SI BROTAN MARGARITAS EN FEBRERO
Si brotan margaritas en febrero
en medio de campiñas taciturnas,
será porque las lluvias han cesado
llegando los calores y las brumas.
Entonces será el baile de las flores,
las rosas, los claveles y petunias,
mezclados con aromas de jazmines
y llenas de belleza y hermosura.
Diremos que llegó la primavera,
bajando hasta la tierra muy desnuda,
y vino a recoger las margaritas,
prenderlas en su pelo y tu cintura.
Diremos que las olas de la playa
llegaron a la fiesta con su espuma,
al vals de los pacientes corazones
que bailan por la arena, entre las dunas.
Si brotan margaritas en febrero
veremos como llega la garúa,
el agua de las nubes que les baña,
la nota que las llena de dulzura.
Entonces será el baile de los ciegos,
aquellos corazónes sin las dudas,
los mismos que suspiran y prometen,
el beso de los labios que susurran.
Diremos que despierta un nuevo día
que marchan a sus nidos las lechuzas,
que vuelan a regiones muy remotas,
los miedos del salitre y las angustias.
Diremos que se han roto las cadenas,
y suenan las campanas con lujuria,
invitan a la vida que comienza,
al baile de una nueva singladura.
Si brotan margaritas en febrero
se mezclan con los cantos y la música,
preludio de una larga primavera,
y largas caminatas muy nocturnas.
Entonces buscaremos ese baile
allí donde las olas nos confundan,
mezclando nuestros cuerpos con la brisa
y haciendo con el vals una obertura.
Diremos que no paren las orquestas,
que suenen pasodobles y las rumbas,
mecidos por el halo misterioso
del vals que, en el trasfondo, nos acuna.
Diremos que ha llegado hasta nosotros,
la dulce primavera con su musa,
aquella que apasiona los sentidos,
la misma que nos besa y nos subyuga.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
en medio de campiñas taciturnas,
será porque las lluvias han cesado
llegando los calores y las brumas.
Entonces será el baile de las flores,
las rosas, los claveles y petunias,
mezclados con aromas de jazmines
y llenas de belleza y hermosura.
Diremos que llegó la primavera,
bajando hasta la tierra muy desnuda,
y vino a recoger las margaritas,
prenderlas en su pelo y tu cintura.
Diremos que las olas de la playa
llegaron a la fiesta con su espuma,
al vals de los pacientes corazones
que bailan por la arena, entre las dunas.
Si brotan margaritas en febrero
veremos como llega la garúa,
el agua de las nubes que les baña,
la nota que las llena de dulzura.
Entonces será el baile de los ciegos,
aquellos corazónes sin las dudas,
los mismos que suspiran y prometen,
el beso de los labios que susurran.
Diremos que despierta un nuevo día
que marchan a sus nidos las lechuzas,
que vuelan a regiones muy remotas,
los miedos del salitre y las angustias.
Diremos que se han roto las cadenas,
y suenan las campanas con lujuria,
invitan a la vida que comienza,
al baile de una nueva singladura.
Si brotan margaritas en febrero
se mezclan con los cantos y la música,
preludio de una larga primavera,
y largas caminatas muy nocturnas.
Entonces buscaremos ese baile
allí donde las olas nos confundan,
mezclando nuestros cuerpos con la brisa
y haciendo con el vals una obertura.
Diremos que no paren las orquestas,
que suenen pasodobles y las rumbas,
mecidos por el halo misterioso
del vals que, en el trasfondo, nos acuna.
Diremos que ha llegado hasta nosotros,
la dulce primavera con su musa,
aquella que apasiona los sentidos,
la misma que nos besa y nos subyuga.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/02/10
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