
la esencia de las almas que palpitan
mezclados con los ojos que la lloran.
No temas corazón, tu no has pecado,
tu quilla surca el mar entre las olas,
y el pecho que suspira dolorido
mañana tendrá el beso que ahora añora.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/02/09
ni entiendo, por supuesto, a las personas,
la vida es muy compleja, cada día,
los hombres somos versos de una trova.
Un día sientes pronto la campana
que anuncia que ha salido ya la aurora,
entonces te levantas presuroso,
te lavas y perfumas con colonia.
Comienzas otro día, sin saberlo,
envuelto entre las brumas y las sombras,
con restos de ese sueño, que en la noche,
cegó tu fantasía seductora.
De pronto te tropiezas al silencio,
un muro y unos labios sin sus notas,
la eterna sinfonía del vacío,
cegándote tu alma con sus drogas.
No entiendes lo que pasa y te preguntas,
¿qué hiciste en el pasado y en sus horas?,
¿qué imagen has movido de ese cuadro?
¿qué taza se ha quebrado de la loza?
...No tienes la respuesta a tus preguntas,
no hay nada que tu hicieras con deshonra,
tan sólo te has dejado en el cuaderno
los versos que acudieron a tu boca.
La dulce fantasía de un poema
amando y respetando a las personas,
diciendo con sus letras lo que siente
el alma del poeta que las posa.
Te duele el corazón y no de frío,
y sientes los fantasmas de la alcoba,
existe soledad en sus paredes
y pétalos marchitos de las rosas.
La tierra tiene cumbres con abismos,
y vida entre los mares y las rocas,
la esencia de las almas que palpitan
mezclados con los ojos que la lloran.
No temas corazón, tu no has pecado,
tu quilla surca el mar entre las olas,
y el pecho que suspira dolorido
mañana tendrá el beso que ahora añora.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/02/09
QUIZÁS ENTRE LOS PLIEGUES DEL VESTIDO...
Quizás entre los pliegues del vestido
encuentres los recortes de una carta,
mezclados con las hojas de una rosa,
diciéndote sus letras que te amaban.
Y puede que de pronto te despiertes
sintiendo aquel calor de la mañana,
un día en que te dieron la promesa
con tinta y con la rosa deseada.
Salieron a tus ojos unas perlas,
rodaron lentamente por tu cara,
y un beso que llegaba desde el cielo
contuvo los suspiros de tu alma.
Y ahora que revives el pasado
el frío te recorre las espaldas,
recuerdas aquel grito contenido
y cómo te quedaste sin palabras.
¡Ay tierno corazón!, ¿por qué dudaste?,
¿pòr qué no diste el paso que tú ansiabas?
¿por qué te confundieron tantas voces
y tantas sensaciones encontradas?
...No temas, no he venido a despertarte,
no soy esa conciencia que reclama,
soy sólo espectador de lo que veo,
y escribo con la pluma muy gastada.
Entiendo que los hombres no son dioses,
y sufren por amor en las batallas,
en lances y combates sin sentido
lanzando hacia los cielos sus plegarias.
Entiendo que los hombres se enamoran,
y buscan la figura tan ansiada,
que sientan a sus labios prisioneros,
producto de las fuerzas que les faltan.
Por eso se suceden estas cosas,
las dudas y temores que atenazan,
el miedo a que se burlen y rechacen
del bello sentimiento que desgranan.
Entonces se recurre a los cuadernos,
y escriben esas manos delicadas,
lo hacen a los tiernos corazones
dejando entre sus letras lo que claman.
Y llegan esas notas y las rosas
al fresco corazón que las aguarda,
entonces se comienza otro recuento
y el tiempo, lentamente, se les pasa.
"¡Ay tierno corazón!, ¿por qué dudaste?,
-recuerda aquel poeta que te canta-,
dudabas de la vida y de tus fuerzas,
dudabas del amor que te entregaban".
Mas todo está pasado en el presente,
las letras se quedaron marchitadas,
la rosa con sus pétalos tan lindos
hoy duerme entre los pliegues de tu falda.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/10
encuentres los recortes de una carta,
mezclados con las hojas de una rosa,
diciéndote sus letras que te amaban.
Y puede que de pronto te despiertes
sintiendo aquel calor de la mañana,
un día en que te dieron la promesa
con tinta y con la rosa deseada.
Salieron a tus ojos unas perlas,
rodaron lentamente por tu cara,
y un beso que llegaba desde el cielo
contuvo los suspiros de tu alma.
Y ahora que revives el pasado
el frío te recorre las espaldas,
recuerdas aquel grito contenido
y cómo te quedaste sin palabras.
¡Ay tierno corazón!, ¿por qué dudaste?,
¿pòr qué no diste el paso que tú ansiabas?
¿por qué te confundieron tantas voces
y tantas sensaciones encontradas?
...No temas, no he venido a despertarte,
no soy esa conciencia que reclama,
soy sólo espectador de lo que veo,
y escribo con la pluma muy gastada.
Entiendo que los hombres no son dioses,
y sufren por amor en las batallas,
en lances y combates sin sentido
lanzando hacia los cielos sus plegarias.
Entiendo que los hombres se enamoran,
y buscan la figura tan ansiada,
que sientan a sus labios prisioneros,
producto de las fuerzas que les faltan.
Por eso se suceden estas cosas,
las dudas y temores que atenazan,
el miedo a que se burlen y rechacen
del bello sentimiento que desgranan.
Entonces se recurre a los cuadernos,
y escriben esas manos delicadas,
lo hacen a los tiernos corazones
dejando entre sus letras lo que claman.
Y llegan esas notas y las rosas
al fresco corazón que las aguarda,
entonces se comienza otro recuento
y el tiempo, lentamente, se les pasa.
"¡Ay tierno corazón!, ¿por qué dudaste?,
-recuerda aquel poeta que te canta-,
dudabas de la vida y de tus fuerzas,
dudabas del amor que te entregaban".
Mas todo está pasado en el presente,
las letras se quedaron marchitadas,
la rosa con sus pétalos tan lindos
hoy duerme entre los pliegues de tu falda.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/10
Suscribirse a:
Entradas (Atom)