ESTA CIUDAD...
Esta ciudad que limpia sus legañas
en la mañana de un enero y día
gris, lluvioso, sin luz y amanerado,
parece un fantasmal esta vigilia.
Porque seguir sus calles hoy mojadas
es una sinrazón para la vista;
figuras alargadas y cubiertas
tratando de doblar en las esquinas.
Yo soy de esta ciudad, y no lo niego,
y busco en sus aceras poesía,
las notas que han dejado tantos dioses
en forma de latidos de la vida.
Por eso a la ciudad que está lluviosa
y apenas amanece, aunque respira,
la digo que despierte nuevamente
y ofrezca ese tic-tac de su alegría.
Ya sé que la conserva bien guardada
a salvo de galernas y rencillas,
tapada con un manto inaccesible
que solo el corazón puede suplirla.
Sacude las legañas de tus ojos,
no temas a la lluvia que te limpia
y ofrece la alegría en los balcones
igual que en las aceras hoy tranquilas.
La lluvia es sustancial e irreverente,
el agua que destilan las pupilas,
de un cielo encapotado y sin remedio,
recuerdos de autobuses y tranvías.
Sus huellas han quedado con nosotros,
jardines con rosales, buganvillas,
eternas mariposas de una magia,
formando ese clavel de poesías.
"...Esta ciudad que limpia sus legañas
despierta de un letargo, arrepentida,
recobran los impulsos sus arterias,
con versos, y poemas de otros días..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/01/16
en la mañana de un enero y día
gris, lluvioso, sin luz y amanerado,
parece un fantasmal esta vigilia.
Porque seguir sus calles hoy mojadas
es una sinrazón para la vista;
figuras alargadas y cubiertas
tratando de doblar en las esquinas.
Yo soy de esta ciudad, y no lo niego,
y busco en sus aceras poesía,
las notas que han dejado tantos dioses
en forma de latidos de la vida.
Por eso a la ciudad que está lluviosa
y apenas amanece, aunque respira,
la digo que despierte nuevamente
y ofrezca ese tic-tac de su alegría.
Ya sé que la conserva bien guardada
a salvo de galernas y rencillas,
tapada con un manto inaccesible
que solo el corazón puede suplirla.
Sacude las legañas de tus ojos,
no temas a la lluvia que te limpia
y ofrece la alegría en los balcones
igual que en las aceras hoy tranquilas.
La lluvia es sustancial e irreverente,
el agua que destilan las pupilas,
de un cielo encapotado y sin remedio,
recuerdos de autobuses y tranvías.
Sus huellas han quedado con nosotros,
jardines con rosales, buganvillas,
eternas mariposas de una magia,
formando ese clavel de poesías.
"...Esta ciudad que limpia sus legañas
despierta de un letargo, arrepentida,
recobran los impulsos sus arterias,
con versos, y poemas de otros días..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/01/16
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