TENÍA QUE SER...
Tenía que ser una pesadilla
y aquello no podía ser real.
No podía retroceder,
no quería volver atrás.
me había propuesto dejar los recuerdos
y que se fueran apagando,
que solo permanecieran aquellos instantes
preciosos y con grato sabor
y lo demás acabara en una papelera
para arrojar al infinito.
…Porque la vida era importante
y debía vivirla intensamente,
pero sin odios, sin rencores.
mirando adelante y buscando en ese porvenir
el camino y el sendero para llegar a la meta,
a encontrar ese equilibrio;
donde la paz y el amor estuvieran presentes,
y donde la vida tuviera, nuevamente, sentido.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/11/18
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