TE CONTEMPLÈ VENCIDA Y EN LA ARENA
Te contemplé vencida y en la arena
con tu quilla valiente destrozada,
habías regresado de tu viaje
al lecho complaciente de la playa.
Tenías tus colores lastimados
y el brillo del azul no se notaba,
traías la nostalgia en la cubierta
en forma de chalupa castigada.
Al verte me vinieron al recuerdo
escenas que contaban en mi casa,
aquellas que escucharon mis oídos
haciendo que mi mente se ensoñara.
Se hablaba de lo duro del trabajo,
de pescas y aparejos con las cañas,
se hablaba de palangres y de redes,
de mallas por los mares destrozadas.
Recuerdo la presencia de mi padre,
el rostro tan curtido de su cara,
la ropa de ese azul, tan marinero,
las manos con heridas y encalladas.
Recuerdo su mirada soñadora,
los ojos tan azules y su alma,
recuerdo como hablaban sus pupilas
contándome del mar y sus entrañas.
Me hablaba, en el silencio, de los barcos,
de duras travesías realizadas,
de vientos y tormentas, con el frío,
y todo soportado en sus espaldas.
Recuerdo aquellas tardes por la ría,
los remos recortándose en el agua,
los peces que acudían al anzuelo,
y aquella jargúetilla capturada.
O aquellas que subiendo la marisma
llegábamos al monte de las hadas,
allí, como ladrones y furtivos
hacíamos coloños con sus ramas.
Y todo se vivía en una tarde,
y luego renacía en la mañana,
con leche y con borona de alimento
mezclado con los sueños y esperanzas.
Ahora te contemplo, en este lecho,
manchada de verdín y por las algas,
descansas para siempre, sin saberlo,
cubierta con un halo de nostalgia.
Te miro y me estremece tu figura,
no quiero que te vayas vieja lancha,
al menos permanece en mi recuerdo
y déjame llevarte hasta la barra.
Salgamos a la playas y a Liñera,
pesquemos calamares y doradas,
dancemos con las olas saltarinas
y luego regresemos sin tardanza.
Busquemos en el puerto el fondeadero,
saltemos a la tierra que nos llama,
y tú te quedarás con las gaviotas
velando entre las olas que te bañan.
...Te contemplé vencida y en la arena,
y un nudo se me hizo en la garganta,
formabas una parte de mi vida,
del niño y el poeta que te hablaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/10
con tu quilla valiente destrozada,
habías regresado de tu viaje
al lecho complaciente de la playa.
Tenías tus colores lastimados
y el brillo del azul no se notaba,
traías la nostalgia en la cubierta
en forma de chalupa castigada.
Al verte me vinieron al recuerdo
escenas que contaban en mi casa,
aquellas que escucharon mis oídos
haciendo que mi mente se ensoñara.
Se hablaba de lo duro del trabajo,
de pescas y aparejos con las cañas,
se hablaba de palangres y de redes,
de mallas por los mares destrozadas.
Recuerdo la presencia de mi padre,
el rostro tan curtido de su cara,
la ropa de ese azul, tan marinero,
las manos con heridas y encalladas.
Recuerdo su mirada soñadora,
los ojos tan azules y su alma,
recuerdo como hablaban sus pupilas
contándome del mar y sus entrañas.
Me hablaba, en el silencio, de los barcos,
de duras travesías realizadas,
de vientos y tormentas, con el frío,
y todo soportado en sus espaldas.
Recuerdo aquellas tardes por la ría,
los remos recortándose en el agua,
los peces que acudían al anzuelo,
y aquella jargúetilla capturada.
O aquellas que subiendo la marisma
llegábamos al monte de las hadas,
allí, como ladrones y furtivos
hacíamos coloños con sus ramas.
Y todo se vivía en una tarde,
y luego renacía en la mañana,
con leche y con borona de alimento
mezclado con los sueños y esperanzas.
Ahora te contemplo, en este lecho,
manchada de verdín y por las algas,
descansas para siempre, sin saberlo,
cubierta con un halo de nostalgia.
Te miro y me estremece tu figura,
no quiero que te vayas vieja lancha,
al menos permanece en mi recuerdo
y déjame llevarte hasta la barra.
Salgamos a la playas y a Liñera,
pesquemos calamares y doradas,
dancemos con las olas saltarinas
y luego regresemos sin tardanza.
Busquemos en el puerto el fondeadero,
saltemos a la tierra que nos llama,
y tú te quedarás con las gaviotas
velando entre las olas que te bañan.
...Te contemplé vencida y en la arena,
y un nudo se me hizo en la garganta,
formabas una parte de mi vida,
del niño y el poeta que te hablaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/10
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