SIN ODIO, SIN RENCORES, SIN ADIOSES
Sin odio, sin rencores, sin adioses,
te digo simplemente que adelante,
la vida no se para ni termina
y tienes ante ti un largo viaje.
Dejemos que el pasado se serene
y vuelen mariposas por el aire,
dejemos que se duerman los sentidos
y venga la frescura hasta tu sangre.
Quizás ante la nueva primavera
la nieve se derrita mucho antes,
y el hielo de los tiernos corazones
refunda entre las aguas sus cristales.
Son duros los rigores del invierno,
y dejan ese poso con saudades,
recuerdos de momentos retenidos
en medio de incruentos temporales.
Suspiras mientras peinas tu cabello,
y piensas en la cita de la tarde,
la voz tan deliciosa que te llama
los dedos que se posen en tu talle.
El dulce escalofrío de tu espalda
te indica que no hay odios ni maldades,
que existe simplemente una esperanza
y acudes temblorosa y vacilante.
Se pierden los rencores en senderos,
y quedan los adioses en señales,
en gestos que se hacen con la mano,
en viejas estaciones y parajes.
No hay posta ni cochero en esta Venta,
tan solo lo que traes y lo que vales,
un pecho ya cansado de la vida
los labios temblorosos que te arden...
Tú buscas esa fuente que precisas,
el agua que refresque y que te calme,
el beso de unos labios generosos
los ojos que te miren y te hablen.
Y buscas todo eso en el futuro,
sin odio y sin rencores que te asalten,
lo buscas en tus sueños y en tu vida,
amando y deseando que te amen.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/10
te digo simplemente que adelante,
la vida no se para ni termina
y tienes ante ti un largo viaje.
Dejemos que el pasado se serene
y vuelen mariposas por el aire,
dejemos que se duerman los sentidos
y venga la frescura hasta tu sangre.
Quizás ante la nueva primavera
la nieve se derrita mucho antes,
y el hielo de los tiernos corazones
refunda entre las aguas sus cristales.
Son duros los rigores del invierno,
y dejan ese poso con saudades,
recuerdos de momentos retenidos
en medio de incruentos temporales.
Suspiras mientras peinas tu cabello,
y piensas en la cita de la tarde,
la voz tan deliciosa que te llama
los dedos que se posen en tu talle.
El dulce escalofrío de tu espalda
te indica que no hay odios ni maldades,
que existe simplemente una esperanza
y acudes temblorosa y vacilante.
Se pierden los rencores en senderos,
y quedan los adioses en señales,
en gestos que se hacen con la mano,
en viejas estaciones y parajes.
No hay posta ni cochero en esta Venta,
tan solo lo que traes y lo que vales,
un pecho ya cansado de la vida
los labios temblorosos que te arden...
Tú buscas esa fuente que precisas,
el agua que refresque y que te calme,
el beso de unos labios generosos
los ojos que te miren y te hablen.
Y buscas todo eso en el futuro,
sin odio y sin rencores que te asalten,
lo buscas en tus sueños y en tu vida,
amando y deseando que te amen.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/02/10
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