DESPUÉS DE MI PARTIDA
Después de mi partida
te quedará el silencio,
mezclado con suspiros
y voces de los rezos.
Un canto matutino
mezclado con incienso,
un órgano que suena
con ayes lastimeros.
Un cura de morado
que entona a Dios un credo,
y un dulce monaguillo
ahogando su bostezo.
También habrá violetas
perdidas por los suelos,
de flores y coronas
de antiguos compañeros.
Después de mi partida
no ladrarán los perros,
tampoco las jaurías
de lobos con sombrero.
Las calles de mi Villa
tendrán olor a enebro,
mezclado con aromas
de sándalo en Febrero.
El agua de la fuente
caerá como un lamento,
con voz partida y torpe
temblando y no de miedo.
También hasta el nordeste
vendrá con aire fresco,
mezclado con la brisa
formando un solo beso.
Después de mi partida
saldrá todo a sorteo,
los libros y los discos
motivos de mis sueños.
Los pétalos preciados
guardados con esmero,
en caja de caoba
con cartas y con sellos.
También habrá disputa
por cuenta del dinero
cien libras escondidas
que traje de Marruecos.
Dos trajes muy usados,
camisas de entretiempo,
con cuatro pantalones
que van con sus remiendos.
Después de mi partida
se quedarán los versos
buscando por las calles
las huellas con mi eco.
La eterna fantasía,
nacida en el cerebro,
allí donde la lava
brotó junto a ese fuego.
Entonces en el mundo
retumbarán los truenos,
con rayos y centellas
que lleguen del averno.
Las letras desgarradas
saliendo del cuaderno,
los gritos de mi pluma
los ayes del tintero...
Después de mi partida
ahoga los te quiero
y déjalos tranquilos
sufrir no es nada bueno.
Me salgo de este mundo
y voy al Juez Supremo,
allí con mi conciencia
diré que es lo que llevo.
Mil sueños en el alma
cansados y sedientos,
dos notas del piano
sonando plañidero.
Dos arras y alianzas
unidas en los dedos,
dos labios que suspiran
bebiendo su silencio.
Después de mi partida
habrá otro mundo nuevo,
saldrán otros poemas,
mas yo no podré verlos.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/10
te quedará el silencio,
mezclado con suspiros
y voces de los rezos.
Un canto matutino
mezclado con incienso,
un órgano que suena
con ayes lastimeros.
Un cura de morado
que entona a Dios un credo,
y un dulce monaguillo
ahogando su bostezo.
También habrá violetas
perdidas por los suelos,
de flores y coronas
de antiguos compañeros.
Después de mi partida
no ladrarán los perros,
tampoco las jaurías
de lobos con sombrero.
Las calles de mi Villa
tendrán olor a enebro,
mezclado con aromas
de sándalo en Febrero.
El agua de la fuente
caerá como un lamento,
con voz partida y torpe
temblando y no de miedo.
También hasta el nordeste
vendrá con aire fresco,
mezclado con la brisa
formando un solo beso.
Después de mi partida
saldrá todo a sorteo,
los libros y los discos
motivos de mis sueños.
Los pétalos preciados
guardados con esmero,
en caja de caoba
con cartas y con sellos.
También habrá disputa
por cuenta del dinero
cien libras escondidas
que traje de Marruecos.
Dos trajes muy usados,
camisas de entretiempo,
con cuatro pantalones
que van con sus remiendos.
Después de mi partida
se quedarán los versos
buscando por las calles
las huellas con mi eco.
La eterna fantasía,
nacida en el cerebro,
allí donde la lava
brotó junto a ese fuego.
Entonces en el mundo
retumbarán los truenos,
con rayos y centellas
que lleguen del averno.
Las letras desgarradas
saliendo del cuaderno,
los gritos de mi pluma
los ayes del tintero...
Después de mi partida
ahoga los te quiero
y déjalos tranquilos
sufrir no es nada bueno.
Me salgo de este mundo
y voy al Juez Supremo,
allí con mi conciencia
diré que es lo que llevo.
Mil sueños en el alma
cansados y sedientos,
dos notas del piano
sonando plañidero.
Dos arras y alianzas
unidas en los dedos,
dos labios que suspiran
bebiendo su silencio.
Después de mi partida
habrá otro mundo nuevo,
saldrán otros poemas,
mas yo no podré verlos.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/10
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