EL HOMBRE QUE SOÑABA...
El hombre que soñaba con princesas
de pronto comprendió que no existían,
imágenes plagadas de promesas
e instantes de fervor que fenecían.
Quedaron diluídas las sorpresas,
las olas de la mar que se volvían,
las nubes candorosas y traviesas
y el tierno mazapán en que vivían.
El hombre se quedó como aquel niño,
perplejo, con la pala y su caldero,
buscando entre las olas el cariño.
Ausente se encontraba el escudero,
el hombre que soñara con un guiño,
de ser de una princesa caballero.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/11/17
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