BUSCABA ROSAS BLANCAS EN FEBRERO
Buscaba rosas blancas en Febrero
y encontró solamente una nevada,
las rosas no se daban todavía
en los tallos vacíos de las ramas.
Era un día con viento de nordeste
que llegando a la tierra congelaba,
era un día cualquiera de la vida
en un parque buscando la esperanza.
Las gaviotas volaban silenciosas
sobre el mar que impaciente se rizaba,
buscaban el abrigo de los muelles
y también la comida y la carnada.
Pero el hombre que andaba tras la rosa,
era un hombre cargado de añoranzas,
un marino con boina en su cabeza,
un anciano de sienes plateadas.
Resguardado del aire tomó asiento
en un banco que está junto a la plaza,
donde juegan los niños entre ellos
y sus madres tejiendo les aguardan.
Rosas blancas buscadas en Febrero
no tardeis en venir desde la nada,
un anciano, con mano temblorosa,
os espera para ir hasta la barra.
Las gaviotas planean por los cielos,
los suspiros se escapan de las almas,
y las olas que llegan cantarinas
un mensaje nos dejan con las algas.
Una nota cargada de misterio
lleva el hombre en sus ojos y mirada,
es quizás el susurro de unos labios
los que rezan y emiten la plegaria.
Los recuerdos se agolpan en las sienes,
con sonrisas y besos que dejara,
aquel suave contacto de la mano,
en la piel y en el cuerpo de su amada.
Pero no, ya no quiere más tristezas,
ahora busca las rosas para darlas,
unas rosas que broten en febrero
con blancura, quizás, inmaculada.
...Buscaba rosas blancas en febrero
el anciano que ahora ya descansa,
quien sentado en el parque mira ausente,
más allá de los mares y montañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/10
y encontró solamente una nevada,
las rosas no se daban todavía
en los tallos vacíos de las ramas.
Era un día con viento de nordeste
que llegando a la tierra congelaba,
era un día cualquiera de la vida
en un parque buscando la esperanza.
Las gaviotas volaban silenciosas
sobre el mar que impaciente se rizaba,
buscaban el abrigo de los muelles
y también la comida y la carnada.
Pero el hombre que andaba tras la rosa,
era un hombre cargado de añoranzas,
un marino con boina en su cabeza,
un anciano de sienes plateadas.
Resguardado del aire tomó asiento
en un banco que está junto a la plaza,
donde juegan los niños entre ellos
y sus madres tejiendo les aguardan.
Rosas blancas buscadas en Febrero
no tardeis en venir desde la nada,
un anciano, con mano temblorosa,
os espera para ir hasta la barra.
Las gaviotas planean por los cielos,
los suspiros se escapan de las almas,
y las olas que llegan cantarinas
un mensaje nos dejan con las algas.
Una nota cargada de misterio
lleva el hombre en sus ojos y mirada,
es quizás el susurro de unos labios
los que rezan y emiten la plegaria.
Los recuerdos se agolpan en las sienes,
con sonrisas y besos que dejara,
aquel suave contacto de la mano,
en la piel y en el cuerpo de su amada.
Pero no, ya no quiere más tristezas,
ahora busca las rosas para darlas,
unas rosas que broten en febrero
con blancura, quizás, inmaculada.
...Buscaba rosas blancas en febrero
el anciano que ahora ya descansa,
quien sentado en el parque mira ausente,
más allá de los mares y montañas.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/02/10
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